Los andes venezolanos bajo la sombra del suicidio

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Un estudio realizado por el Observatorio Venezolano de Violencia Mérida revela cómo los estados andinos tienen la tasa más alta de suicidios, comparada con el resto del país. La situación se agravó durante el confinamiento.

Mérida. Sol prefiere mantenerse en el anonimato y opta por recurrir a un nombre ficticio cuando habla del suicidio de su papá. Han pasado años y aún le tiembla la voz al recordar aquel mediodía de noviembre cuando le tocó salir corriendo a corroborar lo que un familiar le había dicho por teléfono.

Mientras intenta superar la primera pregunta sobre el caso de su padre, muestra una foto que tiene en el celular, una de las últimas que se tomó con sus nietas, las hijas de Sol. Lo recuerda bonachón, de buen verbo.

“Era de esos padres que hablan poco, pero que demuestran mucho cariño”, rememora, mientras señala con el dedo las otras fotos que aún guarda en el celular.

La joven revive ese día y lo describe con todos sus detalles. Estaba preparando almuerzo y su única preocupación era que sus hijas estuvieran listas cuando las llamaran a comer. Mientras daba los toques finales a la comida, sonó el teléfono. Era un familiar para pedirle que fuera a la casa de su padre porque había sucedido algo grave. Esa gravedad no era nada parecido a lo que su imaginario le decía.

Pensé que se había enfermado o le había pasado algo físico, pero jamás pensé que se había ahorcado”.

Ahora, varios años después, se pregunta si esa muerte pudo haberse evitado. Quizá varias señales pudieron poner en alerta a la familia. Hoy, se atreve a dar recomendaciones cuando un familiar dé muestras de comportamientos “extraños”.

Cuando una persona se aísla, se deprime o constantemente está triste, algo le pasa. Hay que aprender de esos síntomas. Así era mi papá antes de suicidarse”, recordó.

El suicidio es el acto mediante el cual una persona, de forma deliberada, se provoca la muerte. Las razones por las cuales se toma esta decisión varían y pueden ir desde problemas personales hasta trastornos mentales. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un millón de personas en el mundo se suicidan cada año, lo que significa que, cada 40 segundos, alguien, en algún lugar del planeta, se quita la vida.

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La región latinoamericana, si se compara con Europa, no tiene índices alarmantes, sin embargo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un informe difundido en 2017, califica al suicidio como un problema de salud pública, de allí que en su más reciente Plan Estratégico determinó que este es uno de los indicadores que deben ser evaluados en las Américas. Las cifras del informe indican que anualmente en la región se suicidan 65.000 personas.

Mirando el interior

En Venezuela se ha ahondado poco sobre el tema de los suicidios. Son escasos los estudios que dan respuesta a un problema tan complejo. A principios de este año, el Observatorio Venezolano de Violencia Mérida (OVV Mérida), culminó una investigación titulada: “El suicidio en Venezuela: crisis humanitaria y violencia autoinfligida, con énfasis en los estados Mérida y Aragua”.

Este trabajo fue desarrollado entre octubre de 2019 y marzo de 2020. La indagación se abordó desde dos enfoques. Por un lado, desde el punto de vista cuantitativo con datos de diversas fuentes estadísticas en las que se aplicaron procedimientos demográficos y geográficos, y por otro, se abordó una visión cualitativa, sustentada a través de entrevistas a familiares de víctimas de suicidios y a profesionales vinculados al área como psicólogos, un especialista en salud pública, psiquiatras, un patólogo forense y sociólogos.

Para recabar toda la información el equipo recurrió y se basó en consultas a los anuarios estadísticos de Venezuela, anuarios de epidemiología y estadística vital, anuarios de mortalidad, base de datos de mortalidad de la Corporación Merideña de Salud (Corposalud Mérida) hasta la revisión de la prensa regional, tanto escrita como digital.

El lapso en el que se desarrolló la investigación estuvo comprendido entre el 2014-2018. Igualmente, esta búsqueda se remontó a las estadísticas publicadas en 1936, la más antiguas conocidas en el país, hasta el 2014, que son los registros oficiales más recientes.

El timón de la investigación lo tuvo Gustavo Páez, coordinador del Observatorio de Violencia en Mérida. Los resultados de este estudio se reflejaron en un extenso informe publicado en la página de la organización observatoriodeviolencia.org.ve.

