Las calles de las zonas industriales de Carabobo lucen desoladas, las ventas de comida ya no tienen clientes, pues el empleo industrial cayó entre 60 % y 75 % debido al cierre de más de 5400 industrias grandes, pequeñas y medianas, y en las urbanizaciones que se beneficiaban de los programas de responsabilidad social ven mermada su calidad de vida.

Valencia. La devastación de los parques industriales del estado Carabobo no se reduce a números de empresas desaparecidas, sino a puestos de trabajo y familias que quedaron sin sustento. Los sectores que hacían vida alrededor de las miles de empresas que hoy están cerradas también sufren la debacle.

De las 6000 empresas que en el año 2001 integraban el Parque Industrial de Carabobo, solo 600 laboran en 2020 y apenas a 30 % de su capacidad. 5400 de estas industrias se paralizaron o desaparecieron a lo largo de 20 años.

Según indicó a Crónica.Uno Carlos Luis González, expresidente de Fedecámaras Carabobo, el cierre de empresas ha repercutido en la pérdida de más de 600.000 puestos de trabajo.

Fuentes del sector industrial señalan que eso representan entre 60 % y 75 % del total de empleos industriales que existían hasta hace 20 años en la entidad.

Los sectores comercial y de servicios también acusan haber recibido los golpes. Las expropiaciones de empresas fueron la primera advertencia de que las cosas no irían bien para ellos.

José Guerrero, presidente de la Cámara de Comercio de San Joaquín, aseguró que, antes de la pandemia por el coronavirus, del total de comercios que existía en la localidad hace una década, solo se mantenía activo 50 %. “Hay cerca de 640 comercios y empresas que declaran impuestos en la alcaldía. Eso representa la mitad de la actividad comercial que existía hace 10 años”. 

Los comercios que hoy siguen activos están descapitalizados y con muy baja operatividad. Sin contar los efectos que sobre ellos tiene la pandemia, Guerrero indicó que “son comercios que están subsistiendo”. La nómina la han tenido que reducir, comercios que antes tenían 50 trabajadores hoy tienen cinco.

En las zonas industriales hay quioscos de comida abandonados, restaurantes cerrados y ya no se ven los vendedores ambulantes de café que hacían sus ventas entre los conductores de camiones que transportaban mercancía. 

De las pujantes zonas industriales del estado Carabobo solo queda el recuerdo. Empresas de plástico, metalmecánicas, de químicos, fábricas de muebles, chiveras y talleres han bajado la santamaría en los últimos años. Industrias como Clorox, Suramericana de Soplados y Johnson Controls, que fueron tomadas por el Estado, están paralizadas o la poca mano de obra que aún trabaja no tiene poder adquisitivo.

Johana Rojas tiene 14 años vendiendo comida en San Joaquín y en su recuerdo queda que pudo sacar adelante a sus tres hijas cuando al día vendían hasta 60 platos de sopa. En la actualidad, apenas puede vender 10 platos, ya no ofrece el menú variado de almuerzo que consistía en sopa, seco, jugo y hasta café. Indica que todo empezó a decaer en 2015.

La mujer, sentada en una de las 30 mesas vacías de su restaurante, no duda en asegurar que el quiebre económico se debe a que ya no hay trabajadores en las industrias, que las expropiaciones causaron gran daño al sector económico.

En la zona solo se mantienen activas Empresas Polar y Heinz, y una que otra pequeña empresa. Ya no circulan las gandolas con materias primas o que se llevaban los productos terminados. Cada vez hay menos transporte público por la merma en la cantidad de trabajadores. 

Las mesas permanecen vacías en los restaurantes. Foto: Leomara Cárdenas

Rojas recuerda además los efectos que sobre su negocio han tenido la hiperinflación y los controles. “Antes uno podía comer de todo, vender tranquilamente, esto vivía lleno de gente que venían a la hora de la comida, muchas veces se llenaba y quedábamos con gente en cola esperando para sentarse a comer. Ya no es así, ahora debemos pegar gritos, ofrecer la comida y si corremos con suerte vendemos en un día entre 10 y 20 sopas”, relató. 

Otro factor que pone a los comerciantes en jaque es la falta de calidad de los servicios públicos. Deben lidiar con las fallas de electricidad y conectividad que les impide hacer los pagos por transacciones electrónicas. 

El gas doméstico es una ausencia constante en restaurantes y en hogares, así como el servicio de agua potable, que también es escaso. Muchos comerciantes lo padecen, como María Rojas, que cocina a leña y almacena agua en tobos plásticos para fregar los enseres de la cocina. 

Zonas residenciales añoran los aportes de las empresas

El cierre de empresas no deja solamente desempleo, sino también desinversión en las áreas aledañas. Ya no hay industrias o comercios que desarrollen sus programas de Responsabilidad Social Empresarial.

Los vecinos de las zonas industriales recuerdan que las empresas cercanas a los urbanismos daban aportes a las comunidades, los apoyaban en los arreglos de asfaltado, pintura de los cercados perimetrales, alumbrado público, materiales deportivos, entre ellos uniformes, arreglo de canchas y hasta ofrecían planes vacacionales a los niños de las diferentes comunidades.

Arnoldo Granadillo, coronel retirado de la Guardia Nacional, reside en la urbanización San Bernardo en San Joaquín, y agradece haber vivido en una Venezuela que no tenía distingos políticos y mucho menos los gobiernos buscaban polarizar a los venezolanos en dos clases sociales, “el rico y el pobre”. 

Recordó que cuando llegó a vivir en San Bernardo hace 37 años, las grandes empresas resguardaban la urbanización. Heinz, Empresas Polar y otras dos que colindan con la urbanización se preocupaban por el bienestar de la comunidad.

“Si aquí colapsaba una cloaca uno iba y les pasaba un escrito a esas empresas y rápidamente venían a arreglarla. Si faltaban bombillos en el alumbrado pasaba lo mismo”, rememora.

Nada de eso existe ya. Con la crisis económica las empresas que aún existen hicieron recortes de todo lo relacionado con las comunidades y el resto de las que hacían aportes se fueron. 

La urbanización San Bernardo lleva cuatro años con las cloacas colapsadas, no tiene alumbrado público y las calles están llenas de huecos. La Alcaldía del municipio San Joaquín ha recibido las denuncias de los vecinos, pero no ha resuelto los problemas. 

En otras épocas los arreglos hubieran corrido por cuenta de las empresas de la zona industrial, entre otras razones porque la mayoría de sus trabajadores vivían en los alrededores.

En los municipios Los Guayos, Guacara y Diego Ibarra se replica el escenario de desatención en las carreteras de los urbanismos. Para ingresar a la zona industrial de Diego Ibarra, se deben esquivar miles de huecos, además se suma el temor de que el hampa ataque, pues la maleza arropa el camino. 

La debacle alcanza a las alcaldías de los distintos municipios del estado Carabobo que ya no cuentan con los impuestos que aportaban esas empresas.

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