La sinergia que durante 16 años mantuvieron los encargados de la obra social con el ente adscrito al Ministerio de Alimentación llegó a su fin en 2020, cuando se rechazó la exigencia de incluir mensajes políticos en la casa que funciona como comedor.

Puerto La Cruz. “Los justos están siempre dispuestos a dar sin esperar nada a cambio, y sus hijos son una bendición”, se lee en capítulo 37 del libro de los Salmos y bajo esa premisa más de 20 personas emprendieron hace 16 años una labor social en el Refugio Divina Misericordia (Redimi), ubicado en la ciudad de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui. La labor brinda alimento humano y espiritual a personas en situación de calle, y también presta ayuda para conseguir medicamentos y ropa en la medida de sus posibilidades.

Desde sus inicios en 2004 la institución ha contado con la colaboración de benefactores que prefieren mantenerse en el anonimato y de Fundaproal, programa de alimentación gubernamental.

La sinergia entrelazada entre benefactores y el organismo del Gobierno ha sido fundamental, aseguran quienes regentan la asociación civil, para alimentar a las casi 300 personas que acuden al lugar tres veces por semana en busca de un plato de comida que para muchos de ellos, la mayoría adultos mayores, representa el único bocado que consumen durante el día.

María Fernández es una de las fundadoras del Refugio Divina Misericordia y sostiene que desde sus comienzos, con sus altas y bajas, mantuvieron una especie de luna de miel con el ente adscrito al Ministerio de Alimentación, alejando la política de la labor y garantizando una dotación regular de parte de los alimentos requeridos.

A finales de 2019, una nueva directiva llegó a Fundaproal y junto con ella nuevos lineamientos que incluyeron el colocar elementos alusivos al tema político en las paredes de la sencilla vivienda que sirve de comedor. La propaganda fue enviada a los encargados del Refugio Divina Misericordia, quienes se negaron a acatar la orden. Acto seguido les llegó una comunicación, sostiene Fernández, en la cual se indicaba la suspensión sin motivo alguno del aporte alimentario para las 300 personas que acuden al lugar.

Nosotros tenemos una estructura y ellos nos pidieron que además de la nuestra se instaurara aquí un Comité de Abastecimiento, se pintaran cosas alusivas a la política e inclusive (vinieran) unos milicianos. Nosotros rechazamos eso porque somos una obra de Dios que se mantiene bajo perfil, con una estructura y no podemos tener otra estructura. Es un duro golpe, pero sabemos que Dios no nos abandona y seguro tendremos cómo completar la comida de estas personas.

Fernández afirma que durante los 16 años de trabajo, si bien la dotación de alimentos variaba, siempre recibieron el aporte de Fundaproal sin ningún problema.

La mayoría de quienes acuden al refugio son personas de la tercera edad. Foto: José Camacho
Más que alimentos

Si bien la obra, como la llama José Jiménez, se centra en dar de comer al hambriento, ellos no están exentos de necesidades.

Como no manejan recursos propios, todo depende del aporte de los benefactores, su rango de acción es limitado para las carestías a las cuales deben hacer frente.

El equipo de Crónica.Uno, estuvo en una de las jornadas y constató que al comedor no solo asisten personas mayores y varias en situación de calle, sino también familias llegan buscando un plato de comida a las cuales se les dificultad adquirir alimentos debido a los altos costos. El menú es supervisado por una chef profesional que presta sus servicios a la institución ad honorem.

Si bien el plan era atender a personas cercanas a la comunidad donde funciona el refugio, con el paso de los años la voz se regó y en cada jornada arriban personas provenientes de los cuatro municipios de la zona norte de Anzoátegui.

Qué más desearíamos que poder atender a todos los que vienen, sin embargo hacemos maromas para que todo aquel que viene se lleve algo de alimento. Como se puede ver esta es una casa muy humilde, tenemos problemas con el techo. Nuestra cocina no es industrial es de casa, se nos dificulta adquirir las tasas para servir la comida, estamos abierto a todo aquel que quiera ayudarnos”, refirió Jiménez.

Freddy Farías y el señor Darío acuden al sitio desde hace más de 10 años por su ración de alimento. Ambos rechazaron la imposición política e instaron a los encargados de Fundaproal a continuar con la dotación. “Ya que los grandes perjudicados somos los que acudimos acá por un plato de comida”.

Sostuvieron que: “Aquí no solo nos dan alimentos, nos ayudan con medicinas, ropa y lo más importante nos alimentan el espíritu y nos ayudan a ser mejores personas, muchos nos hemos rehabilitado aquí porque estas personas más que unos colaboradores que nos dan comida”.

Pese al golpe sufrido el optimismo no lo pierden y llegada las 12:00 m, con una sonrisa en su rostro los encargados del Redimi abrieron las puertas al primer grupo de 33 comensales que ingresó al recinto, oró y luego se dispusieron a consumir el menú del día el cual estaba compuesto por pollo guisado, arroz, sopa y jugo de naranja.

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