Mientras en Valencia surten gasolina sin contratiempos en el interior carabobeño la escasez se acentúa

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Conductores indicaron que conseguir gasolina en el interior del estado Carabobo es una odisea. Reducción de cupos para surtir, mafias y poca distribución, serían la causa de la escasez de combustible en zonas alejadas a la capital carabobeña.

Valencia. Cada vez que se acrecienta la crisis de gasolina en Carabobo, sus habitantes se tienen que someter a un régimen de largas colas hasta que la escasez baja. Hace dos semanas, el gobernador Rafael Lacava, aseguró que el problema del combustible estaba solucionado. 

De inmediato en las gasolineras de Valencia, San Diego y Naguanagua, se hizo evidente la disminución de la crisis, pero… Mientras más distante se está de la capital carabobeña, más evidente es el problema y este se subdivide en varias aristas. 

Ejemplo de ello es el municipio Carlos Arvelo, el cual cuenta con cinco estaciones de servicio distribuidas de la siguiente manera: Dos en Güigüe, dos en Central Tacarigua y una en Belén. De estas cinco, tres son subsidiadas. 

Sin embargo la crisis de combustible en el municipio es más grave que en el Área Metropolitana de Valencia. Fernando Meléndez, trabaja como herrero y ve con preocupación como las dos estaciones de Central Tacarigua, la de Las Tinajas y la ubicada en Boquerón (subsidiadas), pasan hasta una semana sin surtir, pero en los peores casos, la escasez puede extenderse hasta tres semanas.

“Eso no es fácil. A mí me ha tocado estar hasta una semana en cola porque cada vez son pocos números y uno necesita echar su gasolina”, comentó.

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La opción de viajar a Güigüe no es viable porque en esa zona las colas son mayores y a Belén queda a una hora de distancia.

Cómo herrero debe estar viajando constantemente para llevar piezas a empresas o servicios particulares. Sin embargo, los días que se queda sin combustible no puede ganar dinero. “Estamos en diciembre y así no se puede trabajar y mucho menos vivir, pero lo peor es cómo juegan con uno”.

Este juego expresado por Meléndez, va vinculado a la presunta corrupción que asegura existe en las estaciones de servicio. Al parecer, en una de las bombas de Central Tacarigua, la propietaria ha ido de manera progresiva, disminuyendo los cupos para el servicio subsidiado.

“Antes eran 200 cupos, luego bajaron a 150, después a 100 y la última vez dieron entre 80 y 89”, dijo. 

Meléndez refirió que la medida tiene como intención que la familia a cargo de la estación obtenga mayores ganancias, ya que si solo 80 personas recargan su tanque, el resto llenan a precio dólar, pero no es a la tasa fijada por el Banco Central de Venezuela, sino una inferior. 

Si es verdad que con menos dólares echo hasta 60 litros, pero cuando trabajas con tu vehículo eso no te dura nada. No es como antes que tú ibas llegabas a la bomba y llenabas. Yo he pernoctado muchas veces y eso da hasta miedo, porque uno no sabe si hasta te roban”, señaló.

La situación en dicha estación de servicio ha escalado. De acuerdo con Meléndez, la propietaria de la bomba tiene el respaldo de la Guardia Nacional, lo que ayuda a impartir temor en la ciudadanía, pero hay algo más.

Ella es abogada y muchos sienten que al serlo tiene la ley de su lado y que ella puede mover cielo y tierra para que nadie la perjudique y el miedo es rudo mano”, aseguró.

A su juicio, la GNB lejos de luchar y salvaguardar los derechos de la ciudadanía, luchan por los derechos económicos de la dueña de la bomba

En el último intento por surtir su vehículo, Meléndez no pudo llenar el tanque, aunque se le hizo entrega de un número, pero le dijeron que no había más. “Es triste porque en esos casos uno no se queja porque te marcan”.

Ser marcado es igual a que te nieguen la recarga de gasolina, es como estar fichado. 

Fernando Meléndez no es el único en vivir una “experiencia de marcado”. A Diego Ocando, quien también vive en Central Tacarigua, le ocurre a diario, de hecho, su temor es tal que no da su nombre por miedo a ser vetado. 

Yo soy mototaxista y me conoce mucha gente, entonces no quiero que al llegar a la estación me digan tu no. Uno no está para que le pongan las cosas a uno más difíciles de lo que ya están”, refirió.

Ocando afirma gana entre 6 y 7 dólares por día y cuando más lo hace son los fines de semana, que llega hasta los $12, pero lleva cuatro días sin trabajar por la escasez. En algunas oportunidades tiene que ir hasta la Autopista Regional del Centro para bastecerse.

“Eso no es siempre, una moto no tiene la misma capacidad de llenado que un tanque así que me toca esperar”, contó.

“Que los dueños de las estaciones de servicio estén haciendo negocios con el combustible es algo “imperdonable”, dice Ocando quien además hace un llamado al gobernador Lacava para que ponga control sobre las bombas de Carlos Arvelo. “Nos tienen olvidados. Si esto fuera Valencia las cosas serían distintas, pero aquí no le importamos a nadie. Nos ven como monte y culebra”.

Aunque Carabobo cuenta con la refinadora El Palito, esta se encuentra inoperativa tras las diversas fallas que ha sufrido la planta de fraccionamiento de craqueo catalítico, por lo que Amuay y Cardón mantienen al país a una baja producción. Sin embargo, algunos expertos señalan que la escasez vivida se debió en el retardo de un barco proveniente de Irán con cerca de 2 millones de barriles entre gasolina, gasoil y Diesel.


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