Las compras en locales que ofrecen mercancía importada son de pocos productos, por lo que la oferta también es reducida e incluye productos nacionales. Pringles, M&M y cervezas Heineken son lo más demandado en los establecimientos, aunque no se llevan en grandes cantidades.

Caracas. Cuando empezó el boom de los bodegones en Caracas por la relajación de controles de precios, cambio e importación, Maryely Barros, habitante de Catia, auguró que sería algo temporal y que, eventualmente, se volvería cotidiano ver potes de Nutella en quioscos y puestos de vendedores ambulantes.

Casi tres años después, la realidad es similar, aunque los bodegones siguen allí. A diferencia de otros sectores de la ciudad, en las zonas populares de Caracas su aparición se dio con menos fuerza; tienen su público objetivo, pero el ritmo de compras, más allá de qué tanto puedan gastar, es menor. 

Yo, por ejemplo, compro muy eventualmente en los pocos bodegones que hay acá en Catia. Si cumple años algún familiar, si de repente quiero regalarle algo a mi hijo, es más que todo chuchería, porque la comida importada igual la puedes conseguir en el abasto o el supermercado”, señala Maryely.

Foto: Alberto Torres

Según datos de la encuestadora Datanálisis, la mayoría de la población aún elige comprar en lugares tradicionales, aunque la tendencia a acudir a bodegones está en aumento y al menos 15 % acude a bodegones a adquirir bienes. Aun así, según estimaciones de Atenas Grupo Consultores, reseñadas por Banca y Negocios, las compras promedio en esos establecimientos son de 10 dólares y cuatro productos.

Compras puntuales

Cristian*, vendedor de un bodegón ubicado en la avenida Sucre de Catia, cuenta a Crónica.Uno que, por lo general, los clientes que acuden al lugar “compran graneadito, no se llevan en grandes cantidades”, por lo que, en contraste con bodegones de zonas más pudientes de la ciudad, la oferta también es reducida.

Otro elemento diferenciador respecto a otros bodegones es que en ese los productos importados no abarcan la totalidad del local y es posible adquirir marcas nacionales de chucherías y licores. De hecho, según Cristian, “la gente prefiere llevarse lo nacional”, principalmente productos como Ruffles, Doritos y otros snacks.

Maryely, por ejemplo, fue al local a consultar precios de los chocolates importados M&M que suele utilizar para decorar las tortas caseras que prepara. Cada vez que tengo algún encargo empiezo a comparar precios; a veces es más económico el M&M, a veces lo son los que venden en las distribuidoras o piñaterías, todo va cambiando, explica. 

En el bodegón ubicado en Catia, los vendedores dicen que las papas Pringles son lo que más se vende, seguido de los M&M, que también venden en bandejas separadas por gramos, y las cervezas Heineken, que cuestan menos de un dólar en el local. “Las compras son puntuales, más que todo para regalos o darse gustos”, cuenta Cristian.

Foto: Alberto Torres
El “resuelve” cuando hay buenos precios  

En otro sector de Catia, la oferta del bodegón, aunque es reducida por el tamaño del local, resulta más variada, pero el panorama es similar. Una vendedora, que pidió omitir su nombre, dice que las ventas pueden ser “buenas o normales” dependiendo de si el cliente está buscando productos que no se venden en negocios tradicionales de la zona. 

Ejemplos de ello son los combos de salsas importadas marca Heinz, la mayonesa Hellmann’s o los macarrones con queso y el queso parmesano marca Kraft, productos difíciles de conseguir en los alrededores, a diferencia de las chucherías importadas que ofrecen, incluso, vendedores ambulantes del bulevar de Catia.

Las compras allí, sin embargo, también son puntuales. Maikel, habitante de la zona, señala que a veces compra allí “porque hay menos cola para pagar” y también venden productos básicos como harina de maíz, aceite comestible, margarina, pasta, café molido y leche líquida. 

Podría decirse que quienes vivimos aquí lo vemos o utilizamos más como una bodega o un abasto, como los otros que hay, solo que también venden cosas importadas y se ve más arreglado. Yo, en lo particular, solo compro ahí lo esencial”, dice Maikel.

Compras en la zona de bodegón solo si el bolsillo lo permite

En otras zonas populares los locales que fungen como especie de bodegones tampoco lo son por completo. En la parte baja de La Vega, un negocio inaugurado este año también divide su mercancía entre los productos básicos nacionales y unas cuantas variedades importadas, también de chucherías, aunque la recesión obliga a más de uno a ajustar sus compras al presupuesto con el que van.

Foto: Alberto Torres

Mientras que en Quinta Crespo, en las adyacencias del mercado municipal, el supermercado Páramo ofrece ambas versiones por igual en sus anaqueles, aunque –de nuevo– la venta de chucherías importadas no es el fuerte del negocio. “Sí se venden, pero las personas vienen buscando más que todo comida, principalmente por los precios”, cuenta un trabajador.

Similar a lo que se ve en supermercados tradicionales, las cestas que llevaban los clientes tenían mayormente productos de primera necesidad, y la zona de charcutería y carnicería era la más concurrida por sus buenos precios. 

Yo vengo a hacer mercado semanalmente, si puedo llevarme chocolates o un vino importado, lo hago, pero no es mi prioridad y no es por lo que vengo a este local”, contó Grecia, quien reside en San Juan. Productos como Nutella, mantequilla de maní y potes de M&M están a la vista del público, y en cantidades considerables, pero no son tan codiciados.

Una investigación de la Universidad de Oslo y el Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO) estima que en abril había, al menos, 613 bodegones en el país y 20 % tiene entre dos y tres años de existencia. 66 % de los pagos en esos establecimientos se hacen en bolívares, 23 % en divisas en efectivo y 11 % con divisas mediante transferencias. 

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