Gremio funerario muestra preocupación ante falla en horno crematorio de San Cristóbal

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Uno de los tres hornos crematorios que prestan servicios con fallecidos por COVID-19 dejó de funcionar, debido a inconvenientes que afrontan al momento de incinerar los cuerpos. Empresarios funerarios piden que se establezcan protocolos que impidan que trabajadores de la salud introduzcan en las bolsas biológicas los desechos y pertenencias del difunto.

San Cristóbal. Preocupado se encuentra el gremio funerario ante un posible colapso de los crematorios del área metropolitana de San Cristóbal. Y es que manifestaron que, de los tres hornos disponibles en la capital tachirense, uno quedó fuera de funcionamiento recientemente. 

Romer Cañas, empresario del gremio funerario del estado Táchira, informó que, dada la cantidad de fallecidos de las áreas de aislamiento de los principales centros asistenciales de San Cristóbal, temen no tener capacidad de respuesta debido a que ya no son tres crematorios, sino dos, con los que se cuenta. 

“El de Santa Ana es muy pequeño y el gas para ellos es intermitente, y el de El Mirador es muy costoso, además de que tampoco cuenta con planta eléctrica y, dados los cortes prolongados del servicio eléctrico, estos quedan inoperativos mientras hay un corte de electricidad, por lo que los cuerpos pueden represarse, lo que representa un riesgo de salud pública”, añadió. 

Justamente, el crematorio con mejores instalaciones es el que cerró sus puertas; allí se trataban los casos manipulados bajo el protocolo COVID-19, pues, sin importar si son positivos confirmados o no, quienes fallecen durante su permanencia en las áreas de aislamiento para pacientes con sintomatología asociada al virus son tratados como si fueran positivos, ya que las pruebas que confirmen o descarten que el paciente sea portador tardan meses en llegar. 

El crematorio, ubicado en la población de Caneyes, municipio Guásimos, aunque no se encuentra dentro de San Cristóbal, sí está dentro de la zona metropolitana del estado, por lo que es permitido el traslado de cuerpos de sospechosos y/o confirmados de patologías COVID-19. 

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Parte de los desechos que son transportados en las bolsas junto con los cadáveres. Foto: Cortesía

El crematorio posee un horno con una capacidad operativa para 16 cuerpos diarios, trabajando las 24 horas del día. Es el único que cuenta con una planta eléctrica, por lo que en caso de un corte de electricidad, y hasta de un apagón, puede continuar con el proceso de cremación. 

Sin embargo, dado que se encuentra cerca de urbanismos, los vecinos de la urbanización Los Olivos, que queda a escasos metros del cementerio, tras el inicio de operaciones con pacientes fallecidos y tratados bajo el protocolo COVID-19, se quejaban de la emisión de olores que les afectaban las vías respiratorias, razón por la cual, en varias oportunidades, este horno fue revisado, reparado y remodelado, casi en su totalidad. 

Servicio suspendido

Jonathan Zerpa, gerente de los Servicios Exequiales Nuestra Señora de la Consolación, asegura que tras las denuncias hechas por los vecinos, y atendiendo los reclamos, decidieron suspender el servicio hasta tanto de los centros asistenciales se tomen medidas para evitar que el cuerpo llegue con desechos dentro de la bolsa biológica. 

Zerpa explica que dentro de las bolsas no solo va el cuerpo, sino infinidad de cosas, tales como ropa, sábanas, cobijas, envases de medicinas, zapatos, colchonetas y hasta papeleras, y estos elementos no deberían ser cremados en estos hornos, que están diseñados para incinerar cuerpos, no materiales y desechos biológicos. 

“Nosotros no podemos abrir esas bolsas, por lo que eso va todo para el horno y uno no sabe qué tanto meten”, explicó. 

Destacó Zerpa que en varias oportunidades han hecho reparaciones y modificaciones al sistema de cremación para minimizar la emisión de gases. Sin embargo, dada la constante presencia de objetos extraños, es casi imposible evitarlos. 

Además de a los hospitales, Zerpa indica que esta situación también se ha informado al gremio funerario, a fin de ejercer presión para evitar que estos sigan introduciendo cosas dentro de las bolsas, sin embargo, no ha sido posible que sus propios colegas hagan respetar la petición. Pero Zerpa ha ido más allá, se reunió con los directores del Seguro Social y del Hospital Central de San Cristóbal para ver cómo podían solventar el inconveniente. 

El primero manifestó que ese era su protocolo, mientras que el segundo mostró mayor disposición para ayudar, por lo que estarían en la búsqueda de estrategias que impidan que los desechos de los pacientes fallecidos sean trasladados dentro de las bolsas. 

Por ello, extendió un exhorto a las autoridades a que tomen cartas en el asunto y establezcan una normativa que impida que los desechos sean transportados con los pacientes, pues así no se verá afectada la comunidad que vive en la periferia del camposanto donde funciona el crematorio, ni tampoco los familiares de fallecidos, quienes deben esperar hasta dos y tres días por un turno en uno de los dos hornos que quedan disponibles.


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