El Olímpico a casa llena y la vuelta de un grande 54 años después

boca juniors

Boca Juniors de Argentina pasó por Caracas y se encontró un estadio sorpresivamente repleto pese a la crisis económica y los problemas de transporte en la capital.

Caracas. El estadio Olímpico de Caracas recibió esta semana a un equipo de sangre azul. Azul y oro para ser más exactos, por los colores del Boca Juniors argentino, un gigante del fútbol suramericano que no se presentaba en el estadio de la capital desde 1966.

El cuadro xeneize —apodo que recibe en homenaje a la población italiana que vivió en el barrio de Buenos Aires y le dio nombre al equipo— es el segundo más popular de América Latina solo detrás de Chivas de Guadalajara y también es el segundo más veces campeón de la Libertadores con seis cetros, uno menos que el Independiente de Avellaneda.

El coso de los Chaguaramos lució un rostro más que aceptable en su gramado para recibir al bando boquense y servir de hogar para la oncena local, el Caracas FC, que hace vida en el recinto de la UCV junto con Metropolitanos, Deportivo La Guaira, Atlético Venezuela y la escuadra universitaria que juega en la Segunda División venezolana.

Las expectativas por ver a un grande en el país desbordaron cualquier previsión, sobre todo por la crisis económica que azota a todos los sectores y al costo de las entradas. Los precios de los boletos en la tribuna principal se vendieron entre 20 y 30 dólares al cambio y son incluso más costosos que los tickets para ver a la Vinotinto en el inicio de las eliminatorias mundialistas en Mérida, donde el papel más caro ya está por los 10 verdes en segunda etapa.

Si al costo de la principal le añadimos el horario impuesto por la televisión de las 8:30 p. m., un martes en una ciudad con poca y deficiente oferta de transporte, la asistencia de 15.307 espectadores tumbó cualquier quiniela e hizo valer la llamativa estrategia de redes sociales de los avileños para motivar a sus seguidores a “defender Caracas” en las tribunas.

Seguridad, tarifa abusiva y gente parada en gradas

La organización del partido en la capital contó con un notable operativo de seguridad en todos los accesos al escenario, en las rutas hacia el estadio e inclusive en el estacionamiento estructural de la UCV. Es rescatable que, a diferencia de épocas pasadas, el dispositivo se mantiene hasta el desalojo del público en todas sus áreas. Anteriormente, después del pitazo final no se veía mayor seguridad en las rutas al Olímpico ni mucho menos en el espacio para estacionar.

El acceso en carro al estacionamiento estructural por Ciudad Universitaria fue muy lento, sobre todo conforme más se acercaba la hora del arranque del compromiso. De hecho, las colas vehiculares llegaron casi hasta la estación de Los Símbolos y mucha gente entró después de la media hora de partido. La tarifa de tres dólares pareció abusiva en el “parqueadero” principal.

Como es costumbre, la diferencia entre la oferta gastronómica de la principal y las gradas es abismal. En la popular hay muy pocas opciones y en la tribuna techada la variedad hace recordar las franquicias y los puestos que hacen vida en la temporada de beisbol. Con la cantidad de baños disponibles en la dos zonas ocurre algo parecido.

En el acceso a las gradas, donde por un tema de aforo fue la mayoría de la gente, hubo un problema: la cantidad de aficionados parados o sentados en las escaleras, algo delicado por seguridad, lo que hace pensar que, o ingresó gente por los “caminos verdes” o se habilitaron para la venta incluso las sillas que no podían utilizarse por normativa Conmebol y el espacio reservado para los visitantes que no llegaban ni a 100 personas. De lo contrario, ¿dónde estaban los puestos de esos asistentes que compraron entradas a cinco dólares para la parte no techada? Son detalles mejorables en la organización.

Un grito de gol que retumbó en toda la capital 

En el terreno lo mejor de la noche fue el golazo de tiro libre del capitán del Caracas FC, Robert Hernández, quien puso el balón en el ángulo superior izquierdo del portero visitante Esteban Andrada y empató la pizarra 1-1 en el segundo tiempo.

El tanto unió en un solo grito a los más de 15.000 espectadores y volvió a recordar la grandeza del fútbol, acaso la única disciplina donde en 90 minutos un equipo con una plantilla de seis millones de euros puede igualar con una oncena aristocrática como Boca, cuyo valor de mercado supera los 111 millones de euros.


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