Gabino González: José Gregorio Hernández me dio una segunda oportunidad

Gabino González, de 61 años, no creía en José Gregorio Hernández, jamás había tocado una estampita del beato. En marzo, mientras le hacía una carrera a un cliente proveniente de Suiza, se contagió con la COVID-19. Pasó 35 días en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Policlínica Metropolitana. Está convencido de que el médico milagroso le tomó la mano y lo devolvió a la vida.

Caracas. —Lo vi de espalda con su traje negro y su sombrerito. Le dije que yo no era devoto, que nunca había leído una estampita suya… Un día se me apareció Jesucristo en la cruz y la Virgen de Coromoto y les dije que autorizaran a José Gregorio Hernández para que no me dejara ir, que me diera una segunda oportunidad. Quería demostrarles a mis hijos, a mi esposa que los amaba y que quería cambiar mi conducta por ellos.

Gabino González, de 61 años de edad —a través del hilo telefónico debido a que la cuarentena impide la entrevista cara a cara— afirma sin titubeos que regresó de la muerte gracias a José Gregorio Hernández, a los médicos, sus héroes; y las enfermeras, sus ángeles.

Foto: Tairy Gamboa

Cuando el Vaticano anunció, el pasado 22 de junio, la beatificación de José Gregorio Hernández por el milagro de la sanación de la niña de 13 años, Yaxury Solórzano Ortega, Gabino puso en su perfil de WhatsApp la imagen del médico en señal de agradecimiento por los favores recibidos.

Hay gente que cree que el coronavirus no existe. Es una terrible enfermedad. Sin ser devoto de José Gregorio fui bendecido con un milagro. Todavía no sé cuál es la misión que debo cumplir.

Foto: Tairy Gamboa

Gabino se gana la vida haciendo traslados a ejecutivos desde el aeropuerto internacional de Maiquetía Simón Bolívar por distintos sitios de la ciudad. El martes 10 de marzo buscó un cliente que llegaba de Suiza por varios días. Aún no se había decretado la cuarentena, por lo que no era una obligación el uso de tapabocas, guantes, ni el constante lavado de las manos.

Recuerda que ese día el señor tosió y estornudó dos veces en el carro. Le dijo: “Caramba, está engripado”, sin sospechar que el viajero traía el virus. El jueves 12 de marzo, tras el anuncio presidencial de la cuarentena por los primeros casos de COVID-19 que se confirmaban en Venezuela, el viajero aceleró su retorno antes del cierre de los vuelos internacionales.

El domingo 15 de marzo, después de dejar a otro pasajero en el aeropuerto, Gabino se fue directo a la fiesta del cumpleaños número 40 de una sobrina de su esposa. Durante tres horas compartió con unas 35 personas. Bailaron, comieron, tomaron, jugaron dominó. A las 10 de la noche se fue a su casa con malestar de gripe, se tomó un Atamel y se acostó a dormir.

Recuerda que mientras compartía con familiares y amigos, desde Suiza lo llamó el cliente, que él presume lo contagió con el virus, para avisarle que había salido positivo con COVID-19 y que se encontraba hospitalizado. A Gabino, que empezaba a sentirse mal, no se le ocurrió pensar que correría la misma suerte. A los días, cayó en cuenta de que podía tener esa enfermedad por la persistente tos y la fiebre de 40 grados.

El 21 de marzo le hicieron la prueba PCR en el Hospital de Lídice y lo mandaron a su casa. Al día siguiente, lo llamaron para darle el diagnóstico e informarle que un médico de la Misión Barrio Adentro se trasladaría a su casa para asignarle el tratamiento preventivo con Cloroquina y Azitromicina y darle las indicaciones de su aislamiento. Si se sentía muy mal, lo contactarían a su celular.

Ese mismo 22 de marzo, personal de la Alcaldía de Caracas desinfectó el apartamento y todas las áreas comunes del edificio. Mientras que los vecinos asustados también tomaban sus medidas, limpiaron ascensores y pasillos.

Pasaron cuatro días y Gabino no presentaba mejoría con las medicinas. Llamó al médico de Barrio Adentro, quien indicó que el paciente sería hospitalizado en el Clínico Universitario, pero lo trasladaron al hospital de Lídice y horas más tarde al Dr. Ignacio Baldó de El Algodonal, donde solamente vio enfermeras los cuatro días que estuvo allí, con los médicos habló por teléfono. Presume que esta situación se debió a la falta de insumos y equipos de bioseguridad para la atención de pacientes. Su familia, preocupada por las deficiencias en el sistema público de salud, insistió en hacer uso de su póliza de seguro. Lograron su traslado a un centro privado. Para ese momento, Gabino pesaba 116 kilos.

