Francisco Suniaga: Si la oposición no se pone de acuerdo Maduro va a escoger con quién se sienta a negociar

reconstrucción de la democracia

El abogado y escritor Francisco Suniaga estima que si la oposición no logra unificarse en torno a una ruta electoral, “el 22 de noviembre Maduro estará más fuerte que hoy”. Advierte que es políticamente imposible que el gobernante permita unas elecciones que pongan en riesgo su permanencia en el poder. Hace un llamado urgente a la democratización interna de los partidos de la oposición.

Caracas. El escritor venezolano, abogado y profesor universitario Francisco Suniaga ha dedicado sus más recientes artículos de opinión a defender la ruta electoral como único camino factible para iniciar la reconstrucción de la democracia. Para aproximarse a esa ruta con perspectiva de éxito, dice, es necesario construir un movimiento democrático vigoroso que de manera democrática y por vía de las elecciones comience a reinstitucionalizar el país.

Hace unos meses Francisco Suniaga suscribió un exhorto público, junto a otros intelectuales, políticos, periodistas, dirigentes sindicales y defensores de derechos humanos, dirigido a la oposición venezolana y titulado Volver al voto.

Los firmantes instan a la clase política a hablarle con la verdad a la ciudadanía, rectificar y fijar una estrategia que apunte a un cambio político, basada en la transparencia en las decisiones, la organización, la unidad, la acumulación de fuerzas, el apoyo internacional, el voto y la protesta cívica y la reorganización del tejido democrático.

Este viernes 21 de mayo, Francisco Suniaga accedió a conversar vía telefónica con Crónica.Uno para ahondar en estos planteamientos, en el contexto de la reciente renovación del directorio electoral, los frustrados intentos unitarios de la oposición y la nueva negociación en ciernes entre Miraflores y uno o varios sectores de la oposición democrática.

“Yo estoy absolutamente convencido de que no hay otra ruta que no sea la electoral. Puede haberla aunque no aparece en el horizonte y ojalá no aparezca, porque cualquier otra ruta distinta a la electoral es una ruta sangrienta, costosa en vidas, en bienes, en sueños de la gente”, dice.

¿Cómo recibe la propuesta denominada Acuerdo de Salvación Nacional presentada por Juan Guaidó días atrás? ¿Se enmarca dentro de una rectificación de la estrategia o es más de lo ya visto?

–La recibí con beneplácito, como debió recibirla todo demócrata. Es la declaración de alguien que tiene una responsabilidad y está dando una respuesta dentro de lo razonable, que comienza despojándose él de cualquier ambición futura que se derive del ejercicio de la posición incómoda que ahorita tiene. Ojalá no sea demasiado tarde y haya espacios para instrumentar una respuesta. Porque nosotros los opositores democráticos tenemos que comenzar por democratizar los instrumentos que poseemos para enfrentar la dictadura.

¿Cuáles son esos instrumentos?

–Los partidos políticos, las organizaciones políticas, los sindicatos. Porque ahí las peleas que se dan por el liderazgo son fundadas en la ley de la selva y no en mecanismos democráticos institucionalizados para elegir el liderazgo. Entonces tenemos conflictos por liderazgo, tenemos líderes que son ilegítimos y cuando ese líder empieza a hablar de búsqueda de la democracia y de caminos democráticos, su discurso es poco creíble porque él no representa aquello que aspira a que se haga.

¿Se refiere a los partidos cuyas autoridades tienen casi el mismo tiempo que tiene el chavismo en el poder?

–Y hasta más. Si tú no eres demócrata por tus hechos, porque la gente no te percibe demócrata, porque tienes 20 años, 25 años, 30 años al frente de un partido político y no has hecho elecciones en las que todos los militantes participen y elijan a las autoridades de manera periódica… Eso es necesario. Eso hace que el discurso suene hueco y vacío porque es hueco y es vacío. Ese es un requisito fundamental: la democratización de la propia oposición. Y esos son procesos que se pueden dar al mismo tiempo; estás participando en la búsqueda de un camino democrático para el país y al mismo tiempo estás en el ámbito que a ti te corresponde, haciendo más democrática la organización en la que tú haces política.

¿Cree que el Consejo Nacional Electoral recién designado ha dado muestra de autonomía en estos primeros días de funcionamiento?

