Buscar tratamiento oncológico en Aragua es más abrumador que el mismo cáncer

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Dos mujeres periodistas del estado Aragua compartieron sus testimonios de cómo han tenido que enfrentar y tratarse el cáncer, sin recursos económicos y con un sistema sanitario público colapsado y escaso en el tratamiento de esta patología.

Maracay. A Gina Reyes y Nélida Urquiola las une el periodismo y también la lucha contra el cáncer. Ambas comparten los grandes retos emocionales, físicos y económicos a los que se enfrentan para superar la enfermedad, en medio de un colapsado y deficiente sistema de salud público y costosísimos tratamientos oncológicos que ninguna ha podido sufragar por sus propios medios.

Ambas dieron su testimonio durante el foro “¿Cómo superar la adversidad? Relatos de vida de periodistas”, que promovió el Colegio Nacional de Periodistas, seccional Aragua, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

“Requerir y buscar asistencia médica en los centros hospitalarios públicos a veces resulta más traumático y abrumador que la misma enfermedad”, dice Gina Reyes Demeis, periodista con más de 30 años de experiencia como reportera y en el área institucional en el estado Aragua.

Este capítulo de su vida lo ha llamado “Lo malo, lo feo y lo bueno”. De lo malo, recuerda cómo tras postergar por mucho tiempo una revisión rutinaria, finalmente en una consulta en la Sociedad Anticancerosa de Aragua recibió la noticia que nadie quiere escuchar.

Pese al abrumador e inesperado diagnóstico, Reyes Demeis comenzó un recorrido tortuoso para conseguir los recursos económicos que necesitaba a fin de cubrir la larga lista de exámenes clínicos y la compra de insumos y medicamentos que requería para su impostergable intervención quirúrgica.

Reyes abandonó el reporterismo para dedicarse a su otra gran pasión: la confección de ropa. De ello ha vivido desde su último empleo como corresponsal en el diario El Carabobeño. Y con la costura ha apoyado a sus tres hijos varones, no sin dificultades propias y devenidas en un país en crisis y con unos salarios e ingresos paupérrimos e insuficientes.

Así que, dejando a un lado la vergüenza, apeló a la solidaridad de amigos e instituciones que no dudaron en su mayoría en darle la mano. Gran parte de los exámenes clínicos se los realizó en centros privados, algunos con costos superiores a los 200 dólares, amén de los gastos postoperatorios.

El ingreso al Hospital Central de Maracay fue casi que un milagro. La intermediación de su médico tratante facilitó su inclusión en la larguísima lista de operaciones electivas del principal centro asistencial de la región.

Allí debí enfrentar las condiciones poco amigables de este centro de salud. Lo feo de mi historia ha sido enfrentar esta enfermedad dentro de un hospital en total abandono y desidia y cuyas instalaciones físicas han sido arropadas por la irresponsabilidad gubernamental”, contó.

Baños que no funcionan, aseo y desinfección de las habitaciones por parte de los propios pacientes y sus familiares, dos duchas y una poceta para toda un ala de hospitalización, alimentación deficiente que consta de arepas rellenas de mortadela para el desayuno y la cena y un arroz aliñado, también con mortadela, para el almuerzo, fue lo que enfrentó Reyes durante su “estadía” en el hospital.

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Nélida Urquiola enfrenta por segunda vez al cáncer. foto Gregoria Diaz

Lo más feo –recuerda– fue escuchar a las enfermeras decir que reciclarían las inyectadoras si el paciente no había comprado las suficientes o que no había adhesivos para sujetar una intravenosa.

Pese a todo, está agradecida por la mística del escaso personal médico y de enfermeras del HCM. Su agradecimiento también va para los amigos, conocidos y hasta extraños, por el apoyo económico recibido a través de donaciones, rifas y campañas de recaudación, sin el que hubiese sido imposible cubrir los gastos de su intervención. Su lucha sigue.

Una mala combinación

Qué se iba imaginar Nélida Urquiola que ese “intruso”, cuyo nombre le ha causado fobia toda su vida, se instalaría en una de sus mamas. Lo supo en 2011 mientras trabajaba como periodista institucional. Un pinchazo en su mama derecha y luego una pequeña dureza la obligaron a realizarse evaluaciones médicas, incluyendo una biopsia.