Dentro de los resultados más destacados se señala que la tasa de suicidios en el país, entre 2017 y 2018, se ubicó alrededor de nueve suicidios por cada 100.000 habitantes, lo que estaría por debajo de la media mundial de 10,5 suicidios por cada 100.000 habitantes.

“Estaríamos muy alejados de los países con las mayores tasas de suicidio del mundo como Guyana con 29, o como Rusia y Lituania con 31 suicidios por cada 100.000 habitantes. No obstante, el problema no es que nuestra tasa sea inferior a la media mundial o que esté muy alejada de las más altas del planeta, sino que se duplicó entre 2015-2018 y eso es razón suficiente para encender las alarmas. Es bueno señalar que Venezuela en toda la historia de estadísticas conocidas sobre tasas de suicidios estimadas, vale decir entre 1936 y 2014, nunca había experimentado una tasa superior a 7 suicidios por cada 100.000 habitantes, solo durante un lapso relativamente breve entre 1965-1972 fluctúo en valores cercanos e iguales a siete suicidios por cada 100.000 habitantes”.

Otro dato importante emanado de la investigación es que las tasas históricas de suicidios estimadas en el período entre 1950 y 2014 revelaron que el estado Mérida se posicionó como la entidad con la mayor tasa histórica del país con 8,9 suicidios por cada 100.000 habitantes, seguido por Trujillo con 6,3; Zulia arrojó 6,2; Barinas 6,0 y Táchira con 5,4.

Un aspecto importante de destacar es que la tasa histórica de suicidios de Mérida es más del doble (2,04 veces) de la de Venezuela, es decir 8,9 versus 4,4; respectivamente”, acotó Páez.

Las cifras más recientes que se tienen para Venezuela son las de 2014 e indican que, del total de suicidios que ocurren en el país, 83 % se corresponden al sexo masculino, mientras que el restante 17 %, es del femenino. En Mérida, las más actuales que son de 2018, muestran que el peso porcentual es de 80 % para los hombres y 20 % para las mujeres. Las tasas de los hombres, tanto en Venezuela como en el estado Mérida, son entre 3,4 y hasta 5 veces la de las mujeres, en algunos años.

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Desde el punto de vista de la edad, en Venezuela hasta el 2014, el mayor peso relativo porcentual de los suicidios se encuentra entre los adultos jóvenes, es decir, entre 25 y 29 años y adultos de mediana edad entre 30 y 44 años. No obstante, las tasas más elevadas se presentan hacia los adultos de 45 a 64 años y los adultos mayores de 65 años y más.

“En el caso del estado Mérida, el mayor porcentaje se ubica en los adultos de 45 a 64 años, lo que representa 50 % de los suicidios. En cuanto a las tasas, los valores más elevados se hallan también en los adultos de 45 a 64 años (46 suicidios por cada 100.000 habitantes en esas edades). Es de destacar la tasa de las personas de 65 a 74 años y las de 75 años y más, las cuales muestran valores importantes de suicidios por el orden de 29 y 30 muertes por cada 100.000 habitantes en esas edades, respectivamente”, explicó el representante del OVV Mérida.

El método más empleado para cometer suicidios, tanto en Venezuela como en Mérida es el ahorcamiento, en 62 y 58 % de los casos, respectivamente. En el país, los envenenamientos tienen 21 %, uso de armas de fuego 13 % y otros métodos, 4 %. En el caso de Mérida, el segundo lugar lo ocupa el envenenamiento con un 29 %, seguido del uso de armas de fuego con un 7 % y otros métodos que concentran 6 %.

¿Y en cuarentena?

No es casualidad que en estos momentos existan grupos de ayuda y líneas telefónicas ofreciendo apoyo psicológico. Varias organizaciones, como la Federación de Psicólogos de Venezuela, Psicólogos sin Frontera y la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, han puesto a disposición sus servicios de forma gratuita para la atención de quien lo necesite. Y es que, aunado a la crítica situación económica, política y social que toca de frente al país, la pandemia vino a dar la estocada final a muchas familias venezolanas.

Yorelis Acosta es psicóloga clínica y social, además es investigadora y coordinadora del área sociopolítica en el Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En medio del confinamiento ha estado ofreciendo apoyo profesional a los comunicadores sociales y respaldando campañas gratuitas de ayuda a quien lo requiera. En los últimos años ha enfocado sus investigaciones hacia el tema de suicidios por crisis.

