La cantidad de desechos sólidos, regados en calles, avenidas, quebradas y sitios públicos preocupa a los vecinos del Litoral Central. Aunque cada mes, las empresas recolectoras retiran un total de 7000 toneladas de basura, el servicio se torna insuficiente.

La Guaira. En el oeste del Litoral Central habita el 70 % de la población de la entidad y sus principales localidades, Catia La Mar y Maiquetía, hoy lucen con basura por doquier, lo que angustia a sus vecinos que temen más enfermedades en tiempos de pandemia del coronavirus. 

Son inocultables los montones de desechos sólidos, en su mayoría sin bolsas plásticas o recipientes con tapas, que se acumulan en calles, avenidas, aceras, puentes, pasarelas, terrenos baldíos, quebradas, ríos, playas y otros espacios públicos del Litoral Central. Incluso, los desechos rebasan los escasos contenedores dispuestos para la recolección.

“Es un chiquero que se nos convirtió, a la vez, en un problema de salud”, dijo María del Carmen Linares, habitante del barrio Brisas del Aeropuerto, en Catia La Mar, y quien se mostró preocupada por la sumatoria de otras calamidades, en medio de la COVID-19 como: la falta de agua, las fallas eléctricas y de Internet, el colapso de las aguas servidas y la acción delictiva.

Aunque el servicio de aseo ha sido deficiente desde hace más de cuatro décadas, moradores de Catia La Mar, Maiquetía y las parroquias aledañas Carlos Soublette y Urimare denunciaron que el problema de la basura se ha agravado durante la pandemia. 

En Vargas nunca han recogido bien la basura, pero desde que comenzó la pandemia, y en especial en lo que va de este año, todo es peor en las calles, en las quebradas, en todos lados. Los camiones no pasan por aquí desde hace tres semanas, señaló Cristina Díaz residente de la comunidad El Respiro, en Catia La Mar, donde los vecinos adelantaron que protestarán en la vía pública para que se lleven toda esa porquería.

Congelar residuos alimenticios

En la parte alta de la urbanización La Fundación, en Catia La Mar, el asunto no es muy diferente. El servicio de recolección de basura se ha ausentado por dos semanas y ello obligó a Ana María Ladera a congelar sus desechos de comida para evitar los gusanos y la putrefacción. 

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En cualquier calle o avenida del Litoral Central, los montones de basura se dejan apreciar / Foto: Mirna Montemayor

Es horrible y cuando vienen los camiones, me ves dando carreras para sacar todo eso, agregó la maestra de educación preescolar y madre de dos niñas.

La angustia de Ana María, inevitablemente, se replica entre los vecinos de Maiquetía, zona comercial y de recogimiento espiritual del estado. 

Los montones de basura saltan a la vista de cualquiera, al tiempo que los indigentes, sin importar la hora y casi en las narices de los funcionarios de la policía local, aprovechan los retardos de los camiones para escarbar en bolsas, sacos y en los propios desechos sólidos. Cargan de todo: comida, objetos de plástico, cartones, ropa y otros artículos.

La circulación de personas en situación de calle, que pululan entre la basura, ha sido denunciada por los comerciantes del casco colonial de Maiquetía ante el Comando de Seguridad Urbana de la Guardia Nacional, ubicado justo al lado de la jefatura civil de la parroquia.

“Nuestras solicitudes son ignoradas por la guardia y la policía, que terminan siendo cómplices de lo que ocurre con esos indigentes, que en las tardes y en las noches usan como guarida la Plaza del Cristo de Maiquetía, un sitio turístico que está cerrado al público, pero que ellos invaden, ensucian de basura y dañan sin que nadie los detenga”, manifestó Ildo Robaina, dueño de una tienda de electrodomésticos, situada en la cercana calle Los Baños.

Robaina se quejó de que las dos últimas facturas del servicio de aseo que presta la Alcaldía del Municipio Vargas, oscilen entre 100 y 120 millones de bolívares. Sin embargo, manifestó su esperanza en que cumplan con el despeje oportuno de los desechos no solo de las afueras de su negocio, sino de otras zonas de la parroquia. “Se paga demasiado y la prestación del servicio es pésima”, puntualizó.

Otros vecinos del sector Piedra Azul advirtieron los efectos negativos de la basura acumulada, dado que han tenido que convivir con los olores nauseabundos, roedores, moscas y zancudos. En el río del mismo nombre, abundan los desechos sólidos y los vertederos de aguas servidas, sin olvidar la creciente maleza, producto de la falta de mantenimiento del cauce.

La basura nos va a enfermar a todos y aquí hay muchos niños y personas de la tercera edad. Ni el tapabocas evita los malos olores. También en el río Piedra Azul hay de todo y aguas negras. La gente es muy inconsciente, sostuvo Ernestina Marval, que desde el piso 5 de los bloques de El Rincón, divisa también el caudal intervenido de otro riachuelo llamado Quebrada Seca.

Faltan compactadoras… y gasoil

En la Gobernación de La Guaira y la Alcaldía de Vargas, admitieron que la movilización de los vehículos recolectores de basura ha mermado por desperfectos mecánicos, costo de los repuestos y las recientes complicaciones para abastecer de gasoil. De esto último, hay constancia en las largas colas en las estaciones de combustible del Litoral Central. 

Sin embargo, también convergen otros factores que influyen en las deficiencias del referido servicio público. La Superintendencia de Recolección de Desechos Sólidos (Sudereso), adscrita a la Alcaldía de Vargas, cuenta con tres compactadoras de residuos, cuando debería tener una por cada parroquia, es decir un total de once. 

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Los ríos y quebradas del Litoral Central se convirtieron en basureros improvisados / Foto: Mirna Montemayor

Mientras las cantidades de basura van en aumento en una entidad federal que supera los 750.000 habitantes, los trabajadores de Sudereso recolectan aproximadamente 7000 toneladas de residuos mensuales, en coordinación con sus homólogos de la Gobernación.

En este particular, resulta cada vez más frecuente observar que los empleados de estas empresas y los del barrido manual no siempre usan las mascarillas y carecen de guantes para manipular las bolsas y restos de basura.

“Esa gente trabaja a la buena de Dios y se puede contagiar con facilidad, lo que nos pone en riesgo también a nosotros”, comentó Enio Benítez, quien vive en el bloque 7 del sector Guaracarumbo de la parroquia Urimare, frente al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía.


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