Pese a que la realidad todavía dista de parecer un período de escasez, algunos comerciantes se preparan para afrontar más disminución de clientes y retrasos en despacho de mercancía durante las próximas semanas.

Caracas. La cuarentena impuesta desde el 16 de marzo no ha cambiado mucho la rutina de Marcelino Piñate. A las cinco de la mañana ya está levantado, prepara su café y desayuno y se alista para ir a abrir su pequeño abasto en San Juan, donde ya a partir de las 8:00 a. m. se comienza a ver el efecto de la pandemia.

Como en otras zonas de la ciudad, la afluencia de clientes al local ocurre principalmente en la mañana. Marcelino asegura que, al principio, sí hubo muchas compras nerviosas y en cantidades considerables, pero que ese ritmo ha ido bajando.

La cantidad de clientes es parecida a la de la semana pasada, solo que ahora llevan menos cosas. Hay productos que han subido de precio y la gente está tratando de estirar un poco su dinero porque no sabe cuándo podrá producirlo de nuevo, señala.

Las medidas de restricción anunciadas por el Gobierno tomaron desprevenido a más de un comerciante, entre ellos él, quien no contaba con tapabocas ni guantes para los cinco empleados que tiene en su negocio.

Asegura que los primeros días pudo darles los materiales a sus trabajadores gracias a unas cajas que le prestó un vecino y que le repuso al poco tiempo. Cada caja de tapabocas, por ejemplo, le cuesta entre 15 y 25 dólares “dependiendo del proveedor”, por lo que está pensando encargar unidades de tela para disminuir costos.

Por suerte, no hemos estado desabastecidos de mercancía y la que compramos no aumentó tanto de precio. Eso nos permite ir comprando guantes y tapabocas porque sin ellos nos metemos en un lío con las autoridades, dice Marcelino.

Asegura que, por el tipo de productos que allí vende, su negocio aún no ha sido afectado por la falta de combustible para trasladar mercancía, aunque algunos distribuidores ya empiezan a despachar en menor cantidad.

Foto: Gleybert Asencio
Abastecidos, pero a duras penas

En el local de Shirley Barrios y su familia, en San Bernardino, sucede todo lo contrario. Como ha ocurrido en varios negocios del país, producto de la recesión económica que persiste desde 2013, su charcutería ha ido “mutando” y adaptándose a tal punto que ahora venden víveres, legumbres y hortalizas.

La mayoría de los alimentos que vende la familia provienen del interior del país, donde ha aumentado el racionamiento de combustible desde que empezó la cuarentena.

Lo que la gente más se lleva es el queso, teme quedarse sin productos. Pero para reponerlos es un problema porque los camiones no están pasando y los que llegan venden la mercancía más cara, así que no podemos comprar la misma cantidad que logramos vender, exclama.

Shirley asegura que la afluencia de clientes al local ha disminuido gracias a la cuarentena pues la policía, de manera disciplinada y cumpliendo la orden gubernamental, ordena cerrar los negocios alrededor de las tres de la tarde.

Al igual que los quesos, tampoco han recibido despacho de legumbres y hortalizas, mientras que otros productos como la harina precocida de maíz, pasta, arroz y la margarina los consiguen en el mercado negro ya que los distribuidores también tienen semanas sin hacerles entrega.

Hemos tenido que salir a buscar, más que todo, quesos porque es el fuerte del negocio. Para todos es algo nuevo, en ningún momento habíamos pasado por algo similar a esto y, si se mantiene así, el negocio podría durar como máximo dos meses, dice Shirley.

Afirma que, por ser un negocio familiar, no han tenido problemas para el traslado de empleados, pues son los mismos miembros de la familia quienes despachan. En cuanto a las medidas de prevención, solamente compran los guantes pues los tapabocas los fabrican ellos mismos.

Fotos: Gleybert Asencio
Adaptándose para seguir produciendo

En Caracas muchos comercios se han visto forzados a trabajar menos horas de las habituales, situación que hace mella en su flujo de caja y los obliga a optimizar y adaptar sus negocios. En algunas zonas del municipio Libertador, por ejemplo, las autoridades instan a cerrar entre las tres y las cuatro de la tarde, mientras que en Chacao y Baruta los parlantes policiales empiezan a sonar a más tardar las 6:00 p. m. por la cuarentena.

Andrés Gómez, encargado de una carnicería de Chacao, cuenta que la limitación del tránsito de personas desde y hacia el municipio los obligó a distribuir el personal por turnos para así evitar que se trasladaran diariamente y prevenir contagios.

La mayoría de los trabajadores no son de esta zona y, como la cantidad de clientes también ha disminuido, podemos darnos el ‘lujo’ de tener menos empleados despachando, dice Gómez.

Foto: Gleybert Asencio
El delivery empieza a ganar terreno

Gómez sostiene que están “estudiando” adoptar la modalidad de servicio a domicilio pues tienen clientes habituales que no son de Chacao y se les complica llegar por las limitaciones de la cuarentena. Además muchos de los que viven por aquí son personas de la tercera edad y lo recomendable es que se queden en casa, explica, aunque desconoce todavía si usarán un delivery propio o con un tercero.

Sin embargo, otros negocios ya empezaron a emplear esa modalidad de entrega. En Colinas de Bello Monte, por ejemplo, una panadería está trabajando con dos turnos, pues a las 6:00 p. m. la policía municipal ordena bajar las santamarías; la panadería, entonces, ofrece servicio delivery en ese sector y en zonas aledañas.

El servicio lo hace un señor de confianza de la familia dueña del comercio y ha tenido buena receptividad, aunque no ha tenido un impacto significativo en las ventas. El encargado del local, que pidió no revelar su nombre, afirma que el flujo de clientes ha disminuido en 50 %. No se hacen colas como en otras ocasiones, resalta.

Aún así, el impacto de la cuarentena en la economía venezolana aún está por verse. Los anuncios del Gobierno generan más dudas que certezas y, pese a que la realidad todavía dista de parecer un período de escasez, algunos comerciantes se preparan para afrontar más disminución de clientes y retrasos en despacho de mercancía durante las próximas semanas.


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