Deficiencia en servicios de telecomunicaciones impone “larga distancia” dentro de Venezuela

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Las poblaciones aisladas son las más afectadas, pues si ocurren robos en las instalaciones de alguna operadora para estas no es buen negocio reparar los daños, ya que son lugares sin vigilancia. Las tarifas rezagadas también hacen que las empresas opten por dar mantenimiento a las zonas de mayor impacto.

Caracas. En Río Salado no hay señal. Una familia camina media hora en dirección hacia Macuro, cerca de la península de Paria, estado Sucre, para comunicarse. Al estar en playa Rincón se suben a la montaña donde los celulares vuelven a tener vida. A pesar de la travesía, Alfredo* lleva cuatro meses sin escuchar la voz de su papá. El relato es posible gracias a que envía las notas de voz desde Trinidad y Tobago, donde reside, porque en Río Salado las llamadas y los mensajes no fluyen como el agua que lleva su nombre.

Desde hace cuatro meses Alfredo no habla con su padre. La razón es que el carro está sin gasolina y este no logra trasladarse a los lugares donde hay buena señal. La familia se comunica a través de primos que están en otras ciudades y así envían los recados de urgencia como, por ejemplo, que la abuela de 95 años dejó de comer. Pero contactarlos sigue resultando difícil en un caserío donde no hay cobertura. La historia se repite en otras zonas de Venezuela. El deterioro de los servicios de telecomunicaciones ha hecho una zanja entre las familias que intentan llamarse dentro del mismo país. 

Alcides León, ingeniero en computación de la Universidad Simón Bolívar, explica que el deterioro de las redes se aceleró por el vandalismo y los robos de los últimos años. Estos incluyen cortes de fibra óptica y daños en las antenas de transmisión. La poca capacidad de las empresas para reparar y modernizar los equipos también provoca el escenario actual, en el que muchos deben caminar varios kilómetros para enviar un mensaje o hacer una llamada. 

Las poblaciones aisladas son las más afectadas, pues si ocurren robos en las instalaciones de alguna operadora para estas no es buen negocio reparar los daños, ya que son lugares sin vigilancia. La poca capacidad de las empresas de telecomunicaciones tras siete años de recesión económica también hace que estas opten por dar mantenimiento a las zonas de mayor impacto. León señala que desde 2015 el aumento de actos de vandalismo provocó que 50 % de las fallas se deban al robo de fibra óptica. 

El rezago en las tarifas también hace mella en el sector. El especialista comenta que en este momento las tarifas rondan los dos dólares, pero para que el negocio sea algo sostenible estas deberían oscilar entre los cuatro y los cinco dólares como mínimo. El impacto se ve en las cifras que reporta la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel), pues los distintos servicios están disminuidos. Por ejemplo, al cierre de 2014 en la nación había 30.528.022 de líneas en uso. Cinco años después disminuyeron 55,85 %, al ubicarse en 13.476.287. Entre el cuarto trimestre de 2014 y el mismo período de 2019 se perdieron 17.051.735 líneas activas de telefonía móvil.

Ofemari, una profesora jubilada que vive en Cabudare, estado Lara, expresa que le cuesta más comunicarse con sus hermanas que viven en Maracaibo que con sus hijas que están en el exterior. “A veces paso hasta tres y cuatro días sin poder hablar con ellas, y eso que tienen Internet por Intercable y Cantv, pero igual los dos les fallan”, dice.

El problema para comunicarse con sus hermanas empezó hace dos años, pero las fallas para conectarse con el resto del mundo empeoraron desde hace uno. “En casa de mamá el Cantv (teléfono fijo) murió hace cuatro años y te dicen que se robaron los cables. Allá (Maracaibo) es desde hace tiempo, aquí en Lara estábamos un poquito más privilegiados”, agrega.

En Cabudare los racionamientos de electricidad no tienen horario. El corte produce que los equipos de telecomunicaciones se queden sin señal incluso si tienes datos móviles. La profesora explica que no puede comprometerse con nadie para asistir a un taller o una clase virtual.  Apunta que cuando hay bajones también se cae la señal. “Es como vivir en medio de la incertidumbre”, dice.