–No podemos suponer ni aspirar a que un CNE designado como ha sido designado este sea el mejor árbitro, un árbitro imparcial, el árbitro que queremos, que necesitamos. Nosotros tenemos que arar con lo que tenemos y tenemos dos cosas: este CNE y una vasta mayoría de los venezolanos. El trabajo es organizar, sistematizar la participación y buscar la manera de movilizar a esa mayoría para alcanzar un objetivo político. Si el objetivo político es una alcaldía, bueno, eso se hace con votos. En la medida en que tengas organizada a tu gente podrás enfrentar a esta dictadura que es extremadamente dura y que aparenta no tener fisuras. Yo no tengo críticas para quien se lanza a una empresa opositora. La crítica que puedo tener es esta que he hecho: si estás hablando en nombre de los demócratas, que la organización en la que estás sea democrática.

Algunos dirigentes de oposición han comenzado a hablar del referendo revocatorio presidencial o de darle a las elecciones regionales un carácter plebiscitario. ¿Qué opina?

–No estoy muy convencido. Yo pienso que el referendo es un trapo rojo que nos ha jugado ya dos malas pasadas. Prefiero ir por lo que tenemos y lo que tenemos son elecciones de alcaldes y gobernadores. La posibilidad de que la propia dictadura monte unas elecciones que sean un referendo sobre su permanencia en el poder es muy, muy, muy baja, porque ellos van a luchar contra eso, se van a oponer a eso, van a generar una serie de obstáculos no constitucionales, políticos, no políticos que van a hacer que nosotros nos consumamos en una cuestión absolutamente inútil porque no va a pasar. Eso no va a pasar. Hay gente que olvida una cosa básica de la política: la política es el arte de lo posible. Bueno, eso no es posible políticamente. Eso sería posible lograrlo solamente si nosotros estuviéramos en un nivel de organización política que tuviéramos la capacidad de parar el país.

Como Lesh Walesa en Polonia en 1989…

–Exacto. Que nosotros pudiéramos generar una perturbación permanente que obligara al gobierno a aceptar nuestras condiciones, pero eso no es verdad, no tenemos eso.

Estamos al borde de un nuevo proceso de negociación, ¿cuál cree usted que sería el mejor acuerdo posible a alcanzar en esa mesa para el lado opositor?

–Las posibilidades de acuerdo son infinitas en un ámbito que se mueve de un extremo a otro. El mejor acuerdo posible sería que comience por liberarse a todos los presos políticos; que se levanten las restricciones contra las organizaciones políticas opositoras; que se devuelva a los partidos a sus autoridades legítimas, aunque de parte nuestra quedaría impulsar que en esas organizaciones se realicen procesos electorales internos para la renovación de sus autoridades; unas elecciones supervisadas por un organismo legítimo o por lo menos políticamente aceptado por las partes…

¿Cree que haría falta otro CNE?

–Yo no tendría ninguna objeción a que este CNE siga actuando, para nada. Eso es como en el fútbol: cuando tú juegas contra el Barcelona, el problema no es el árbitro, el problema es Messi. Los tipos que son inteligentes no se ponen a pelear con el árbitro, se ponen a marcar a Messi, a tratar de anular al mejor. Entonces ¿con quién es la confrontación? No es con el árbitro electoral, es con Maduro. Lo otro es que se permita el voto de los venezolanos en el exterior; que esas elecciones se hagan dentro de unos lapsos establecidos. A mí, por ejemplo, no me importaría que los negociadores de la oposición hicieran concesiones sobre los lapsos de esas elecciones, pero que se llegue a un término y que ese término cuente con una verificación. Es decir, que se establezca que para tal fecha no puede haber presos políticos, que para tal fecha todos los partidos tienen que estar legalizados, y así. O sea que además de un cronograma electoral se fije un cronograma de cumplimiento de las distintas fases del acuerdo, de ambas partes.

