Estar sin agua significa que pasan el tiempo sin aseo personal (en especial las mujeres que tienen la menstruación), sin lavar los baños ni la ropa, y la mayor parte del tiempo acarreando tobos desde las pocas cisternas que logran subir al sector Las Casitas, en la parte alta de la parroquia.

Caracas. 2020 terminó en la parroquia La Vega con repetidas protestas por la falta de agua, y 2021 no varió. Ha transcurrido solo un mes y, por tubería, solo han recibido agua dos veces al mes en los sectores de la parte alta. Esta problemática mantiene a los vecinos en la calle reclamando este derecho fundamental.

Estar sin agua significa que pasan el tiempo sin aseo personal (en especial las mujeres que tienen la menstruación), sin lavar los baños ni la ropa, y la mayor parte del tiempo acarreando tobos desde las pocas cisternas que logran subir al sector Las Casitas, en la parte alta de la parroquia.

Las etiquetas #AguaLimpiaYa, #LaVegaExigeAgua, #LaVegaSinLuz y #BastaDeCisternas son harto conocidas en la población que maneja grupos de Whatsapp y otras redes sociales. A través de esas herramientas se han hecho eco de sus quejas y reclamos sin que hasta los momentos las autoridades den la oportuna atención.

Aislados en la ciudad

Enero cerró con protestas por la deficiencia de todos los servicios públicos. Los llamados de atención fueron dirigidos a Hidrocapital, Corpoelec, Cantv, Supra Caracas y a las empresas distribuidoras del gas por bombona.

En medio de todo el caos de los servicios ocurrió la masacre, definida así por las organizaciones que defienden los derechos humanos, en la que murieron 23 personas, algunas de ellas ni siquiera vinculadas con las bandas de delincuentes. El luto se hizo presente en muchas familias agobiadas ya por la precariedad, en una de las parroquias que se ha hecho un espacio notable en las redes sociales.

En síntesis, los vecinos que monitorean su día a día contabilizaron, en la parte alta, una semana sin Internet, solo dos días de envío de agua y los días 30 y 31 sin energía eléctrica.

Jairo Pérez, líder vecinal y que este lunes dictó un taller para prevenir el maltrato a los adolescentes, explicó que hay un grupo organizado para atender los problemas locales y que está, con el apoyo de una docente, sistematizando las fallas y las acciones que realizan para tener eco ante las autoridades.

Las protestas por agua, que reciben dos veces al mes, lideran las actividades, los pancartazos y el envío de cartas a las autoridades. 

Desde el 9 de enero, dijo Pérez, no envían el agua a más de 30 sectores y a 18 bloques de la parte alta, de 16 pisos, donde viven en cada uno ocho o 10 familias. En Los Mangos, por ejemplo, que es el eje cuatro, hay 18 consejos comunales y cada uno tiene entre 300 y 800 familias afectadas por la sequía obligada.

Dijo que ahora viven en ascuas por los bajones y cortes eléctricos. Cuando eso ocurre, denunció, se cae el Internet –específicamente en el sector Las Casitas– y eso afecta la conexión de la red. Aunque llegue la luz, la comunidad se queda incomunicada hasta por ocho días porque la tarjeta que suministra el servicio se desconfigura y para que se actualice deben ir los técnicos de la compañía telefónica.

Otro de los males que los agobia es la cantidad de basura y botes de agua que hay en las calles. Y aunque se ven cuando hay servicio por tuberías –agua dos veces al mes–, lo que se derrama es mucho y ya está permeando el asfalto, al punto de que en Los Mangos hay una parte de la vialidad cediendo y si se hundiera podrían quedar incomunicados.

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Con autogestión, los habitantes han podido reparar algunas fugas, pero hay trabajos de envergadura que requieren maquinaria pesada: “Y ya eso es difícil que salga del bolsillo de la ciudadanía. Hemos enviado muchas cartas a la empresa hídrica y a la alcaldía, sin respuestas satisfactorias”.

El pasado 22 de enero en la parte baja de la parroquia se hizo un trabajo social de parte del Ministerio de Interior y Justicia y la Alcaldía de Caracas que incluyó: cedulación, asesoría jurídica, jornadas de salud en medicina general, pediatría, odontología, vacunación, atención a niños, niñas y adolescentes, al adulto mayor, entrega de ayudas técnicas, clínicas deportiva de taekwondo y boxeo; además de conversatorios sobre la discriminación racial, prevención en el consumo de sustancias estupefacientes y recordatorio de las medidas de bioseguridad para eliminar los factores de riesgo de contagio de la COVID-19. 

Pero de esas jornadas, dijeron los vecinos, no salió un plan de acción para reparar las vías que por toda la parroquia están minadas de huecos o para mejorar el suministro de gas por bombonas que –de acuerdo con la señora Ana Díaz– mantiene a los residentes haciendo colas para esperar los camiones, lo cual obliga a los habitantes a buscar prácticas alternativas para surtirse, como pagar los cilindros en dólares, ir a otras comunidades y usar leña.

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, OVCS, el gas doméstico fue la principal exigencia de los venezolanos en 2020. Con 2109 exigencias figura como el servicio más demandado a escala nacional, con un promedio aproximado de seis protestas diarias. 

En enero de 2021 esa realidad no disminuirá, pues lo que ven los vecinos de la parte alta de la parroquia La Vega, en el suroeste de Caracas, es más retardo, 15, 20 días, de los camiones surtidores.

Igual realidad es la vivida por la escasez de agua dos veces al mes. El mismo OVCS documentó 1833 protestas para exigir agua potable, lo que representa un promedio de cinco diarias. En La Vega es casi a diario, las dos primeras semanas de enero pudieron disfrutar del servicio solo dos veces. Esta grave situación se acentúa y continúa sin solución, lo que aumenta el riesgo de la población al no poder lavarse las manos, limpiar las superficies y mantener la higiene adecuada para hacer frente a la COVID-19, enfermedad muy activa en esa zona.


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