Enfermera con COVID-19: “10 años trabajando en el Pérez Carreño y cuando fui de emergencia no me atendieron”

Enfermera con COVID-19

Se contaminó trabajando en el servicio de Hemodiálisis. El resultado de su PCR se lo dieron luego de 17 días de presentar los síntomas.

Caracas. “10 años trabajando en el Pérez Carreño y cuando necesité, como paciente, que me ingresaran, no fue posible”. Rosa, enfermera con COVID-19, tiene un mes enferma. Se contaminó en el área de Hemodiálisis, donde estuvo en contacto con enfermos positivos al virus

En el hospital tardaron 17 días para entregarle el resultado de la PCR, no la apoyaron con medicinas y cuando presentó dificultad para respirar no la ingresaron, pues la emergencia estaba colapsada. 

No por ser personal de salud te va mejor en un hospital cuando eres paciente con cuadro clínico de COVID-19. 

Igual para estos trabajadores, si es que logran llegar hasta una cama, las frases no hay rayos X, no hay laboratorios, no hay agua, no hay insumos son parte de la cartilla que les leen, incluso sus mismos compañeros. 

A Rosa*, quien es licenciada en Enfermería, con cargo de enfermera 1 en el Hospital Miguel Pérez Carreño, y con una carrera que se aproxima a los 11 años, se le presentaron los síntomas a mediados de julio.

De inmediato, buscó hacerse la prueba del hisopado: “Y cuando el doctor vio mi placa me dijo: Esto es COVID-19 donde vaya. Me recomendó aislarme en mi casa y así lo hice, y menos mal, porque el resultado –no importó que soy personal del hospital– me lo dieron en 17 días. En este tiempo, si me hubiese quedado trabajando, el contagio a otras personas tal vez sería enorme”.

Rosa no recibió ayuda dentro del hospital. Todo su tratamiento, dijo, lo costeó ella con la colaboración de otros compañeros, que le facilitaban la Vitamina C, por ejemplo.

“Pero eso fue porque uno es pila, y se mueve, de otra me hubiese muerto en el hospital. Yo me interné en mi casa, porque tengo comida y agua con toda seguridad y por lo menos podía comprar una pastilla. Quedarme en el hospital sabiendo las condiciones en las que está era muy peligroso”.

Contó que antes de su contagio y el de otra enfermera, era todo un protocolo para que les entregaran los insumos de protección.

“Ese era un tema que ya estábamos hablando entre las compañeras. Incluso estábamos pidiendo que nos hicieran las pruebas, pues el hospital tiene un alto grado de contaminación. Después de conocerse mi caso y el de la otra enfermera, fue que empezaron a aflojar más los equipos, pero igual no es mucho lo que se puede hacer porque el edificio no es salubre y todo el mundo está muy expuesto y, al igual que el resto de las personas, los  trabajadores pasamos muchas calamidades”.

Rosa empezó con fiebre, malestar general, dolor de cabeza, pérdida del apetito y no reconocía los sabores; y cuando ya no respiraba bien llamó a una amiga para que la fuera a buscar. Eso fue hace dos semanas.

Llegó al hospital como a las 8:00 p. m. y con la misma se regresó a su casa: “No me atendieron, los médicos estaban colapsados y no me iba a quedar ahí viendo cómo está el hospital, porque a uno le da tristeza; es una decepción en todo el personal, desde los camilleros hasta los médicos. No se trata de que yo, por ser trabajadora, quería una atención VIP, es que no me quería morir esperando atención. Lamentablemente, esto lo sufre mucha gente. Ya sé que tengo que cuidarme, tengo 36 años, pero si tuviese diabetes o hipertensión, me muero”.

Señaló que, antes de salir de reposo, en el servicio de Hemodiálisis fallecieron cuatro pacientes con el virus, y observó que no hay protocolos puertas adentro para el resguardo de todos. “A los pacientes de la tercera edad que llegan en sillas de ruedas los dejan solos sin un familiar que los ayude. Entonces no saben dónde están rayos X o el laboratorio, no saben cómo moverse por el hospital, y eso también es doloroso: enfermos y desamparados. La gente se queda estancada y por eso fallece”, comentó la enfermera con COVID-19.

Su hija de 10 años también presentó síntomas leves de la enfermedad. Ambas convalecientes se cuidaron, aunque Rosa, por sus conocimientos en salud, estuvo monitoreando a la pequeña para que el virus no avanzara. Incluso cuando no podía levantarse de la cama, hacía el esfuerzo para hacer los guarapos y administrar las medicinas.

14 fallecidos

Hasta el 18 de agosto, la organización Médicos Unidos de Venezuela manejaba el reporte de 14 trabajadores de enfermería muertos con clínica asociada a la COVID-19.

La cifra de los afectados es ahora una incógnita, debido a que muchos, al presentar los síntomas, se aíslan en sus casas. De hecho, los dirigentes gremiales se suman a las ausencias laborales por la falta de gasolina, los reportes de trabajadores con enfermedades asociadas al virus aumentan, debido a la alta exposición a áreas contaminadas sin los equipos de bioseguridad. 

Por su parte, Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermería de Caracas, estima que hay más de 200 contagios entre el personal de esta área de salud. Advierte que precisamente, por los que se quedan en su casa, la cifra podría quedarse corta.

Según el Monitor Salud, que levanta una data de 15 hospitales caraqueños, en 85 % de estos recintos están entregando un par de guantes al personal por guardia. Denuncia que confirma Rosa con su testimonio.

Ya está en la fecha de hacerse la prueba para ver el conteo de su carga viral. Y ahora reflexiona: “Si saben que uno es personal esencial, cómo se dan el lujo de no cuidar a los trabajadores, de hacerles las pruebas a tiempo, de velar por sus medicamentos. No se entiende esto, hay una cantidad que está con síntomas aislados en sus casas sin saber los resultados. ¿Qué van a esperar?, ¿quién va a atender en los hospitales si todos nos enfermamos?”.

En el caso de Rosa, se resguardó su identidad, debido a que sobre el personal de salud, por hacer públicas denuncias sobre la operatividad de los hospitales y la situación de los casos de COVID-19, pesan expedientes administrativos y despidos. En este momento, incluso, hay varias enfermeras del hospital Vargas a las que están reteniendo los pagos por, presuntamente, negarse a entrar en un área UTI-COVID-19.

Las afectadas se defienden de los señalamientos por algo que ha sido público y notorio: exigen equipos de bioseguridad, al igual que la enfermera con COVID-19 del Pérez Carreño. Precisamente, este miércoles un grupo de enfermeras protestaron exigiendo la entrega de equipos de bioseguridad. 

*Se usa este nombre para resguardar su identidad.

Foto referencia: Archivo Crónica.Uno


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