Para Acosta, existen varios factores de riesgo que influyen para que una persona tome la decisión de suicidarse. Entre estos factores están: los trastornos mentales, pero también las condiciones psicosociales, ambientales y culturales, amén del estrés, problemas familiares, entre otros tantos. No obstante, las recesiones económicas —según explicó— constituyen un factor muy importante en el cambio de ánimo de una persona.

“Los estudios de emociones que realizo desde el 2015 muestran un predominio de emociones negativas y si a eso se suma una recesión económica, desempleo, inestabilidad política la ecuación se torna peor. Pero si además nos llega la pandemia por coronavirus con un confinamiento obligatorio, se introduce otro giro a la rueda y somete a más presión a un venezolano que ya está débil, golpeado física y psicológicamente”.

La psicóloga explicó que quienes estudian pandemias dividen a la población en tres grupos: la población general, de riesgo y las personas afectadas por la enfermedad, por lo que es normal que todos sufran en mayor o menor medida de nerviosismo, irritabilidad y cambio de humor. Es menester, entonces, tener a disposición servicios de ayuda para quien lo requiera. “Pero, lamentablemente, esa ayuda no está accesible a la población y ello incide en decisiones personales nada favorables”.

Sin duda alguna el confinamiento vino a agravar la situación en el caso de los suicidios. Lo demuestra el seguimiento que se ha realizado desde principios de año en el OVV Mérida. Para este rastreo de datos se han utilizado, como fuentes de información, diversos medios de comunicación e informantes claves.

Gustavo Páez explicó que en esta indagación se han encontrado varios patrones en el país con respecto al tema durante la etapa de cuarentena. En primer lugar, se han incrementado los casos de suicidios durante el aislamiento.

De un total de 200 casos que se llevan registrados, entre enero y septiembre, 28 % ocurrió antes de la medida de cuarentena, mientras que el restante 72 % ha acontecido durante la misma”.

El segundo patrón detectado en la búsqueda, es la manera progresiva como han ido aumentando los casos de suicidios entre enero y agosto. “En enero registramos 25 casos, en febrero 18, en marzo 17, en abril hubo 16 casos, pero en mayo la cifra subió a 41, en junio 25, julio con 21 y agosto cerró con 24. Eso significa un aumento superior a 66 % entre enero y mayo, mes este cuando se registró el pico mayor. Hasta el 4 de septiembre llevábamos registrados 200 casos en todo el país”.

El tercer aspecto identificado en el registro del OVV Mérida fue que los estados andinos Mérida, Táchira y Trujillo concentran 27 % del total de casos que se llevan registrados hasta el momento. Esto, según Páez, coincide con parte de los resultados obtenidos en la investigación realizada entre el 2014-2018.

Un último patrón mostrado fue el referido a los móviles por los cuales las personas toman la decisión de quitarse la vida. De ese total de casos, 32,2 % lo hizo por depresión, mientras que 25,4 % lo hizo por circunstancias relacionadas con la crisis que atraviesa el país, el tercer lugar en cuanto móvil del suicidio, lo tienen los motivos pasionales con 23,7 %.

Para tomar nota

La psicóloga social Yorelis Acosta confiesa que el trabajo durante la etapa de confinamiento ha sido fuerte, pues sin un sistema público que ofrezca apoyo a la población, que anímicamente está afectada, resulta cuesta arriba orientar a mayor cantidad de personas. Sin embargo, es consciente que hay formas de mantener la sana la salud mental.

Una de esas formas —consideró— es desmitificar las enfermedades mentales. “Así como hablamos con tranquilidad que sufrimos de tensión alta, también podemos reconocer que estamos deprimidos, tenemos ansiedad o tenemos un problema psicológico. Es necesario informar sobre los síntomas de alarma que puede expresar una persona. Si la familia de estas personas está atenta y hay acompañamiento, se puede evitar un desenlace fatal. Siempre hay una manifestación anterior a cometer un suicidio. Es importante también que desde las dependencias oficiales y privadas se empiece a trabajar en prevención de suicidios”.

La OMS, que ubica al suicidio entre las 20 principales causas de muerte en el mundo, determina cuatro maneras de prevenirlo. En primer lugar, restringir el acceso a los medios de suicidio, como sustancias tóxicas y armas de fuego. En segundo, se debe tratar profesionalmente a las personas que sufren trastornos mentales o son consumidoras de algunas sustancias, igualmente se debe mejorar el acceso a los servicios de salud y la asistencia social; finalmente, se hace necesario tener una cobertura responsable de las noticias sobre suicidios en los medios de comunicación.


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