La situación empeoró este año, asegura Ofemari. En su urbanización, que no queda entre montañas ni muy alejada, hay partes donde no hay cobertura. Los vecinos deben trasladarse hasta la entrada del conjunto para intentar comunicarse. La mujer, que puede mantener con suerte una videollamada con sus hijas durante unos 20 o 30 minutos, cuenta que lo que hace la mayoría de las veces es enviarles un mensaje corto por Whatsapp en el que les echa la bendición, porque esos “sí salen”. 

Los mensajes de voz no cargan, entonces les pido que no me los pasen porque yo me angustio al no poder escucharlos. Les digo: escríbanme, agrega.

Para el cuarto trimestre de 2014, 10 de cada 10 venezolanos contaba con una línea de telefonía móvil activa. En el cuarto trimestre de 2019 esto disminuyó; según cifras de Conatel, en ese período apenas cuatro de cada 10 venezolanos poseía una línea de telefonía móvil activa. 

Los cables de fibra óptica no es lo único que se llevan de las instalaciones encargadas de generar conectividad a la población. Las baterías son robadas para usarlas en autos de alto rendimiento, las plantas eléctricas y todo el cobre asociado a las antenas. En los siniestros terminan por romper piezas de electrónica que no son llevadas pero que terminan destruidas. “Desde 2016 esto fue aumentando exageradamente y es la principal causa de esta situación”, asegura Alcides León.

Los gastos de una operadora telefónica en Venezuela son casi igual a los de cualquier país de la región; mientras que aquí las tarifas se ubican por debajo de dos dólares, en Colombia pueden llegar a 20 dólares, pero el empobrecimiento de la población tampoco aguantaría una liberación de precios, señala el ingeniero. 

Descargar un audio, imagen o documento es todo un aprieto en cualquier parte de Venezuela. Con los años los usuarios empiezan a notar cada vez más enlentecimiento en las plataformas. Otra de las razones, por ejemplo, es que una retransmisión de Caracas a Maracay pasa por antenas ubicadas en La Victoria. Esas antenas fueron atacadas hasta 16 veces en un año, asegura León. Lo que viene después es que las antenas son apagadas, modifican la ruta o solo dejan una, pero el servicio advierte que no será igual, ni se puede conectar tanta gente.

Mary Baldayo vive en Guasdualito, estado Apure. Allá los cortes eléctricos se extienden hasta por cinco horas, la falta de señal aumenta, así que se traslada hasta las zonas fronterizas de El Amparo o Arauca, donde hay mejor conexión. Trasladarse en mototaxi no es una opción porque le cobran en pesos o dólares, lo hace en bicicleta o a pie. 

“Nosotros tenemos familia en otros estados y si hay luz en la mañana buscamos el teléfono de Cantv para poder comunicarnos con ellos. A veces las líneas están colapsadas o inactivas”, dice. Mary es docente, explica que lo más difícil ha sido conectarse por Zoom u otras herramientas en tiempo real.

El deterioro también juega en contra de la población. El especialista señala que los anillos de fibra óptica tienen unos 15 años de vida útil y aquí ya están llegando a su final. “Esto nos hace ver que la situación puede empeorar”, advierte. En el país funcionan las redes 3G y 4G en las grandes ciudades, y 3G en el resto. Según León, las empresas de telefonía actualmente hacen un importante esfuerzo para expandir la huella de 4G en Venezuela.

Si las tarifas se adecúan habría más opciones de que el servicio mejorara, recomienda el experto en telecomunicaciones.

Mientras los servicios siguen afectados por el vandalismo, problemas de infraestructura y el rezago de las tarifas, crece la necesidad de estar comunicados, sobre todo, en un año amenazado por la pandemia que provocó la COVID-19, en el que las tareas escolares y laborales se hacen desde casa. Pero para las familias el solo hecho de saludarse o enviar un mensaje es cada vez más difícil. Algunos caminan y caminan para hallar un mínimo de conexión que los acerque a los suyos.

* El nombre fue cambiado a petición de la fuente.

Foto principal: Tairy Gamboa / Crónica.Uno


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