Solo del Hospital Clínico Universitario de Caracas se han ido, entre 2020 y lo que va de año, 795 trabajadores. Se van por los bajos salarios y los pocos o casi nulos incentivos económicos.

Caracas.  ¿Cuánto gana usted? La pregunta de rigor. Menos de dos dólares al mes. Aquí el que no mata tigres no come”. La respuesta sin vigor. Sin fuerzas, sin brío, sin ánimo, sin aliento.

Ramírez, el señor que pasa la mopa por los pasillos del Clínico Universitario de Caracas, gana “una miseria” y sobrevive con la ayuda de compañeros y familiares. Él es uno de los pocos que queda en el área de mantenimiento de este hospital tipo IV de referencia nacional. 

Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de Fetrasalud, dijo que solo en ese centro asistencial entre 2020 y lo que va de 2021 se han ido 795 trabajadores sanitarios, prácticamente 50 % de la nómina.

Y se han ido, de acuerdo con el dirigente sindical, por los bajos salarios que no compensan la prestación del servicio ni garantizan calidad de vida: “Este gobierno de Nicolás Maduro lo que ha hecho es destruir el empleo.  Muchos no van a sus puestos porque gastan más en pasaje, otros renuncian, otros se van del país”.

Eso, comentó, ocurre en todos los hospitales de la red pública, por ejemplo en el J. M. de los Ríos, donde hay servicios como Neurocirugía y Cardiología cerrados por la falta de personal

“En la Maternidad Concepción Palacios se han ido como 200 trabajadores. La situación es muy crítica, pues no solo se trata del salario, no hay condiciones laborales. En Los Magallanes de Catia, por ejemplo, un baño que está en la planta baja fue recuperado por una camarera y ella es la que lo mantiene limpio, pues no hay baños en las instalaciones asistenciales”, añadió.

Según Zambrano, desde 2018 se ha mantenido una paridad entre el dólar oficial y el paralelo y al Gobierno se le olvidó indexar los salarios: “No hemos visto ninguna medida de austeridad desde el Ejecutivo, más bien ellos se ven cómodos y del lado de los trabajadores es que se ve la crisis, el sufrimiento, la migración forzada, la gente prefiere irse a la economía informal, aquí el que no mata tigres no come, como dicen popularmente”. Matar tigres es una expresión popular para referir que se tienen dos o tres trabajos, además del ingreso fijo formal.

Hay enfermeras vendiendo comida, productos de higiene de fabricación propia, obreros con más de 20 años de servicio haciendo reparaciones domésticas, haciendo carreras con sus carros, están fuera de la red pública, precisamente, por la precariedad del salario.

“Y ahora hay una modalidad que está aplicando el Gobierno de retener salarios o pagar la mitad del sueldo, y ya tenemos varios casos de trabajadores que son jubilables a los que se les ha suspendido el ingreso por retaliación, incluso a los que están hospitalizados con COVID-19, a las embarazadas. Tenemos más de 100 casos y cuando los llevamos ante la autoridad competente hay que esperar hasta un año para la restitución del beneficio”, denunció.

Citó el Oncológico, donde en 2020 se vieron afectados 90 trabajadores, porque la jefa de personal tomó la decisión de desincorporarlos.

“La nómina del sector se ha visto afectada en más de 40 %. Si en 2018 éramos 500.000, ahora debe haber cerca de 300.000 trabajadores sanitarios. La gente está desmotivada y está haciendo magia para sobrevivir”, aseguró.

Zambrano recordó que el 30 de diciembre de 2019 se cumplió un año y medio desde que dejaron de enviar recursos a los hospitales. En enero de 2020, empezaron a enviar del 100 % de los recursos 5 %, pero esa asignación llegó hasta abril en pleno desarrollo de la pandemia: “Desde mayo de 2020 los hospitales no reciben dinero para su funcionamiento y eso se nota en la falta de mantenimiento, en el mal estado de las ambulancias, en los pasillos sin luz, en los centros sin agua, incluso no hay equipos de bioseguridad para las áreas COVID-19”.

La huida del personal al parecer no se detendrá con las condiciones actuales de la economía y, sostuvo el líder sindical, “mientras las cúpulas políticas no busquen una salida a la grave situación que arrastra a todos los trabajadores de la administración pública, en donde el que no mata tigres no come”: “Fíjate que hasta el tema de las vacunas se ha criminalizado, cuando en Venezuela lo que debe sobrar es esfuerzo para que entremos en el programa de inmunización, para que se proteja al personal de salud, a la tercera edad, a los niños, a las embarazadas; pero por la politiquería no avanzamos, mientras en todos los países ya se están preparando”.

¿Qué hacer?

Los delegados hospitalarios retomaron las asambleas. Iniciaron el 19 de enero en el José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia, donde los trabajadores se quejaron por la desidia y el abandono.

Este 3 de febrero se reunieron en la Maternidad Concepción Palacios, desde donde anunciaron la ruta de la paz, una serie de acciones de calle para mantener vivo el reclamo por las reivindicaciones. La primera del año se realizará el próximo 10 febrero en los alrededores del J. M. de los Ríos.

También cada centro tendrá su agenda de protesta interna. La semana entrante le tocará al Clínico Universitario.

“Y cada fecha de celebración o efeméride se usará para alzar la voz. No nos vamos a quedar de brazos cruzados, mientras muere la gente y colapsan nuestros hospitales, en donde incluso no están funcionando las morgues”, señaló.

El cuarto reporte del monitoreo de hospitales de Monitor Salud señaló que para diciembre de 2020 no estaban funcionando 17 morgues, 11 de ellas en la región central del país.


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