Extorsión, politiquería psuvista y “llevar sol como una teja”: el precio de una bombona en Guayana

No la tienen fácil los habitantes de Puerto Ordaz y de San Félix para contar con un servicio básico: el gas doméstico. Lo que hasta hace unos años se resolvía con una llamada, hoy implica sobornar, aplaudir al candidato psuvista a gobernador o tomar medidas alternativas, como cocinar con leña.

Ciudad Guayana. Jesús Arredondo ironiza con una frase que hace cinco años desplegó Francisco Rangel Gómez como eslogan de campaña para su segunda reelección: “Y viene más”.

Lo dice sentado sobre una bombona, al lado de su mujer, resguardado en la sombra que proyecta un paredón a las 11 de la mañana. Está en una cola afuera de Pdvsa Gas Comunal, en Unare, Puerto Ordaz. Ya tiene seis horas en lo mismo, por tercer día consecutivo.

Es una imagen constante: una fila de gente al lado de una hilera de bombonas. Y los elementos de rigor, como los termos con agua, un periódico para taparse del sol y madres desnudando a sus bebés en pleno rebullicio para refrescarlos. No hay opción si no tienen quien les cuide a los niños. No tienen opción cuando la cola es la única manera que tienen de comprar gas barato: 100 bolívares la bombona más pequeña; 800, la más grande.

Pero ese precio tiene otro costo más alto: la cola. De un día, en el mejor de los casos. De varios días, en el peor de ellos. Y ese peor caso es el más probable de todos, el más cotidiano.

Es el caso de Arredondo:

Tengo tres días viniendo. El primer día vine a las 7 de la mañana. Me quedé hasta las 11. Antes, por lo menos, te llevaban el gas a tu casa con recibo y todo. Eso fue hasta 2011. Ahora hay que pararse a las 4 de la mañana y perder un día de trabajo. O cocinar en leña, compa.

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Chantajes para todos los gustos

En junio, un video se hizo viral: el presidente de Sidor y ahora candidato a gobernador de Bolívar por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Justo Noguera Pietri, dirigía la limpieza de barricadas en las calles de La Churuata, en Puerto Ordaz. En cierto momento, ante los cacerolazos de los vecinos, dio la orden por radio: “No les demos gas si siguen caceroleando”.

La práctica se mantiene, y el candidato oficial continúa llevando bombonas como parte de su campaña y prometiendo la rehabilitación de la planta de llenado de Pdvsa Gas Comunal, en San Félix, parcialmente afectada por un incendio en mayo.

El chantaje electoral de Noguera no es el único que padecen los guayaneses. En las colas también se mueven, anónimas, otras redes de chantajes. ¿Quiere estar de primero en la cola? Hay un costo. ¿Quiere pasar directamente sin cola? Hay otro costo: la idiosincrasia de la vacuna.

Maria Leal lo vivió: lo que tenía en el bolsillo no le dio para entrar directamente, pero sí para estar de primera en la fila. Ya a las 10:30 a. m. tenía su bombona nueva.

Llegué a las 5:30. Había quedado muy lejos y pagué para estar adelante. Eso hay que hacerlo porque antes uno compraba hasta en las bodegas pero ahora el gas es imposible, dijo.

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Antes y ahora

Mientras María Leal salía con su bombona, Alfredo Guzmán seguía esperando a que lo atendieran: llegó a las 4 de la mañana y antes de mediodía ya estaba en el lugar donde se distribuye el gas, un estacionamiento sin árboles. No tiene para vacunas, así que le toca seguir esperando.

Eso fue lo que me dijeron, que esperara. Esto es un tormento, vale. Todos los días. Imagínate tú: he tenido que pedir la cocina prestada a los vecinos. Ya uno no halla qué hacer y le toca llevar sol como una teja aquí. Antes, a la casa llevaban la bombona grande. Más bien a veces iban adelantados. Hoy creo que hemos echado para atrás, lamenta.

La red trabaja según la necesidad que se impone en una ciudad con un millón de habitantes: todos ellos tienen solo ese lugar para comprar el gas doméstico, esperar por operativos especiales o, simplemente, acudir a un mitin de Justo Noguera, aplaudir y hacerse con la bombona.

Algo que, por cierto, no le parece muy justo a Deisy Maestre. Sentada sobre una bombona junto con su esposo, Jesús Arredondo, cuestiona: “Si somos ricos en petróleo, ¿por qué tenemos que pasar por esto?”.

Tampoco le parece muy justo a buen parte de la población guayanesa que, sobre todo en San Félix, ha multiplicado este año las protestas contra las irregularidades en el servicio de gas.

“Tampoco es justo porque yo no soy bachaquero: esto es para mi casa”, remata Arredondo, antes de ironizar, nuevamente, con el eslogan de 2012 de Rangel Gómez: “y viene más”.

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