Luego de que Norberta Díaz, de 72 años, recibiera un tiro en el pecho, sus nietos de nueve años la sacaron de la vivienda, ubicada en el barrio Maca, para pedir ayuda. En 24 horas mataron a dos personas de la tercera edad en Petare, la otra víctima fue Juan Chirinos, de 79 años.
Caracas. Los nietos pequeños de Norberta Díaz de Ibáñez tuvieron que arrastrar su cadáver fuera de la casa, porque sus gritos no eran suficientes para recibir ayuda. A su abuela de 72 años le habían dado un tiro en el pecho.
Los trillizos de nueve años lograron que varios vecinos se acercaran a ayudarlos. Eran las 4:50 p. m. del lunes 8 de abril. La mamá de los niños recién llegaba del trabajo cuando vio a uno de ellos correr muy alterado mientras gritaba: “¡La mató, yo lo voy a denunciar, mató a mi abuela!”. De no haber llegado, ella cree que su hijo hubiese ido hasta la policía.
Norberta ya no tenía signos vitales cuando la cargaron en la moto de un vecino y la trasladaron hasta el hospital Domingo Luciani.
Recibió el tiro durante una pelea: le reclamó a su nieto, Winder Alexander Requena, de 23 años, por hurtarle el celular a su tía durante la madrugada. Ya había sucedido en otras ocasiones que el joven le quitaba dólares, zapatos o ropa, pues ella vive en la parte de arriba de la casa, ubicada en el barrio La Cruz de Maca, en Petare.
Norberta iba a pedirle a su nieto que se fuera de la casa, donde vivía desde hace dos meses, por los constantes robos. “Antes de irme a trabajar le dije a mi mamá que me había quitado el celular y mi mamá me respondió: ‘¡No puede ser! ¿Cómo es posible? Él se acaba de ir con la novia, cuando llegue a la casa le digo’”, contó la hija de la víctima, quien pidió no revelar su nombre.
En la tarde llegó Winder a la casa y su abuela —quien además lo crió— le reclamó. Ambos discutieron y su abuelo, Miguel Ibáñez, de 60 años, se metió en medio porque el tono del joven era muy fuerte.
Winder le cayó a golpes a su abuelo con un tubo. Este resultó lesionado en la cabeza y en un brazo, y está fuera de peligro. Después de esto, el muchacho se fue y regresó con una pistola. Apuntó a su abuelo y en ese instante Norberta se interpuso, recibiendo el tiro.
Yo siempre le dije a mi mamá que ese muchacho la iba a terminar matando, porque ella sufría de la tensión y me daba miedo que en alguna discusión le pasara algo”, dijo.
Preso por robo
Los familiares de Winder dijeron que estuvo preso dos años. Primero seis meses en la cárcel de San Juan de los Morros, en Guárico, y luego fue trasladado hasta el Rodeo III, en Miranda, donde terminó de pagar la condena.
El consejo comunal del barrio lo acusó de robo en una vivienda. Al quedar en libertad, hace casi un año, se fue a vivir con su papá —hijo de Norberta— pero por reincidir en el delito este lo botó de la casa.
Contaron que la abuela siempre creyó sus versiones. En una ocasión llegó con un tiro en el pie pero le dijo a Norberta que había tenido un accidente con una cabilla. Sin embargo, el resto de los parientes sospechó porque no quería ir al médico.
“Yo siempre veo las noticias en la televisión y me quedo impresionada de tanto que pasa, en estos días vi un caso feo. No pensé que algo así nos podía pasar a nosotros”, expresó una de sus nietas, que acompañaba al resto de la familia en los trámites de la morgue de Bello Monte.
Norberta era ama de casa y su esposo es albañil, pero actualmente no tiene un trabajo fijo. Tenía seis hijos, una falleció por causas naturales.
El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) participó en la búsqueda del presunto homicida la noche del lunes. La última vez que lo vieron fue en el sector La Lira.
Según la Asociación Civil Convite, 276 adultos mayores fueron asesinados entre enero de 2016 y marzo de 2017. En la investigación sostuvieron que la mayoría de los crímenes eran cometidos por hijos de las víctimas, seguidos por sobrinos, parejas e hijastros.
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Golpe mató a otro adulto mayor en Petare
Juan Ramón Chirinos, de 79 años, murió luego de caer al suelo y recibir un golpe en la cabeza tras una discusión con dos vecinos.
Su esposa, Adria Oliveros, explicó que el domingo 7 de abril Juan le reclamó a una mujer porque se estacionó frente a su casa. Durante la pelea intervino la pareja de ella, identificada como el Mocho Cheo, y lo empujaron. Al caer se pegó.
Juan trabajaba como vigilante en Fedepetrol, un sindicato petrolero ubicado en Quebrada Honda desde hace 30 años. Tenía una hija.
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