Oferta de alimentos en riesgo por falta de gasolina y efectos de COVID-19 en el comercio internacional

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La Organización Mundial del Comercio prevé una reducción del comercio mundial este año de entre 13 % y 32 % como consecuencia de la pandemia. Las importaciones y exportaciones del sector público y privado en Venezuela caen desde hace seis años. Las limitaciones en el comercio exterior ya existían y ahora se agudizan con la crisis por el coronavirus.

Caracas. La presencia de alimentos que se vio en 2019 en los anaqueles estuvo impulsada por una política de importaciones que trajo el surgimiento de bodegones, la pérdida del poder adquisitivo de la población y la relajación por parte del Gobierno en el control de precio de artículos esenciales como la harina de maíz precocida, entre otros.

Ese escenario enfrenta amenazas para repetirse en 2020 debido a la falta de combustible para trasladar la comida y también por los desafíos que representa el comercio internacional en medio de la pandemia por COVID-19.

Desde hace seis años las importaciones por parte de entes públicos y privados se han reducido de forma drástica. En el primer trimestre de 2019 las importaciones del sector público aumentaron 16,5 %, al pasar de $854 millones en 2018 a $995 millones, según datos del Banco Central de Venezuela (BCV). No obstante, es una cifra que no está cerca de lo que compraban los entes oficiales entre 2012 o 2013, en ese momento las adquisiciones trimestrales superaban los 4 millardos de dólares.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) prevé una reducción del comercio mundial en 2020 de entre 13 % y 32 % como consecuencia por la pandemia de COVID-19 en todo el mundo. La propagación del virus tuvo su origen en Wuhan, China, en enero y desde entonces se extendió a más de 200 países. Hasta el 8 de abril el gobierno de Nicolás Maduro registraba 167 personas contagiadas y nueve fallecidos.

En las últimas semanas las colas por gasolina han empeorado en todo el país. Desde los estados productores de hortalizas los campesinos temen perder la cosecha ante la imposibilidad de sacarla de los campos y advierten que esto elevará el precio de los rubros. En la misma situación están los ganaderos. Fedeagro alerta que esto pone en riesgo la alimentación de los venezolanos y desde gremios empresariales y agropecuarios exigen que el Estado garantice el combustible para poder trasladar los alimentos.

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La diferencia entre Venezuela y otras economías es que la pandemia le toma con años de recesión, un sector industrial que opera al 20 % de su capacidad, falta de competitividad, dificultad de acceso a mercados internacionales por las sanciones de EE. UU., debido al sobrecumplimiento que adoptan algunas empresas y la caída de la industria petrolera, que genera unos 700.000 barriles diarios, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo.

Es una economía muy vulnerable, ya su comercio exterior estaba bastante limitado, ahora lo que tiene son mayores barreras para comerciar internacionalmente y para ubicar sus líneas de exportación. Venezuela hace descuentos de entre 25 y 20 % para vender su crudo, ahorita eso no es rentable; mientras que los privados se encontraban con más escrutinios por parte del sistema financiero internacional, si ya era difícil, ahora esos canales están bajo mucho más presión, explica el economista Giorgio Cunto en entrevista a Crónica.Uno.

La OMC prevé una recuperación del comercio en 2021, pero advierte que dependerá de la duración del brote y de la eficacia de las respuestas en materia política. “El comercio de servicios podría ser el más afectado por la COVID-19 debido a la imposición de restricciones al transporte y los viajes”, reza el informe. Asimismo, explican que por las restricciones al movimiento y al distanciamiento social, la oferta de trabajo, el transporte y los viajes se ven hoy directamente afectados como no se había visto en la crisis financiera de 2008-2009.

Cunto señala que las caídas en el comercio son predecibles, motivado a las interrupciones en las cadenas de valor globales y al colapso de bienes transados usualmente. En ese sentido, advierte que Venezuela es muy vulnerable porque para proveerse de bienes esenciales, como materias primas, depende de mercados internacionales.

El Gobierno también cuenta con menores recursos financieros para importar. Una de las razones es el desplome de los precios del petróleo, originada por una guerra entre Rusia y Arabia Saudita. La paralización de las actividades cotidianas genera una menor demanda de crudo, que también impacta en los precios. Esto le corta a Venezuela una de sus principales fuentes de ingresos de divisas.

Sobre los bodegones el economista advierte que también podrían enfrentar grandes desafíos.

Esas importaciones del sector privado comercial o esos nichos que mostraban cierto dinamismo a finales del año pasado, dependen de sus posibles conexiones con el mundo exterior, si hay dificultades en la capacidad importadora, este pequeño sector puede vérselas bastante difícil, dice.

La administración de Nicolás Maduro ha tomado decisiones que también han ido en contra de las alianzas comerciales. Un ejemplo es el cierre de la frontera con Colombia en 2015. Cunto recuerda que las relaciones entre ambos están marcadas por la retórica política, pero también por “realidades prácticas”.

“Por ahí no solo hay un paso considerable de personas, muchas cruzan para adquirir bienes y servicios en Colombia, también hay una red de contrabando y mercado negro, las confrontaciones políticas dificultaban el comercio formal entre ambos países”. (…) Además casi todos los pasos de comercio global están afectados de alguna forma u otra” explica el especialista.

Entre enero y marzo de 2019 las importaciones privadas fueron apenas de 498 millones de dólares, una disminución de 25 % comparada con el mismo período del año anterior. Las cifras divulgadas por el BCV exponían que entre enero y marzo del año pasado las importaciones públicas y privadas fueron $2,94 millardos, 14 % menos que en el mismo periodo de 2018.

Las trabas que enfrenta el comercio internacional podrían traducirse en más dificultad para los venezolanos en el acceso a bienes y servicios, así como un repunte en los precios de los productos, en un país donde la inflación no da tregua. A juicio del economista y profesor de Estadística de la UCAB, si el Ejecutivo decide reforzar los controles de precios, esto también agravaría la oferta de alimentos. Algunos estados ya son más afectados por la falta de combustible.


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