El inicio de la vigésima primera Copa del Mundo despertó muy poco interés en una ciudad que se limita a sobrevivir en medio de la crisis.

Caracas. Ni banderitas en los carros ni souvenirs en los quioscos. Lo que suele ser una fiesta para los venezolanos, sin importar que la Vinotinto nunca haya clasificado, pasó inadvertido en las primeras horas desde que rodó el balón en Rusia.

La crisis política y social que asfixia al país parece dejar muy poco espacio para seguir el Mundial. En las calles de Caracas se habla poco del evento y en algunos centros comerciales de masiva concurrencia se notó poco interés durante la jornada donde la selección rusa se enfrentó a Arabia Saudita en Moscú.

A las 11 de la mañana, en el Centro Comercial Líder, una pequeña venta de accesorios para teléfonos celulares exhibe la figura de Zabivaka, un simpático lobo con lentes que funge como la mascota del evento. Arriba en la feria del mall, los televisores para el público en general no tenían sintonizado el partido y apenas un grupo de estudiantes de bachillerato se acercó al monitor de una pizzería que sí tenía el encuentro a través de la señal de Meridiano Televisión.

Más allá, un vigilante estaba sentado enfrente de uno de los otros dos establecimientos que tenían la apertura en pantalla. Niveles arriba, el panorama no era muy distinto. Una barbería y un restaurante italiano presentaban decoración alusiva al certamen con las banderas de las 32 selecciones participantes.

Al preguntar por camisetas en una de las tiendas deportivas que visten a algunos combinados en Rusia, el vendedor contesta “no las tenemos ni ningún producto alusivo al Mundial, quizás en la tienda de abajo”, pero ese comercio de las tres rayas —la competencia— estaba cerrado y sin rastros mundialistas en sus desoladas vitrinas.

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Donde sí tienen el balón de la Copa es en un local del Unicentro El Marqués. Al menos el diseño es el mismo del Telstar, aunque el precio de menos de 48 millones y medio de bolívares sugiere que posiblemente sea una imitación. En Mercado Libre, el cuero se comercializa a no menos de 65, pero igual en Venezuela el sueldo mínimo integral vigente es de algo más de dos millones y medio y no muchos ganan ese monto mensual. Se ha vendido bastante bien. Sacamos unos 20 balones semanales y ya mandamos a encargar más, responde uno de los encargados antes de añadir que los que compran el esférico “son gente que trabaja con el Gobierno”. Allí las camisetas también brillan por su ausencia.

En los alrededores de la redoma de Petare, los únicos productos que ofrecen los buhoneros —y a precios elevadísimos— son los de higiene personal y algunos de la cesta básica como harina precocida de maíz, pasta, aceite y margarina. En esos predios probablemente ni saben quién es Zabivaka, si bien más hacia el centro tampoco se le ve mucho. Cerca de la plaza Bolívar se venden bolsitos de dudosa manufactura con logos del Mundial y los equipos a 4,8 millones de bolívares. Y en la feria de una institución pública hay cófres de madera y bufandas con los logos de los seleccionados a un 1,8 millones y cinco millones, respectivamente.

En la plaza Alfredo Sadel de las Mercedes, la Alcaldía de Baruta montó una pantalla gigante pare ver todos los partidos y además en cada jornada hay actividades culturales y recreativas En la misma onda, la Embajada de Alemania en Venezuela se unió con la Alcaldía de Chacao para organizar el domingo a las 10 de mañana una suerte de feria del Día del Padre en la Plaza Los Palos Grandes con la proyección del choque inicial de la campeona del mundo. Quizas en esos dos espacios públicos los goles sí se griten, aunque por ahora el ánimo de sobrevivencia capitalino no parece cambiar ni con una genialidad de Messi.

Foto: Cortesía


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