Habitantes de urbanizaciones al sur de Maracay llevan seis días con viviendas inundadas

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Desde el 1° de septiembre, cuando se registró una de las mayores precipitaciones en la región, las aguas desbordadas del río Madre Vieja inundaron como nunca las viviendas. A casi una semana de la zozobra, ningún organismo ha prestado ayuda a los vecinos. Claman por agua potable y medicamentos, mientras conviven con animales que nadan dentro de sus hogares.

Maracay. Cada año cuando llega la temporada de lluvia, a cientos de familias que viven al sur de Maracay se les repite la tragedia de ver sus viviendas inundadas y sus enseres nadando entre las aguas putrefactas del río Madre Vieja, que se mezclan con las del lago de Valencia.

Entre la noche del 1° y la madrugada del 2 de septiembre se registró la mayor tormenta caída en el centro del país, de acuerdo con los reportes del departamento de Hidrometeorología de la Universidad Central de Venezuela. En Mata Redonda, La Punta y La Esmeralda nadie durmió. Camas, colchones, cocinas, ventiladores y cualquier electrodoméstico nadaba en más de un metro de agua: el nivel que alcanzaron las aguas desbordadas dentro de las viviendas.

A seis días de las inundaciones, los afectados, que se calcula superan las 500 familias entre los tres urbanismos, aún esperan la atención y el socorro gubernamental.

“Buenos días Sr. Presidente; el caso que nos atañe en estos momentos es la inundación que existe desde hace 6 días en la Urb. Mara Redonda en el estado Aragua, no hemos tenido respuestas de Gobierno Regional en ningún sentido, las 3 bombas que achican las aguas del sector malas” (sic), escribe en Twitter a Nicolás Maduro uno de los afectados, Odoardo Palma.

George Sarmiento, otro de los tantos afectados de Mata Redonda, narra a Crónica.Uno que las aguas alcanzaron más de un metro de altura, afectando al 95 % de los 372 propietarios que aún residen en la zona:

Después de seis días las aguas apenas han bajado de cinco a 10 centímetros, pero en las noches el nivel sube, pues las lluvias no han cesado, aunque no (son) como las de aquella noche, dijo.

Sarmiento explica que el urbanismo se encuentra a seis metros por debajo del lago de Valencia y que en temporada de lluvias, cuando suele desbordarse el río Madre Vieja, sus aguas se mezclan con las aguas negras, que deberían ser drenadas al lago a través de tres bombas.

Foto: Cortesía

“Ahorita hay solo una bomba operativa y aunque la dejaran encendida las 24 horas sin que llueva, tardaría de 10 a 15 días para desahogar las aguas de la urbanización”, detalla.

Mientras tanto, los habitantes siguen sin el suministro de agua potable. Apenas el sábado llegó un poco por tubería, así que entre las peticiones que hacen los habitantes de Mata Redonda está la donación de agua para tomar y también medicamentos.

Seis días después la inundación el riesgo sanitario parece inminente. Ya hay personas, particularmente niños y de la tercera edad, que presentan cuadros respiratorios, alergias y que no pueden salir de sus casas, en donde ya se ha formado la lemna y se han encontrado con culebras, babas y hasta anguilas.

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Babas y culebras han entrado a las casas. Foto: Cortesía

Situación similar padecen los habitantes de La Esmeralda.

“Anoche nos asustamos otra vez”, cuenta Berenice Chourio cuando recuerda la lluvia que cayó este domingo, aunque no tan intensa como la del pasado 1° de septiembre.

Reconoce que recibieron al principio cierta atención, como la entrega de las cajas del Clap y el suministro de agua, pero solo por dos días.

“Ellos vienen, se toman fotos para sacar provecho de nuestra tragedia y no nos dan respuesta”, dice entristecida al ver que ninguna institución les ha prestado ayuda durante la contingencia.

Foto: Cortesía

Ambos voceros coinciden en que ni Protección Civil ni los Bomberos de Aragua han atendido la emergencia.

Chourio recuerda que la noche de la tormenta fue un equipo de Protección Civil solo a preguntar quiénes se iban. “¿Para dónde?”, se pregunta ella todavía.

Estamos totalmente desasistidos —dice Sarmiento— para ellos, nosotros no existimos.

Fotos: Cortesía


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