Cáritas Cumaná elabora plan de riesgo para preparar a las comunidades ante desastres

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Con este plan se calcula atender 15 parroquias arquidiocesanas del estado, desde Cumaná, en el municipio Sucre hasta Casanay en el municipio Andrés Eloy Blanco. Líderes comunitarios recibirán la inducción planificada por Cáritas para asistir a sus comunidades.

Cumaná. Aun cuando las limitaciones superan la disponibilidad de recursos, Cáritas de Cumaná “cuenta con un voluntariado altamente comprometido que viene realizando un trabajo extraordinario en las comunidades más vulnerables de la ciudad primogénita del continente”, así lo expresó Jesús Alfonso, director regional de esta institución donde se expone la acción social de la Iglesia Católica.

Reconoce que no es fácil decidir en Cumaná a cuál comunidad se le da prioridad, porque hoy son muchos los sectores que cohabitan en ambientes de suma precariedad.

Para Alfonso, contar con este recurso humano calificado y especializado ha permitido realizar jornadas de atención social y salud con las cuales ofrecen servicios médicos, laboratorios y entrega de medicinas.

Advirtió que Cáritas Cumaná no ha recibido dotación de medicinas desde el núcleo central, pero este hecho no los ha detenido.

“Hemos resuelto con la donación y contribución de amigos de Cáritas, lo cual ha permitido hasta ahora responder a algunas peticiones considerablemente”, dijo

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Plan de riesgo atiende a los requerimientos de la Unión Europea. Foto: Mónica Salazar
Buscando los recursos

“La labor desarrollada en las comunidades encendió las alarmas sobre las condiciones en las que viven estas familias, y el riesgo que corren ante una eventualidad en esos sectores populares”, comentó la doctora Norka Patiño, coordinadora Pastoral de Salud y Asistencia Social de Cáritas.

Explicó que se creó una comisión de trabajo, integrada por representantes de la empresa privada, bomberos municipales y el Colegio de Ingenieros de Cumaná a fin de elaborar un plan de riesgo, con atención a los requerimientos del Programa de Cooperación para la Preparación de Desastres de la Unión Europea, dentro de su plan de acción para América del Sur.

Detalló que este es un programa denominado Dipecho (Disaster Preparedness ECHO por sus siglas en inglés) que calcula importantes recursos para la ejecución de planes y programas que dediquen esfuerzos en la preparación de las comunidades en el manejo y control de desastres.

El nivel de sismicidad del estado Sucre preocupa a Patiño, por ello considera importante “involucrar a los representantes parroquiales de Cáritas que ya llevan un trabajo adelantado con las comunidades”.

En ese sentido, adelantó que se incorporan a la estructura del plan de riesgo, Víctor González, coordinador de Cáritas Parroquia Nuestra Señora de Coromoto-Bebedero; Jesús Trujillo, coordinador de Cáritas Parroquia Cristo Resucitado-Brasil; Pedro Navas, Unidad Ecológica Integral Arquidiócesana Parroquia Nuestra Señora de la Esperanza-La Llanada.

Crear conciencia de riesgo
“Como ciudadanos tenemos una responsabilidad social con nuestro entorno y desde Cáritas comprometidos con la acción social de la Iglesia. Preparamos un plan de riesgo para concientizar a la colectividad del peligro al que están expuestos ante cualquier evento adverso”, manifestó la presidenta del Colegio de Ingenieros de Cumaná, Cristina Santana.

El plan de riesgo concebido incluye la atención de las 15 parroquias arquidiocesanas del estado, que van desde Cumaná, en el municipio Sucre, hasta Casanay en el municipio Andrés Eloy Blanco.

En la primera fase, los líderes comunitarios de cada uno de los sectores populares recibirán la inducción planificada por Cáritas Cumaná.

Santana alertó a las comunidades “no es solo resguardarse de un sismo o cómo responder antes, durante o después de un terremoto. Es despertar la conciencia de la responsabilidad que tienen a la hora de construir sobre los cauces de los ríos o un canal, hasta la calidad de la construcción de sus viviendas”.

En su declaración hizo hincapié en que “los jefes de familia deben velar por su seguridad y la de su grupo familiar. Por ello, es importante su participación activa en este plan de riesgo que consta de tres niveles”.

El primer nivel busca generar una cultura de riesgo a través de talleres. En esta etapa se dará la inducción y la información necesaria de cómo reducir esos niveles de riesgo. Aquí participan las Iglesia Santa Ana, Altagracia y San Vicente de Paul. En el segundo nivel, cada Iglesia organizará y realizará un censo del personal calificado y especializado con el que cuenta como voluntariado y presentará su estrategia de emergencia. Mientras que el tercer nivel ofrecerá un diplomado para preparar a socorristas, con 8 meses de formación académica.


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