Venezuela ocupa el cuarto lugar en número de homicidios de personas gays en la región de América Latina y el Caribe, después de Brasil, México y Colombia

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Entre 2009 y 2013 ocurrieron 99 crímenes de odio por orientación sexual, identidad y expresión de género, según el informe publicado en 2013 por la organización Acción Ciudadana contra el Sida (Accsi) y presentado en 2014 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos.

Se trató de un estudio hemerográfico realizado en 13 entidades federales: Distrito Capital, Miranda, Zulia, Aragua,  Mérida, Carabobo, Bolívar, Barinas, Lara, Vargas, Nueva Esparta, Táchira y Monagas.

Accsi desglosó la cifra en 46 asesinatos; degollamientos, impactos de balas, quemaduras, lanzados al vacío, arrollamientos, ahogamiento, golpes con objetos contundentes. También 53 agresiones de todo tipo: tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, detenciones arbitrarias, agresiones verbales, físicas y psicológicas, amenazas, embate policial, abuso de poder, entre otras.

A juicio de Yonatan Matheus, director general de la ONG Venezuela Diversa, a la fecha los casos de vulneración de derechos de las personas LGBTI siguen en ascenso,  y no son reflejadas en las estadísticas oficiales. En realidad son invisibilizadas por la mayoría de los medios de comunicación, y por la falta de denuncia y confianza de las victimas en el sistema de justicia venezolana.

“Las víctimas prefieren el anonimato antes que ser doblemente victimizadas por los cuerpos policiales y órganos receptores de denuncia. quienes en la mayoría de los casos criminalizan y desestiman los planteamientos de estas personas víctimas de violencia, actos vandálicos o vulneración de sus derechos. Por eso prefieren quedarse callados”, denunció.

Aclaró que la orientación sexual, la identidad de género y expresión de género no son delitos en Venezuela, y explicó  que la Constitución establece en su artículo 21 que: “No se permitirá discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona”.

Apuntó que los derechos a la igualdad y no discriminación no se cumplen de manera real y efectiva en Venezuela, pues no existe un marco legal que proteja expresamente a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transesuales e intersexuales contra toda forma de discriminación y exclusión social, o que obligue a los representantes de las instituciones del Gobierno a garantizarlo.

“Eso nos hace más vulnerables. Tan es así que Venezuela ocupa el cuarto lugar en número de homicidios en la región de América Latina y el Caribe, después de Brasil, México y Colombia”, acotó.

Esa situación fue presentada en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en marzo de 2104.

Problema social

Para el defensor, quien estudió para ser cura y dejó el seminario cuando descubrió que era homosexual, la gente piensa que somos que los miembros de la comunidad LGBTI son personas enfermas.

“Nos ven como pecadores o enfermos. Como el chiste de las reuniones familiares, como algo contagioso y peligroso para la estabilidad de la ‘familia’ y los niños. Pero el verdadero problema es que no son capaces de aceptar la diversidad humana, de aceptarnos tal cual somos. Aquí existe mucho odio hacia las personas LGBTI disfrazado de una doble moral y un discurso de respeto a la vida ajena y eso se ve más en las zonas populares, sectores políticos y grupos religiosos, donde las personas nos mastican pero no nos tragan”, cuestionó.

Citó el caso de Carla Lugo, registrada al nacer como Carlos Lugo, mujer transexual de 19 años, que recibió un tiro en su pierna derecha, cuando ayudaba a una de sus compañeras que era golpeada por  un sujeto.

“A Carla la dejaron siete horas en la emergencia del hospital Pérez Carreño por el hecho de ser trans y porque no tenían un kit de bioseguridad para operarla. Luego pasó siete días en la sala de hospitalización para hombres, donde experimentó burlas y comentarios peyorativos vinculados”, finalizó.

Foto: Cristian Hernández

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