—El lunes 30 de marzo ingresó a la Policlínica Metropolitana. El jueves 2 de abril lo trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos, me dijeron que él tenía mucha dificultad para respirar y que había que entubarlo, podría correr riesgo de que le diera un paro. Desde el 2 hasta el 17 de abril estuvo entubado. No me daban esperanzas —recuerda Eddy Angola, su esposa, quien lleva en su mente las fechas del proceso de la enfermedad.

Gabino estuvo 15 días inconsciente. Recuerda que suplicaba a José Gregorio que no hubiese contaminado a sus hijos, a su esposa, a su mamá, que tiene 82 años; ni a las personas con las que compartió en la fiesta de la sobrina. Y ese fue el primer milagro: no contagió la COVID-19 a nadie de la familia ni a amigos.

El martes 17 abril, los médicos le hicieron una traqueotomía para darle respiración mecánica porque consideraron que si permanecía entubado, se le afectarían las cuerdas vocales. Dos días después se despertó y comenzó a recibir visitas de sus parientes.

gabino gonzález
Foto: Cortesía

—Valide o no lo valide la Iglesia yo estoy clarísimo y consciente de que me salvó José Gregorio. Yo le suplicaba por mi vida, me agarró la mano fuerte. No sé cuánto tiempo pasó de eso. Cuando desperté vi la cara de sorpresa de enfermeras y médicos. No sabía qué pasaba.

A Eddy, sus dos hijos y suegra les hicieron las pruebas rápidas 10 días después de la confirmación del coronavirus en Gabino. Eddy le dijo al médico que se sentía mal. Eso fue el 1° de abril.

Mientras Gabino estuvo recluido en la Policlínica Metropolitana, sus familiares cumplían el aislamiento. Otros parientes les llevaban hasta la puerta del apartamento lo que requerían. Los médicos les informaron por teléfono cómo evolucionaba el paciente y los tratamientos que le aplicaron para contrarrestar esa nueva enfermedad.

Foto referencial: Archivo Crónica.Uno

El miércoles 22 de abril expiró el seguro de Gabino. Su esposa entró en crisis porque cada día él mejoraba y no era una opción sacarlo de la clínica para un hospital. Una amiga la orientó para pedir ayuda en línea con informes médicos. Ocurrió otro milagro: a través de la campaña de gofundme recibió bastante apoyo y pudo pagar una parte de la deuda. Siguen en mora, pero no piensan quedar mal.

El 8 de mayo Gabino fue dado de alta. Salió del centro asistencial en silla de ruedas. No podía caminar porque perdió mucha masa muscular. Hizo terapias para volver a caminar. Hoy pesa 82 kilos y medio, bajó cuatro tallas. Se la pasa en franela y shorts. Evita estar en la calle porque sus defensas siguen bajas. Cuida mucho su alimentación.

El 11 de mayo, la Policlínica Metropolitana publicó en su Instagram un video de Gabino cuando se despide del centro privado en medio de los aplausos del personal de salud. “Es el primer paciente en Venezuela que supera una condición crítica y egresa recuperado del COVID-19. Hasta ahora, el único caso en el país”.

Han pasado dos meses del alta de Gabino. Ya no usa andadera para caminar y ya puede escribir. Supera las secuelas de la pérdida de masa muscular, pero aún se le duermen los pies. Se esfuerza en cambiar su carácter por él y por el bienestar de su familia. Y cuando las condiciones lo permitan pagará sus promesas al santo venezolano en la Iglesia La Candelaria en Caracas y al santuario de Isnotú en Trujillo.

Foto: Tairy Gamboa

A este sobreviviente del coronavirus le preocupa el aumento diario de personas contagiadas, y todo aún medio de la incredulidad de mucha gente. En lo que va de agosto la cifra en Venezuela ya sobrepasa los 20.000 contagios y hay más de 180 fallecidos. A Gabino le asombra escuchar a personas diciendo a estas alturas que “la COVID-19 no existe”.

Hoy, Gabino cree en Dios y en el milagro de José Gregorio Hernández. Pide a la sociedad civil que se organice y ayude con donativos a centros de salud donde falten insumos para el personal de salud protegerse del coronavirus.

Exhorta a los venezolanos a cuidarse de la pandemia. Oígalo de su propia voz.


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