¿Cómo ve usted al oficialismo y a Nicolás Maduro de cara a esta posible nueva negociación? Algunos analistas afirman que las sanciones internacionales lo acorralaron, mientras que politólogos sostienen que Maduro está en pleno control de la situación…

–Lo veo obviamente en ventaja. Está ante los ojos de todos: controla todo. ¿Qué controla la oposición? Nada. Absolutamente nada. Ni siquiera las sanciones porque las sanciones las aplican y las desaplican otros países. La oposición tiene es un reconocimiento, puede tener influencia en las decisiones que se tomen, pero más nada. Entonces hay gente que percibe a Maduro acorralado, yo no. Lo percibo fortalecido y si no se hace nada a los fines de las próximas elecciones, de participar, de conquistar unos espacios y obligarlos a recurrir a la trampa va a quedar más fortalecido. El 22 de noviembre, si no se ha hecho nada, si no hemos participado, si hemos dejado correr el tiempo, si no nos hemos unido en torno a candidatos, Maduro va a estar más fuerte que ahorita, que ya está increíblemente fuerte.

El nombramiento del CNE negociado con un sector de la oposición y el Acuerdo de Salvación Nacional presentado por otro sector de la oposición han enardecido el debate sobre la unidad de la oposición. ¿En torno a quién cree usted que debe construirse la unidad y quiénes son indispensables en esa unidad?

–El líder de la oposición, el más importante para mí, es Juan Guaidó. Si se trata de decidir quiénes se van a sentar con Maduro, todo pasa por Guaidó y los otros actores que tendrán que ponerse de acuerdo. Si ellos no se ponen de acuerdo va a terminar pasando lo que ha pasado antes: Maduro va a escoger con quién se sienta. Ahora, ¿cuál es el problema de la unidad?, ¿por qué existe un problema de la unidad? Porque los representantes de la oposición, de toda la oposición, no están escogidos democráticamente.

Volvemos al mismo punto de la relegitimación de las autoridades partidistas…

–Una de las cosas fundamentales es que la oposición tenga representantes legitimados por el apoyo de sus partidarios. El que se vaya sentar por AD, o por cualquier otro partido, si se sienta porque hubo unas elecciones internas de ese partido y los cien mil o doscientos mil militantes de AD lo eligieron, bueno, esa persona tiene el apoyo de AD, representa a AD, es AD. Pero si Bernabé Gutiérrez se sienta y pretende que él representa a todo AD, eso no funciona. Digo AD como un ejemplo, pero me refiero a cualquiera de los partidos de la oposición. Entonces esa es la razón por la que la unidad de la oposición es tan difícil, porque todo el mundo está aferrado o no sé, es una inercia que al final es muy dañina.

Las organizaciones de la sociedad civil también jugaron un rol en la renovación del CNE. ¿Usted cree que la unidad política de la oposición debería darse en torno a las organizaciones de la sociedad civil o en torno a los partidos políticos?

–Es un problema difícil de resolver en términos prácticos porque ¿cómo saber el peso político que tiene de la sociedad civil? Cuando la sociedad civil y los partidos han concurrido unidos, la sociedad civil siempre reclama que son segregados, que se les aparta, que quedan en el aire, que al final no logran tener la representación que ellos pueden tener, y no hay el mecanismo para que la asuman. Pero eso tiene que ser parte también de una conversación honesta entre los líderes partidistas y de la sociedad civil. Porque ahí tienes otro elemento: ¿a los líderes de la sociedad civil quién los eligió?

Perfil

nueva negociación
Foto cortesía @FSuniaga

Francisco Suniaga nació en La Asunción estado Nueva Esparta en enero de 1954, tiene 67 años de edad. Es profesor egresado del Instituto Pedagógico de Caracas y abogado de la Universidad Santa María, con posgrado en Derecho y Política Internacional (UCV) y una maestría en Economía Política Internacional (Universidad de Columbia, NY).

Durante varias décadas, hasta el año 2006, se dedicó a la docencia universitaria en la Facultad de Derecho y en la de Ciencias Económicas y Sociales en la UCV, en la Facultad de Derecho de la USM y en la Facultad de Ciencias y Artes de la Universidad Metropolitana.

Fue columnista de los diarios El Nacional, El Universal y Economía Hoy. Actualmente es articulista de La Gran Aldea.

A partir de 2005 se enfocó en la escritura de novelas y relatos de corte histórico-político. Algunos de ellos son: La Otra Isla (2005), El pasajero de Truman (2008), Margarita infanta (2010), Esta gente (2012) y Adiós Miss Venezuela (2016).


Participa en la conversación