Un mes después, le confirmaron lo que tanto temía. El tumor era pequeño pero muy agresivo. Su extirpación era urgente y suponía una posible mastectomía.

Fue operada, recibió quimioterapia y su recuperación fue rápida. Lo que seguía eran sus controles regulares, primero cada tres meses, luego cada seis y, posteriormente, una vez al año.

Para entonces uno podía acudir a una clínica privada. Con el tiempo se hizo cuesta arriba y fui postergando los chequeos”, se increpa ella misma, al saberse un ejemplo de lo que no se debe hacer cuando se padece de cáncer.

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La Sociedad Anticancerosa acaba de inaugurar una sala de quimioterapia para pacientes con cáncer de cuello uterino. Foto cortesía SAEA

Le mintió a su familia por varios años y, en plena pandemia por la COVID-19, sintió nuevamente la dureza en la misma mama. Se excusó en las restricciones impuestas, en el fallecimiento de su padre un año después y en la recaída de su madre por el virus. Para 2022, ya los costos devenidos de los exámenes requeridos estaban fuera de su presupuesto.

“Así que busqué ayuda entre algunos conocidos y miembros de la Sociedad Anticancerosa de Aragua”, contó Nélida Urquiola.

Más del 90 % de las mujeres con tumores malignos no pueden acceder a los tratamientos de radioterapia y quimioterapia, según datos de la alianza Salud para Todas recabados en 2020.

La lesión de Urquiola había crecido, así que su médico le puso fecha inmediata de operación. Paralelamente, Nélida retomaba una vieja relación sentimental con compromiso matrimonial. Pero un infarto fulminante de su pareja acabó con ese sueño y le trajo una profunda depresión.

Depresión y cáncer es una combinación letal y debí buscar apoyo psicológico. Así que estoy preparándome para el protocolo de quimio o radioterapia, de pie, rodeada del apoyo familiar, de mis médicos y la fe puesta en Dios”, dice esperanzada Nélida Urquiola.

Escasas alternativas

Aragua es el quinto estado con más cantidad de fallecimientos por cáncer y el segundo con un crecimiento considerable en los porcentajes de mortalidad por la enfermedad, con 21,52 %, después de Anzoátegui con 33,02 %, según el estudio “Mortalidad e incidencia del cáncer en Venezuela 2021”, realizado por la Sociedad Anticancerosa de Venezuela y el Centro de Matemáticas aplicadas de la Universidad Simón Bolívar.

En 2021, se registraron 100,7 muertes por cáncer, por encima de la media nacional, que es de 91,2 fallecimientos oncológicos por cada 100.000 habitantes.

Dos años antes, la Sociedad Anticancerosa en Aragua registró 119 casos de neoplasias o tumores durante las pesquisas y consultas realizadas en la región, de los cuales 79 resultaron malignos.

Gina Reyes, periodista de Aragua y paciente oncológica. Foto Gregoria Diaz

Pero en Aragua opera una sola unidad pública de quimioterapia: la Unidad de Medicina Nuclear en el Hospital Central de Maracay. Desde su inauguración en 2008 como parte del convenio entre Venezuela y Argentina ha atendido unos 600 pacientes anuales y entre 60 y 65 pacientes mensuales, muchos provenientes de otros estados del país.

El Instituto de Senología de Aragua, inaugurado en 2009, solo ofrece los servicios de mamografía, ecografía y estereotaxia, así como histerectomía total o parcial, corte congelado, biopsias intraoperatorias o por trucut; además de unidades de psiquiatría.

En enero de 2023, la Sociedad anticancerosa del estado Aragua inauguró el servicio de quimioterapia tipo ambulatorio, que en principio solo atenderá por día entre 60 y 80 pacientes con cáncer de cuello uterino y que, a su vez, estén recibiendo tratamiento de radioterapia.

El servicio no es gratuito, pero entre las escasas alternativas de unidades oncológicas privadas en el estado, los costos son menores.

El Instituto venezolano de los seguros sociales anunció el pasado 6 de febrero en su portal web sobre la rehabilitación, ampliación y activación de unidades y salas de quimioterapia en diferentes estados del país. Aragua no está incluida en esta lista.


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