Además de enfrentar unas finanzas golpeadas por la caída de los precios del petróleo, el Gobierno dispone de menos combustible, lo que paraliza la distribución de productos esenciales mientras que las medidas de emergencia anunciadas para el sector privado acelerarían la inflación.

Caracas. La pandemia del coronavirus está causando una crisis económica global que el gobierno de Nicolás Maduro y la población de Venezuela debe enfrentar en peores circunstancias porque el país acumula siete años de recesión con tres de hiperinflación y con unas finanzas públicas en números rojos

La propagación del virus disminuyó la demanda de crudo, lo que llevó a que los grandes actores del sector tuvieran diferencias sobre mantener o no la producción. Esto, en consecuencia, causó una guerra de precios del crudo. El fin de semana (11 y 12 de abril) esas potencias petroleras acordaron un recorte de la producción para que la cotización se recupere.  

Pero la coyuntura del mercado petrolero ha puesto en jaque la finanzas del gobierno de Nicolás Maduro,  administración que además enfrenta fallas de suministro de combustible y un severo deterioro de los sectores clave de la economía, en medio de la cuarentena nacional.    

Así está la economía bajo la pandemia:

Petróleo. La producción petrolera de Venezuela ya venía en declive por los años de desinversión y falta de personal capacitado, a esos factores se añadió el incremento de las sanciones de Estados Unidos en 2019 con lo cual la extracción bajó a un millón de barriles de diarios. Pero en las últimas semanas la producción de Pdvsa ha seguido en declive y está por debajo de los 700.000 barriles diarios.

Finanzas. Durante gran parte del 2019, Maduro sorteó las sanciones a través del apoyo de Rusia, en especial de la petrolera Rosneft que colocaba el crudo venezolano con un descuento en los mercados asiáticos. Pero con las sanciones de Estados Unidos a las filiales de Rosneft, Pdvsa no ha podido despachar petróleo y solo atienden compromisos ya pactados con India e Italia. Las sanciones ya habían afectado las cuentas de la estatal venezolana y ahora el impacto es mayor por la caída de los precios del crudo. La cesta local ha estado por debajo de los 20 dólares. Un reporte del PNUD sobre el impacto económico del COVID-19 en Venezuela señala que la contracción de ingresos petroleros puede oscilar entre 9000 y 17.000 millones de dólares, según la magnitud del comportamiento de los precios. Firmas económicas estiman que los aportes en 2019 pudieron haber estado en 24.000 millones de dólares.

Menos gasolina. Venezuela tiene una capacidad de refinación de 1,3 millones de barriles diarios que en los últimos ocho años se ha visto afectada por la desinversión de la petrolera. El procesamiento es menor a los 300.000 barriles diarios lo que ha llevado a la importación de combustible. Aunque desde hace años las fallas de suministro de gasolina son frecuentes en el interior del país, en 2019 los problemas se agudizaron con las sanciones que inciden en las compras externas. Como parte de las maniobras, la industria decidió que una porción de la factura petrolera se cobrara con gasolina y gasoil. Sin embargo, la disponibilidad se redujo drásticamente por las limitaciones de cambiar crudo por combustible. Hasta la tercera semana de marzo la importación fue de 90.000 barriles diarios, 40 % menos que en los meses previos. La refinación hace una semana fue de 101.000 barriles diarios, reportó Reuters. La mayoría fue diesel y combustible para aviones.

Foto: Tairy Gamboa

Distribución e impacto en abastecimiento. Frente a la menor disponibilidad de combustible y la cuarentena, el Gobierno decidió que el suministro de gasolina y gasoil sería para sectores estratégicos, pero la realidad evidencia que las áreas clave como alimentos y salud afrontan limitaciones para recibir gasolina, lo que está afectando el despacho de insumos a plantas y centros de distribución. Los productores de hortalizas, frutas, queso y leche de estados como Zulia, Táchira, Mérida, Barinas y Monagas usan transporte con gasolina y se les ha dificultado conseguirla. El transporte de carne y alimentos no perecederos usa gasoil, sin embargo, las industrias solo reciben un tercio de lo que necesitan. Productores agrícolas señalan que varios estados del occidente y del oriente del país son los que sufrirán más por la ausencia de comida dada la escasez de gasolina.

Foto referencial / archivo Crónica.uno

Producción e importación en declive. Por el modelo de controles, el aparato productivo se deterioró. El pasado año, y a consecuencia de las sanciones, el gobierno de Maduro flexibilizó las regulaciones aplicadas durante 16 años para dejar que las empresas importaran insumos con sus propias divisas, pero las medidas llegaron tarde, porque ya las compañías estaban trabajando a una menor capacidad y sus ventas bajaron. La caída del consumo ha permitido que lo rotación de los inventarios de las empresas no sea tan alta, aunque hoy día el despacho está en jaque por la falta de combustible. La ausencia de gasolina también pone en riesgo la producción porque las empresas tienen limitaciones para trasladar el personal a las plantas. Fedeagro alertó la semana pasada que los trabajadores no se han podido movilizar a las fincas para preparar la próxima cosecha.  

Ante la menor cantidad de dólares, el Gobierno tendrá que reducir las importaciones de alimentos para el programa de distribución de comida que realizan los Clap. Por tal motivo, hace algunas semanas exigió a las industrias locales elevar los despachos al plan oficial.  

Menos ingresos y aceleración de la inflación. La capacidad de compra del salario ya se ha afectado por la hiperinflación, pero con la cuarentena un sector de la población sufre ante la merma de sus ingresos. El informe del PNUD detalla que los más vulnerables son los trabajadores informales y los pequeños emprendedores, lo que amenaza “la implementación y sostenibilidad del aislamiento”. Con la crisis también se afectarían las remesas, una fuente de ingresos de muchos venezolanos. Ecoanalítica calcula que las remesas serán de unos 1500 millones de dólares cuando el año pasado fueron 3500 millones de dólares. Analistas señalan que al bajar las importaciones para el plan oficial, el Gobierno acelerará la entrega de bonos, gasto que se cubrirá en gran medida con la impresión desordenada de bolívares por parte del Banco Central. La consecuencia será una mayor la inflación que las firmas económicas estiman en 15.000 %.  

Foto: Luis Morillo

Negociar deuda. Maduro tiene otro dilema: pagarles a sus aliados China y Rusia, a los cuales se les tendrían que cancelar más de 3000 millones de dólares. La deuda de Venezuela con China, que fue por préstamos pactados entre 2007 y 2013 por 50.000 millones de dólares, se saldan con envíos de petróleo. El esquema establece que si la cotización del crudo es alta, se envían menos barriles; si cae hay que enviar más petróleo, por tanto, en este momento crítico tendría que despachar más barriles. Por ello, las autoridades venezolanas comenzaron un acercamiento con los bancos chinos para buscar opciones como otro período de gracia en el pago de la deuda, dijo Reuters en marzo. Con Rusia, a la que este año se le deberían erogar 600 millones de dólares, se desconoce si hay conversaciones.


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