Las reuniones en casa de amigos se han convertido en la mejor opción de rumba para los jóvenes en Anzoátegui

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Salir a un sitio nocturno implica una logística monetaria que muchos consideran que hoy en día no pueden pagar, es por ello que el mejor plan para los rumberos anzoatiguenses ha sido reunirse en casa de algún amigo y con un pequeño aporte se arma la fiesta para pasar un rato distinto y olvidarse de la rutina diaria.

Barcelona. Es viernes y Yeniret, de 23 años, inicia una conversación grupal con sus amigos para armar el plan de rumba tras una larga jornada laboral. ¿En dónde quedamos?, pregunta la joven a su grupo, la respuesta: “En el caney, en casa de Jorge”. Así se concretan las reuniones en casa de alguno de los amigos en la que cada asistente lleva algo para comer o beber.

El plan de Yeniret es la nueva modalidad que se aplica para “rumbear” en la zona norte del estado Anzoátegui.

Prácticamente lo que hacemos ahora son las fiestas de traje…, cada quien trae algo para compartir”, sostiene entre risas la joven que trabaja como productora en una emisora de radio.

¿Cómo puede surgir un plan para rumbear en Anzoátegui? Dependiendo de cómo se dé la situación. Yeniret sostiene que lo habitual es que después de ir a una actividad que puede tener un corte social, cultural o empresarial y en el sitio del evento se encuentran varios amigos o conocidos, generalmente salta la interrogante: ¿Qué hacemos después? Entonces se cuadra para hacer la “rumba de traje”, reuniones en casa de particulares.

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Precios de los locales nocturnos están dolarizados. Foto: José Camacho.

En la zona, especialmente en la ciudad de Lechería, hay múltiples opciones para salir y distraerse de la rutina diaria. En el municipio turístico Diego Bautista Urbaneja, se encuentran ubicados diversos sitios que marcan la pauta a la hora de salir de fiesta. Sin embargo, como sostiene Rodolfo Salazar: “Los sitios están, pero acudir a ellos representa una inversión que en muchos casos no podemos pagar”.

Y es que Lechería es considerada como una pequeña Miami: está rodeada de playa, sol y una sensación de que la crisis que atraviesa Venezuela está lejos de tocar sus puertas y, por consiguiente, los precios que manejan los locales nocturnos se encuentran dolarizados.

Hay sitios que te ofrecen precios que podríamos llamar solidarios, por cinco dólares te cobran la entrada y te obsequian lo que llamamos un tobo de cerveza, pero al final sale mejor cuadrar una reunión en casa de alguien. Con lo que se invierte en una salida a un local, se hace una vaca y podemos comprar hasta el triple de lo que podríamos consumir en un sitio”, sostiene Yeniret.

Con un aporte de 3 dólares o 150.000 bolívares por persona (cuando el grupo pasa de cinco), sostienen parte de los consultados, se puede armar algo sencillo, pero que cubre las expectativas de pasar un rato diferente.

La salida nocturna implica armar una logística que llevada a la práctica no parece complicada, pero cuando se comienzan a sacar las cuentas el bolsillo de los rumberos comienza a sufrir.

Al tocar el punto del transporte surge el primer escollo para salir de fiesta. Según las tarifas que manejan diversas compañías de taxis, la carrera mínima en horas de la madrugada se cotiza en 10 dólares, el costo varía cuando “la carrerita” implica visitar varios sitios y un traslado de estos puede llegar a costar hasta 40 dólares. No conforme con eso, las empresas durante la madrugada no llevan pasajeros a ciertas zonas debido a la inseguridad.

No soy de rumbear como tal, por lo general, evito ir a discos. Las reuniones sociales que frecuento regularmente terminan en lo que llaman “after”, que es tomar y escuchar música en casa de algún amigo hasta que se acaba todo. Puedo salir con frecuencia porque cuento con transporte y por saber lo difícil que es conseguirlo siempre termino dándole la cola a varios panas. Los llevo y los regreso, las carreritas salen muy caras”, comenta Alberto Hernández, un ejecutivo de ventas.

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En algunos  sitios los lunes  hay descuentos en pizzas. Foto: José Camacho.
Sin derecho a comida

Los pasapalos (papas, doritos, platanitos, etc.) son los mejores acompañantes para en las reuniones y mitigar el hambre mientras se está de juerga.

En otros tiempos pararse durante la madrugada a comer en una de las areperas más populares que hay en Lechería, luego de una jornada de fiesta, era considerado como una especie de ritual que era imposible pasar por alto. Hoy eso es una quimera.

“No, mi hermano, aquí cada quien tiene que irse comido de su casa y aguantar la pela ya sea con Cheese Tris, platanitos o papitas que es lo más barato. Una hamburguesa, fácil, te puede salir en 250.000 bolos. Imagínate lo que tenemos que pagar si el grupo es grande, cuando nos reunimos lo consigna es ‘aquí cada quien va comidito de su casa’ para que nos alcance la platica y comprar la bebida”, dice Luis Salazar, un community manager a quien le gusta ir a sitios donde hagan covers de grupos musicales más que ir a discotecas.

Los dueños de establecimientos están conscientes de que la cantidad de visitantes a sus sitios no es la misma que en años anteriores y para atraer clientela implementan promociones con la finalidad de generar ingresos.

El equipo de Crónica.Uno conversó con el responsable de uno de estos sitios y sostuvo que aún promociones tradicionales como ladies night o lunes popular se mantienen.

Por ejemplo, aquí tenemos las fiestas temáticas en donde por 15 dólares tienes derecho a la entrada y a un servicio de bebida. Los lunes tenemos un descuento en pizzas de 25 % y así vamos generando otras promociones para que los clientes sigan acudiendo al local. Podemos decir que han surtido el efecto esperado porque aún queda gente rumbera en la ciudad”, indicó el gerente del lugar ubicado en Puerto La Cruz.

Aunque están conscientes de la que la situación del país no es la más idónea, los consultados admiten que no van a rumbas como en otros tiempos, pero aún queda espacio para  las reuniones en casa de algún amigo o sitio nocturno. Lo importante, sostuvieron, es pasar un rato agradable y olvidarse un poco de la rutina.


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