Las carruchas, una especie de patineta de fabricación casera, son consideradas un juego tradicional que data del siglo XX, muy practicado en zonas de Caracas, sobre todo en carreras organizadas entre vecinos cuando llegaba el mes de diciembre. Para seguir la tradición, las carreras de la Fundación Carruchas El Retiro, en la parroquia San José, iniciaron en la época decembrina.


Caracas. Un viernes cualquiera, pero de hace diez años, un grupo de vecinos se reunió en casa de Edwin Acevedo, en la comunidad de El Retiro, en la parroquia San José del municipio Libertador de Caracas. Durante el encuentro todos empezaron a recordar cuáles eran sus pasatiempos favoritos cuando eran niños, infancia que todos vivieron dentro de la misma comunidad.

Esa noche, entre la nostalgia del pasado y unos cuantos tragos, Edwin y sus viejos amigos del barrio recordaron que durante su niñez acostumbraban a volar papagayos, jugar con trompos, metras, montaban bicicletas y manejar carruchas. En ese momento caímos en cuenta que todos esos juegos se estaban perdiendo en el tiempo. No comprendimos bien las razones, pero sí sabíamos que dos de esas razones eran los videojuegos y el internet, dijo.

Edwin Acevedo. Foto: Gleybert Asencio

De niño Edwin practicó béisbol. Sin embargo, la vida lo llevó por otro camino y el deporte se convirtió en su trabajo y, por ende, en el sustento de su familia. Desde los 17 años de edad es entrenador de fútbol sala y baloncesto en categorías infantiles. Este oficio llegó a él a través de sus padres, quienes fueron promotores deportivos. Ha vivido toda su vida en El Retiro, una comunidad que él describió como alegre y llena de niños y niñas.

Desde hace diez años la vida también lo llevó a que la recreación infantil, a través de la práctica de juegos tradicionales, fuera su segundo oficio. De esa reunión en casa de Edwin surgió la idea de fabricar unas cuantas carruchas y mostrarlas a los niños y niñas de la comunidad. Finalmente, y en poco tiempo, esa idea se convirtió en la Fundación Carruchas El Retiro. El proyecto que inició con la organización de eventos en la segunda calle de El Retiro, con apenas 20 carruchas.

Foto: Gleybert Asencio

En las primeras carreras que organizamos participaron 50 niños. Las primeras carreras las hacíamos en diciembre porque esa era la época de carruchas y de las patinatas en Caracas, pero el resto del año los niños quedaban a la espera de otras actividades, de algo más.

Las carruchas, una especie de patineta de fabricación casera, son consideradas un juego tradicional. La práctica data del siglo XX y era muy común en zonas de Caracas, sobre todo en carreras organizadas entre vecinos cuando llegaba el mes de diciembre. Siguiendo la tradición, las carreras de la Fundación Carruchas El Retiro iniciaron en la época decembrina, contó Edwin.

Con el tiempo, más las personas que se han involucrado en el proyecto. También se ha incrementado la participación de niños y niñas en las carreras. En la carruchada más reciente organizada participaron 400 niños. Incluso, niños con discapacidades visuales han tenido la oportunidad de manejar las carruchas.

Esta es una organización sin fines de lucro. Todo el que trabaja aquí, trabaja sin ninguna remuneración. Todo lo hacemos porque nos gusta. Comenzamos siendo ocho personas y ahora somos 25 en total.

Foto: Gleybert Asencio

Todo ese crecimiento ha hecho que la fundación tenga peticiones para organizar carreras en otras parroquias de Caracas, y también para entes privados y públicos. Luego de 10 años, la iniciativa de Edwin y el resto de los carrucheros, es la misma: El rescate de los juegos tradicionales, frase que también es el lema de la fundación.

Pero ya no solo son las carreras de carruchas, ahora también Edwin y sus colaboradores organizan competencias de papagayos, trompos, metras y carreras de sacos. Desde algún tiempo también incluyen al público adulto con competencias, en diversas comunidades de Caracas, de dominó y chapitas, una especie de deporte informal, muy al estilo de béisbol.

La idea es que esto se masifique, que vaya hacia todas las parroquias de Caracas.

Carruchas
Foto: Gleybert Asencio
Cómo se fabrican las carruchas

Edwin es un experto en la fabricación de carruchas caseras. Su fundación a lo largo del tiempo ha armado más de 400 carruchas, 100 de ellas son parte de las exhibiciones. El resto ha quedado en manos de los niños y niñas de las comunidades donde han estado presente. Los pequeños vecinos de El Retiro son los primeros beneficiarios.

Para armar una carrucha se necesita una tabla de madera de 25 cm de ancho y 90 cm de largo. Dos ejes: uno delantero y otro trasero, en donde van las rolineras. También se necesita una cuerda, que ayuda a la conducción de la carrucha, tornillos y rolineras.

Ya en los talleres mecánicos de Caracas Edwin es conocido. Cada mes, él y algunos de sus colaboradores hacen recorridos por talleres de reparación de motos en busca de rolineras usadas que vayan a ser desechadas. Con el tiempo los dueños y encargados de estos talleres se han hecho aliados de la fundación y ya están acostumbrados a guardar estas piezas en los envases que él les deja y que luego busca con las donaciones.

Los niños de nuestra comunidad, y de otras comunidades ya tienen sus propias carruchas. Nosotros los hemos ayudado a construirlas. Esa es la idea, que cada niño de Caracas tenga una carrucha.

Edwin ya es un adulto con hijos y nietos, carrucheros como él. Su cuerpo ya no es el mismo de cuando tenía 17 años y era atleta. Pero eso no le impide seguir motivando a los niños y niñas en la práctica del deporte y en el conocimiento de los juegos tradicionales.

Manejar una carrucha genera emoción y adrenalina en los niños. Por la experiencia de Edwin, muchos de los pequeños a los que muestra las carruchas no conocen qué son y sienten miedo de intentar manejarlas.

Carruchas
Foto: Gleybert Asencio

Por eso antes de darles las carruchas, Edwin y sus colaboradores ofrecen una pequeña charla a los niños, en ese momento les dan una breve reseña histórica de las carruchas, les explican cómo se fabrican y los enseñan a manejarlas. Cuando Edwin ve una sonrisa en el rostro de los niños al manejar las carruchas siente que su trabajo ha valido la pena, y que esa es la mejor remuneración que puede recibir. Organizar una carrera de carruchas no tiene ningún costo, solo la colaboración de los vecinos y la disposición de adultos y niños de participar y pasarla bien.

Al principio les da un poco de miedo, pero luego de que se lanzan dos o tres veces no se quieren bajar más de la carrucha. Lanzarse por las bajadas y controlar las carruchas es emocionante. Ver en sus caras las sonrisas, eso no tiene precio. El pago de nosotros es la felicidad de cada niño.

Carruchas
Foto: Gleybert Asencio

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