José Gregorio Cáribas, concejal de Libertador, explicó que en la actualidad se discute una nueva ordenanza para regular el trabajo de la economía informal en las calles del municipio.

Caracas. Caracas es una ciudad que tiene entre sus características altos niveles de economía informal, sobre todo en las últimas dos décadas. Lesbia es parte de la población que encontró en las calles su sustento económico, a través de la venta de chicha.

Desde hace ocho meses la mujer vende chicha en el bulevar de Sabana Grande. Es madre de dos hijos y tenía al menos un año desempleada. Por eso decidió emprender con un carrito que estaciona frente al llamado callejón de la puñalada.

Lesbia hizo todo por lo legal. Primero gestionó los permisos para vender alimentos en la calle a través de la Alcaldía del Municipio Libertador y luego se lanzó a las calles.

Foto: Tairy Gamboa

Hay días buenos y días malos, así describe Lesbia describe el trabajo en la calle. Los días buenos son cuando hay buenas ventas y los días malos son cuando tienen que lidiar con la policía o con la lluvia.

En 2021, los datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) estimaron que los trabajadores por cuenta propia –como el comercio informal– se ubicaban en 51,7 %. Sin embargo, en 2022 esta cifra bajó a 44 %, aunque se trata de un porcentaje elevado en comparación con los datos de 2014 (30,6 %) del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Foto: Tairy Gamboa
Reubicación de buhoneros

El bulevar fue reinaugurado en 2011, luego de estar al menos cuatro años en rehabilitación. Muchos buhoneros fueron reubicados en el Centro de la Economía Comunal Manuelita Sáenz, una especie de centro comercial, también ubicado en Sabana Grande, que abrió en 2012 durante el último gobierno de Hugo Chávez.

En 2008 la alcaldía de Libertador ejecutó la reubicación de 18600 comerciantes informales, luego de llevar a cabo un censo durante tres años.

Según información de Fundacaracas –ente adscrito a la alcaldía–, estos comerciantes fueron reubicados en las llamadas ferias de economía popular, en San Jacinto, Sabana Grande y Bellas Artes, y en seis centros o mercados de economía popular que serían construidos en diversos puntos de la ciudad, uno de esos está ubicado en Quinta Crespo.

Foto: Tairy Gamboa

Existe una ordenanza, que data de 1998, sobre el uso de espacios y áreas públicas para el ejercicio de la actividad de venta de artículos al detal aprobada por el Concejo Municipal de Libertador que establece que las vías de circulación rápida, pasos peatonales, bulevares, plazas, entradas a estaciones de pasajeros o Metro, entre otros espacios, están prohibidos para el ejercicio de la actividad informal.

Dentro de la alcaldía de Libertador existe la coordinación de Economía Informal, la cual se encarga de cualquier proceso sancionatorio de los comerciantes informales.

José Gregorio Cáribas, concejal de Libertador, explicó que en la actualidad se discute una nueva ordenanza para regular el trabajo de la economía informal en las calles del municipio. Ahora mismo la única regulación es la que imponga la Policía de Caracas, añadió.

De las más nuevas

Pero Lesbia es de las comerciantes más nuevas de la zona. La mayoría de los entrevistados por Crónica.Uno, el 17 de octubre, ocupan el espacio desde hace años, a pesar de las diversos desalojos que han ejecutado las autoridades policiales.

Una de ellas es la señora Isabel, quien por estos días vende ropa, aunque en otras ocasiones ha vendido barquillones, arroz chino, bisutería, entre otros.

Foto: Tairy Gamboa

Isabel tiene 25 años como comerciante informal, la mayoría los ha ejercido vendiendo en Sabana Grande. Nunca nos fuimos, dijo sobre el desalojo de 2007, cuando la Alcaldía de Libertador, junto con Pdvsa La Estancia reinauguraron el bulevar.

Para ese momento vendíamos en las transversales, pero nunca nos hemos ido.

Ahora Isabel está ubicada hacia el lado de Plaza Venezuela, como otros tantos vendedores de prendas de vestir, ropa interior, frutas, comida, carteras y demás. Dos de sus hijas la ayudan a sacar la mercancía que luego guindan en una especie de vitrina, que se desarma con facilidad y ocupa poco espacio.

