Job es uno de los 112 detenidos tras las protestas postelectorales en Barcelona ocurridas entre el 29 y 30 de julio. Él es estilista y según indicó un familiar, no acudió a la marcha del día 30 en la pasarela de Boyacá II. Fue detenido mientras disfrutaba una hamburguesa.
Barcelona. Los registros que lleva la ONG Foro Penal, en Anzoátegui, indican que 112 personas han sido privadas de libertad tras las protestas postelectorales de los días 29 y 30 de julio.
Juana y Petra, decidieron llamarse así para evitar represalias, son familiares de dos de esos 112 privados de libertad, que como ellas catalogaron “están presos por el antojo de alguien”.
Esa cifra de detenidos ubica a Anzoátegui como el tercer estado en el que más personas han apresado por las protestas postelectorales, luego de Carabobo, 191 y Distrito Capital, 186, según reporte del Foro Penal hasta el mediodía del 7 de agosto.
Desde el martes 30 de julio, los días y parte de la noche de Juana y Petra transcurren en la plaza Eduardo Sifontes adyacente a la Gobernación de Anzoátegui y el Palacio de Justicia de Barcelona.
Ellas, junto a decenas de familiares de detenidos, llegan a las 6:00 a. m. y se van pasadas las 9:00 p. m., a la espera de noticias sobre el destino de sus seres queridos. Su cotidianidad se ha interrumpido y además del consuelo que se dan entre todos, voluntarios reparten agua y sándwiches para mitigar la espera.
Mucho sapo
Antes de conversar con Crónica.Uno, lo primero que sueltan es una frase demoledora: “Por aquí no se puede hablar mucho porque hay mucho sapo”.
Petra es familiar de Job, así quiso llamarle, él es miembro activo de la comunidad LGBT, además es CEO de una academia de modelaje, e inclusive participó como parte del equipo de una de las candidatas al reinado de Carnaval 2024 de Barcelona, evento que organizó la alcaldía oficialista capitalina. Su delito: comerse una hamburguesa en el lugar y sitio equivocado.
Contó Petra que, en el momento de su detención, Job se comía una hamburguesa en un local del centro comercial Colonial de Barcelona, cercano a la sede de la Junta Regional del Consejo Nacional Electoral, cuando llegaron unos uniformados y se lo llevaron pese a estar acompañados por otras personas.
Él ni siquiera estuvo en las protestas que hubo en la pasarela de Boyacá ese día, martes 30 de julio. Job estaba peinando a una odontóloga, porque además es estilista, y luego que terminaron ellos, junto con otras personas, salieron a comer. A los que estaban con Job les quitaron el celular y él se llevó la peor parte”, dijo Petra.
La peor parte para Job resultó en la imputación de cinco cargos: terrorismo, incitación al odio, resistencia a la autoridad, asociación para delinquir y detección de objetos explosivos. Esos cargos le valieron el traslado al centro agroproductivo José Antonio Anzoátegui, conocido como anexo del internado judicial de Puente Ayala.
“Todas esas supuestas pruebas que dizque le consiguieron, se las sembraron. Ese muchacho lo que hace es preparar reinas, no anda en nada de esas cosas, hasta participó en el reinado de Carnaval que organizó la Alcaldía de Barcelona. Ahora no sabemos qué hacer, porque ni siquiera tuvo acceso a un abogado privado y la defensa pública, eso no es defensa nada, es solo un parapeto porque ni habla”, contó Petra.
Sin maltrato y rapados
Quienes están detenidos por las protestas de los días 29 y 30 de julio en la zona norte de Anzoátegui, están repartidos entre la sede del DIE de la Policía Nacional Bolivariana de Barcelona y el anexo de Puente Ayala a la salida de la capital anzoatiguense.
Job y otro grupo de jóvenes que el Foro Penal está por determinar en número, están recluidos en el agroproductivo. Sus familiares han conocido que están aislados del resto de la población que paga condena por otros delitos. Además señalaron que una vez que llegaron a Puente Ayala, fueron uniformados y les raparon el cabello.
Para Juana los días se han hecho interminables. Ella contó que las vacaciones que le dieron en su trabajo, en lugar de disfrute ahora se han convertido en pesadilla, pues su hijo está a la espera de su destino.
Cuenta que su chamo fue a la concentración en la pasarela de Boyacá II, pero que no se quedó hasta el final. Cuando estaba llegando a su casa, en el sector barrio Corea de Barcelona, aparecieron unos uniformados de la PNB y se lo llevaron.
Si yo supiera que mi hijo anda en eso de quemar cosas, pues sería la primera que lo traigo, pero él no estaba en eso, más bien se vino antes de que todo pasara. A todos les estan imputando delito de terrorismo, pero los verdaderos terroristas no están presos”, dice.
Petra sostiene que solo ha visto a su hijo de lejos, cuando lo trasladan desde la sede del DIE hasta los tribunales. No ha podido acercarse porque instalaron una barrera a más de 20 metros del comando policial.
“Sabemos que no han sido maltratados. A esos muchachos se les están violando todos sus derechos porque no podemos defenderlos con abogados propios”, dice.
Aunque no en la misma proporción que en los primeros días, los familiares de los detenidos que tomaron como “especie de hogar”, la plaza Eduardo Sifontes de Barcelona, esperan que en milagro les dé la libertad a sus seres queridos.
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