Una historia de aventura y acción ambientada en el mundo de los videojuegos. Ryan Reynolds interpreta a un personaje que entiende su trascendencia
Caracas. En agosto, el psicólogo canadiense Jordan Peterson tuiteó que después de casi dos años, había ido finalmente a una sala de cine. Vio Free Guy, una película que calificó de divertida, inteligente y creativa. “Con una estructura arquetípica perfecta. Persona. Sombra. Ánima. Sí-mismo. En ese orden. Perfecta”, escribió en la red social.
En efecto, la película protagonizada por Ryan Reynolds es propicia para distintas lecturas. Él interpreta a Guy, un hombre común y corriente que todos los días se levanta para cumplir cabalmente su trabajo como cajero de un banco.
Vive en una extraña ciudad en la que ocurren distintos acontecimientos inverosímiles a primera vista, pero entendibles cuando se anuncia el contexto. Guy es un personaje de un videojuego. Por eso, cuando camina por las calles de la ciudad, un tanque puede estar en una avenida mientras dispara a un avión que sobrevuela, a la vez que hombres armados caen del cielo como si nada.
Pero eso no es todo. Como si se tratara de The Truman Show, Guy parece estar en una repetición constante de su dinámica, con ninguna variación. De hecho, su entorno es tan repetitivo como inquietante, fácil de calificar como conformista, o con poca perspectiva sobre lo que hay más allá.
Resulta que el protagonista de Free Guy es un personaje de relleno en el videojuego, uno teóricamente programado para que los jugadores, escudados en sus avatares, tengan a su disposición un mundo lo más parecido al real. No es jugable, como un maniquí destinado a la repetición eterna. Por eso, Guy diariamente es víctima de otros personajes que, manejados a distancia por humanos desde el hogar, atracan el banco en el que trabaja. Él solo debe cumplir con entregar el dinero. Está hecho para eso.
Siempre usa la misma ropa, toma el mismo café, saluda a los mismos vecinos y entrega lo que le piden. Pero Guy empieza a cuestionar su vida, y todo cambia en Free Guy, película que se mantiene en cartelera.
El largometraje es dirigido por Shawn Levy, director de la serie Stranger Things, así como de la franquicia Una noche en el museo. El guion estuvo a cargo de Matt Lieberman (Crónicas de Navidad y Jugando con fuego) y Zak Penn (Los vengadores y Ready Player One).
Free Guy se vincula entonces con obras como Matrix, en la que el protagonista termina siendo una especie de elegido, en el que su despertar es propio de un desarrollo intrínseco de la figura, por eso también las lecturas sobre el libre albedrío.
Guy ve que puede trastocar la configuración de su existencia. Toma las riendas y decide actuar. Primero explora y paulatinamente toma conciencia.
Por eso, en el mundo real, tanto los creadores del videojuego como los jugadores, creen que se trata de un hacker que altera la conducta del personaje principal de Free Guy.
En ese mundo virtual, conoce a Molotov Girl (Jodie Comer), quien en la realidad se llama Millie. Ella se convierte en ese elemento que lo impulsa a dar el giro de vida, además de la portadora de la gran revelación. Una figura importante que se ha dedicado a resolver un entuerto vinculado al verdadero villano de la partida.
La vida del protagonista se vuelca por encontrar no solo la razón de su existencia, sino salvar el mundo en el que vive, pues desde la realidad se dan cuenta del peligro que él representa para mezquinos intereses, y surge la más dura de las amenazas.
Guy no solo tendrá que encarar el desafío sobre su vida, sino también que súbitamente se convierte en el elemento que puede cambiar su entorno, contrario a lo que programadores estipulaban para cada uno de los no jugables.
Free Guy es una película sobre héroes, la determinación, la trascendencia y la libertad, por lo que no sobrarían también las lecturas libertarias, más allá de los subrayados de la psicología analítica, a los que Jordan Peterson se refería en su tuit. Incluso, con interpretaciones sobre intenciones despóticas que buscan la mera servidumbre de la gente, y la intrínseca necesidad de buscar la libertad, de desdibujar lo premeditado por otros.
Largometraje divertido, con buenos efectos especiales, un guion bien estructurado alrededor de la idea de la inteligencia artificial, con lecturas que no se quedan solo en el enfrentamiento entre protagonistas y antagonistas, sino que invitan a la reflexión sobre propósitos personales y los giros en la vida de acuerdo a las decisiones de cada individuo.
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