Foto: Tairy Gamboa
La misma estructura

La mayoría de los tarantines tienen unas rejillas donde guindan la mercancía, que a su vez asemejan unos percheros improvisados. Nada parecido a los tarantines de otras épocas que eran grandes, con sombrillas y quedaban permanentemente instalados en el bulevar.

Nosotros entendemos que esto no es para trabajar, esto es para que la gente camine. Pero nosotros estamos aquí por necesidad. Yo soy madre soltera (sola) y con esto ayudo a mis hijas, contó Isabel.

Foto: Tairy Gamboa

Jesús trabaja desde hace siete años en el bulevar. A su juicio estos últimos años la policía los ha dejado trabajar sin tanto problema. Ahora no nos mandan a desalojar tanto como antes.

Insistió en que él no paga ningún aporte a la policía para poder trabajar en la calle, o lo que también se conoce como “vacuna”.

El hombre considera que en estos últimos tres años, después de la pandemia de COVID-19, se ha incrementado más el número de comerciantes en el bulevar. Muchos son nuevos, aunque aquí todos nos conocemos y sabemos quién es y quién.

El aumento de trabajadores informales en los espacios del bulevar de Sabana Grande se ha hecho evidente entre los años 2019 y 2021. La diferencia la hizo el decreto de cuarentena emitido en marzo de 2020 por el gobierno de Nicolás Maduro, luego del reporte en Venezuela de los primeros casos de COVID-19.

En el centro

En el centro de Caracas el panorama no es muy distinto con respecto al comercio informal. En cada esquina hay innumerables tarantines que ofertan de todo un poco. Aunque octubre es temporada de mercancía escolar.

Hay que ser temporadistas para sobrevivir, dijo Angri, una vendedora informal desde hace 11 años, en la esquina de La Marrón.

Foto: Tairy Gamboa

Angri explicó que desde hace dos años trabaja en una esquina del centro de la capital. Lo que cambió fue que después de la pandemia muchos nos quedamos trabajando corrido, anteriormente solo vendía juguetes en la calle por la temporada decembrina.

Ahora Angri vende mercancía todo el año, pero acorde a cada temporada; ya sea Carnaval, Día del Amor y la Amistad, Día de la Madre o del Padre, época escolar o Navidad.

La mujer dijo que allí tampoco tiene que rendir cuentas a la policía en forma de colaboración. Nosotros estamos censados por el consejo comunal de la zona y por la alcaldía de Libertador.

Fotografia: Tairy Gamboa

En cambio, una comerciante informal, ubicada cerca de la estación del Metro La Hoyada, explicó, presuntamente, que ellos allí deben pagar semanalmente 10 dólares a los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana para que los dejen trabajar.

“La gente tiene que trabajar para comer”

Para Yelitza y Yuraima, habitantes del centro de Caracas, caminar por las calles y ver buhoneros ya es normal, aunque se han dado cuenta de que en los últimos años se han incrementado.

Con la situación del país, no les queda de otra. La gente tiene que trabajar para comer, dijo Yelitza.

Ninfa, de 85 años de edad, tiene 11 años como comerciante informal. A pesar de su edad sale a la calle a vender chucherías y cigarros. También lo hace a pesar de que sus familiares, que están fuera del país, están en contra.Ellos me llaman preocupados y me dicen que no salga, pero yo les digo que estoy en la calle comprando pan.

Foto: Tairy Gamboa

Ninfa es pensionada y por su pensión solo cobra 130 bolívares, poco menos de cuatro dólares y menos de lo que puede costar un pollo entero. Sin embargo, su trabajo en la calle le da para cubrir algunos gastos y eso lo complementa con lo que le envían desde afuera sus hijos y nietos. Si estuviera sola no sé cómo haría.

A Ninfa no le da miedo trabajar en la calle.Prefiero hacerlo a estar en mi casa viendo el techo. No es fácil trabajar en la calle, pero cómo hago. A mí me gusta trabajar y tener lo mío.


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