El siguiente registro fotográfico abarca los primeros cinco días de cuarentena en las residencias del complejo Misión Vivienda Guillermo García Ponce, en Montalbán. Las imágenes comenzaron a hacerse de noche porque a esa hora se notaba más actividad por parte de los vecinos, sobre todo los niños, que se asomaban a las ventanas para contemplar el atardecer u otear la calle.

Caracas. La cuarentena colectiva que se guarda en Venezuela desde el 17 de marzo a causa de la pandemia del COVID-19 ha cambiado las rutinas familiares en todos los aspectos. En especial para los niños, que buscan otras maneras de distraerse en medio del encierro. Las bolsas plásticas, por ejemplo, vuelven a ser papagayos que se arrojan con un cordel desde la ventana y se convierten en medusas flotantes sobre la ciudad silenciosa. Un entretenimiento breve.

La noche, por otra parte, es el momento en que los vecinos parecen sucumbir más al impulso de asomarse a la calle. Solo asomarse. Los juegos de cartas y el intercambio de gritos entre balcones constituyen las interacciones más inmediatas para quienes procuran un contacto que vaya más allá de las pantallas de los celulares y el ordenador. En las residencias del complejo Misión Vivienda Guillermo García Ponce, en Montalbán, la gente tenía la costumbre de salir a los jardines a jugar, subirse a los carros, echar cuentos. La radicalización de la cuarentena, que se apoya en los cuerpos de seguridad para velar por su cumplimiento, ha eliminado la tentación de salir. Ahora los rostros añoran la calle mientras los vecinos permanecen acodados en las ventanas.

El siguiente registro fotográfico abarca los primeros cinco días de cuarentena en las residencias del complejo Misión Vivienda antes mencionado.


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