Escuela de Comunicación Social de la UAM se queda sin estudiantes en sus últimos semestres

La Universidad Arturo Michelena es la única casa de estudios en Carabobo en formar a periodistas en la región. Sin embargo, la crisis generalizada de Venezuela y la poca exigencia académica han repercutido en el grueso de sus egresados y en la calidad de estos en el campo laboral.

Valencia. Ricardo Delgado comenzó la carrera de Comunicación Social en la Universidad Arturo Michelena (UAM) a inicios del 2020 y prácticamente a los dos meses se tuvo que trasladar a la virtualidad como nuevo modo para recibir clases, producto de la pandemia por la COVID-19. Nadie se lo esperaba, pero aquello fue un revés que tiró el tablero por los aires.

“He pasado más tiempo en línea que presencial. Es ahora que empiezo a vivir una verdadera experiencia universitaria, porque antes mi relación más próxima con la UAM era la pantalla de mi computadora”, contó.

Delgado desde siempre supo que quería estudiar Comunicación Social, porque se le daban bien las letras, el hablar y, por supuesto, comunicar. “Me visualizaba mucho en el periodismo, aunque también en los inicios me veía más en el marketing. Cuando estaba en tercer año de bachillerato mandé un correo a El Carabobeño para buscar empleo. Recuerdo que la jefa de redacción me dijo que estaba muy joven para ir a la morgue, que lo intentara después”.

Algunos años han pasado de ese momento y también han cambiado muchas cosas. Admite que le gustaría trabajar ahí, pero la situación económica nacional, así como la de los medios de comunicación tradicionales, lo alejan de ese sueño.

De su corta experiencia en modalidad presencial recuerda que todo le gustó y que había congeniado bien con sus compañeros. Después todo cambió porque la pandemia representó para el sistema educativo superior un reto difícil de sortear. Más aún para universidades que no se encuentran al día en las nuevas formas de educar y la virtualidad era una de ellas.

En el caso de la Universidad Arturo Michelena, única casa de estudios en Carabobo en tener una Escuela de Comunicación Social, el proceso adaptativo fue lento, más lento del que debió ser. Delgado explica que no fue sino hasta hace un semestre atrás que la virtualidad se impuso de forma regular. “Originalmente, hacíamos todo por Whatsapp. Todas las clases eran por esa vía”.

Delgado es consciente de que aun cuando la universidad preparó a su personal para el escenario virtual en medio de la contingencia, la realidad es que aún hay profesores que no están adaptados al área digital. “Esto afecta al estudiante, porque también afectó mis aspiraciones en la carrera. Yo dije ‘no quiero seguir en esta universidad. No me siento cómodo’”.

Aunado a esto, Delgado tenía que hacerse cargo de una matrícula que no paraba de subir. Lo que le hizo plantearse si seguir o no con la carrera. “Me puse las pilas. No iba a sacrificar mis estudios por nada del mundo”.

Eso se tradujo en los cuatro trabajos en los que hoy en día se desempeña Ricardo Delgado a sus 19 años, con estos puede cubrir los gastos universitarios que no son únicamente la mensualidad, sino el transporte y las prácticas inherentes a las asignaturas.

Hay profesores que chévere, son profesionales, dominan los conocimientos hasta donde uno conoce, pero no sabían comunicar en nivel digital y la mayoría era así. Y cuando dijeron esto de un 80 % presencial y 20 % digital, eso es una mentira. Hoy usamos Google Classroom solo para subir nuestras evaluaciones, pero no hay homogeneidad”, dice.

Delgado sustenta su afirmación en la ausencia de profesores en algunas materias. Clases en las que solo han sostenido un encuentro presencial, clases en donde los profesores no comparten material de estudio.

Aulas desiertas

Lo que tampoco considera que hay es motivación, aún cuando las cosas ya han cambiado. Incluso explica que, recientemente, la UAM realizó una “limpieza profunda de profesores” que dejó muy pocos profesionales activos.

Esto contrasta con las declaraciones ofrecidas por la secretaria general del Colegio Nacional de Periodistas, seccional Carabobo Ruth Lara Castillo, quien explicó que de las tres secciones que antiguamente había por turno en la UAM (mañana, tarde y noche) hoy solo queda una en cada una. “Antiguamente, tú veías esos salones hasta con 50 estudiantes y ahora al ver los últimos semestres, de broma llegan a 10”. Lara Castillo, expresa esto de acuerdo con lo vivido en su experiencia como docente durante los años 2008 y 2018, pero aunque la periodista no ha vuelto a las aulas como profesora desde hace cuatro años otros sustentan su testimonio.

Delgado es un de ellos. “Es triste pasar por algunos salones y ver a alguna profesora dándole clases a nada más tres estudiantes ¿Qué es eso?”.

Pero la merma estudiantil es evidente no solo con los estudiantes sino con los profesores, quienes desde la óptica de este estudiante no están suficientemente preparados.

La gente confunde experiencia laboral, con experiencia como profesor. Tú puedes ser muy bueno como abogado, por ejemplo. Mi mamá es tremenda en su profesión, pero es mala dando clases. Eso se debe a que para ser profesor hay que estudiar. Hay que educar a los profesores ¿Qué es un buen pintor si no tiene un buen pincel?”, sostiene.

Además de todo el panorama académico venido a menos, fuera de las aulas tampoco parece haber referentes de la profesión en los que los estudiantes puedan proyectarse:

Los estudiantes en la región no tenemos a algún periodista que uno diga: ‘Oye quiero parecerme a tal persona’. A nivel nacional la realidad tampoco es muy distante. Tenemos que si a Shirley Varnagy o a Luis Olavarrieta, lo demás está en el extranjero”, sostiene.

Delgado se considera alguien sumamente crítico y eso es porque cree en el valor de la educación, por eso condena que la Universidad Arturo Michelena se haya transformado en una casa de estudios que se preocupa por egresar a profesionales de bajo estándar. “Son como una empresa, que en efecto lo son, pero que lo que les interesa es llenar cupos para facturar más y más”.

Asimismo, tilda de planos los trabajos de investigación desarrollados por los estudiantes en su último semestre, el cual dura exactamente tres. “Se perdió la investigación, son temas sin trascendencia. Eso es algo muy pobre y las universidades no apoyan ya la investigación”.

Los tiempos de educación universitaria de calidad se perdieron. Sobre la UAM se diría que todo parece ser más bien una “educación exprés”, sostuvo el estudiante.

En una oportunidad, afirma Delgado, llegó a la Arturo Michelena y la profesora avisó que no iba a dar clases porque se quedó dormida. “Yo vivo en una zona en donde no pasan rutas de la universidad y si no consigo cola, tengo que pagar $20 por un taxi, si uso estas apps que te llevan a todos lados son $10. Esa vez perdí $20 y no estoy para eso”.

Delgado se pregunta qué será de él cuando se gradúe. No ve con buenos ojos su futuro laboral en el país. “Aquí no se valora a alguien como yo”. Delgado habla tres idiomas y tiene amplios conocimientos en su carrera a pesar de su corta edad. Aunado a esto la poca libertad de expresión lo desalienta. “No me siento preparado para el campo laboral. lo que quiero es irme de Venezuela, porque siento que aquí no van a valorar mis conocimientos”.


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