La calle se convirtió en el dormitorio de los zulianos por las fallas eléctricas

La inseguridad y la plaga azotan a los marabinos por las noches. En el sector Belloso, en el centro de la ciudad, aproximadamente 24 familias duermen a la intemperie, en aceras y porches.

Maracaibo. Cuando el sol anuncia el final de su jornada agobiante, para los zulianos comienza “la carreteadera de colchones”. Cualquier rincón de la casa donde pegue algo de brisa, a veces casi nula, los porches o incluso las aceras, son un buen lugar para hacer más llevadera las noches sin servicio eléctrico que ya son rutinarias en la capital zuliana.

Cada quien agarra su “cama portátil”, se acomoda, cubre con sábanas los trozos de gomaespuma y se dispone a luchar contra la plaga.

Eso ocurre todas las noches en casa de Anny Galué. Ama de casa, vive en el sector Belloso del centro de Maracaibo, donde el servicio eléctrico falta hasta por cuatro días. En el interior de la pequeña casa de Anny, que visitó el equipo de Crónica.Uno, el calor es más intenso que en el exterior. En la única habitación de la vivienda, que comparten cinco personas, un revoltijo de sábanas y colchones desgastados espera que llegue la tarde, cuando serán llevados nuevamente al porche de la vecina, donde duermen ella, su esposo, sus dos hijos y un nieto. “Ahí tenemos ese cuarto vuelto nada, porque para qué acomodamos si en la noche los tenemos que volver a sacar”.

Anny Galué. Foto: José Núñez

El calor, la plaga y la inseguridad acompañan cada hora de oscuridad. En la comunidad del sector Belloso al menos 24 familias duermen expuestas en aceras y porches durante las noches, incluyendo ancianos, niños y enfermos crónicos.

A veces estamos aquí y suenan disparos. Realmente no dormimos porque tenemos que cuidar las casas, soplar a los muchachos por el calor y matar zancudos, esas son nuestras noches. Ya no aguanto más, nos están matando lentamente. Yo me levanto cuando me pega el sol, pero ya el cuerpo no me da para más nada. Me siento como débil y es porque no descanso, todos en la casa estamos así”, dice Anny, con la mala noche marcada en el rostro.

Era la hora del almuerzo. Preparaban una paila de arroz blanco y un guiso de “manguera”, en el que usan una especie de salchicha que traen de Colombia. “Nos han cambiado hasta la dieta. Ya en Maracaibo no se come carne porque se daña, no solo por los apagones sino porque muchos nos hemos quedado sin nevera de tanto sube y baja de la luz. Ahora comemos manguera, un salchichón colombiano de puerco, o arroz solo o pasta con mantequilla, y solo un poquito para que alcance, para engañar el estómago como quien dice”.

Foto: José Núñez

La falta de comida hizo que su vecina se fuera al municipio San Francisco. Antes de irse le dio permiso para dormir en el frente de su casa. Después de almorzar, Anny y su esposo, quien es constructor de ductos de aires acondicionados, pero que tiene meses sin trabajar, debido a la caída de demanda de ese servicio por las fallas eléctricas, se sientan debajo de una mata de mango que da sombra, no solo a ellos, sino a un grupo de cuatro hombres que aprovecha el apagón para jugar dominó.

Foto: José Núñez

Una decena de garrafas aguardan en fila. Entre tanta penuria hay algo que agradece Anny y es que recibe agua potable. “Aunque se vaya en todo Maracaibo, aquí siempre sale agua porque la tubería de la casa está conectada a una tubería madre. Gracias a Dios porque viene gente de todas partes a llenar sus pipotes. Yo los dejo porque tenemos que ser solidarios”. Al menos 40 personas llegan todos los días a la casa con ese fin.

Foto: José Núñez

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