Los chamos pasan el día en las escuelas con las barrigas vacías

La escasez de alimentos no solo es dentro del hogar. En los comedores escolares también se acentuó el desabastecimiento. Hay días en los que les sirven a los estudiantes las arepas sin relleno.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. “Me llegan niños a primeras horas de la mañana a clase sin haber cenado la noche anterior. Se ven desganados y a veces no asisten porque sus mamás no tienen cómo prepararles el desayuno”.

Ese es el testimonio de una docente -que pidió no revelar su nombre-, de la Unidad Educativa Guillermo Delgado Palacios, ubicada en Los Jardines de El Valle, quien además enfatizó que las mamás ahora más que nunca están contando con el programa del comedor escolar.

Esta escuela tiene una población de 942 alumnos y, según denunciaron las docentes, en el plantel no sirven ni 30% de las comidas previstas en el menú. Si antes llegaban seis pacas de harina ahora les mandan dos o tres, indicaron.

“Los alimentos no llegan completos. Dejaron de enviar frutas y las meriendas. Nos surten harinas nada más. Unas veces se les puede dar la arepa -que ahora es más pequeña- con queso y otras sólo con jamón”, detalló.

Los relatos de los maestros reflejan que el programa oficial de alimentación escolar enfrenta limitaciones. El pasado año la atención alimentaria cayó 9%  respecto a 2014, de acuerdo con las cifras de la Memoria del Ministerio de Educación.

Lila Vega, vocera de la Red de Madres Padres y Representantes, destacó que esta situación es muy delicada, porque ya no solo se trata de que los chamos estén faltando a clases porque sus padres están metidos en una cola, o por los hechos de violencia que suceden en su comunidad, sino porque no tienen el desayuno o la merienda.

Denunció que ahora es frecuente la reducción de las jornadas cuando no está funcionando el comedor escolar. “Eso es una angustia para las madres, que no saben qué hacer para cubrir el almuerzo”.

Vega informó que hace poco se hizo una encuesta en varias escuelas ubicadas en zonas populares del estado Miranda, en la que precisamente les preguntaban a los estudiantes las causas de sus inasistencias.

“Fue alarmante conocer que 30% de los entrevistados dijo que falta 1 o más días porque no tiene qué comer”, apuntó.

Como naipes

En otros tiempos contar con el Programa de Alimentación Escolar era un alivio para las familias de pocos recursos económicos.

Las mamás sabían que si no tenían comida en casa, por lo menos en la escuela a sus hijos les garantizarían dos platos al día: desayuno y almuerzo. Pero ahora no tienen ni lo uno ni lo otro.

Las maestras informaron que los niños van desganados, se desmayan y que cuando les preguntan por qué no asistieron a clases, dicen que es porque en su casa no había comida.

Un programa de la Fundación Bengoa, que monitorea escuelas en Caracas, Maracaibo y Mérida, mostró que la desnutrición infantil va en aumento y el pasado año repuntó 9%. Maritza Jiménez, miembro del Observatorio Venezolano de Salud señaló en febrero que “se ha limitado el consumo de alimentos fundamentales. El programa está dando básicamente calorías sobre la base de cereales y grasas, pero muy poca proteína porque no hay pollo, ni carne, ni huevos”.

Esa realidad se vive en el colegio Guillermo Delgado Palacios y así como en la Unidad Educacional Guaicaipuro de Los Magallanes de Catia, donde no llegan  completos los nutrientes del Programa de Alimentación Escolar.

Una de las maestras, que resguardó su nombre, afirmó que solo les proporcionan harina pan o harina de trigo. “Antes de Semana Santa servimos las arepas sin relleno. Luego trajeron la mantequilla y les untaron únicamente ese ingrediente”, señaló.

En las escuelas también impacta la escasez. La restricción en la entrega de dólares ha afectado la producción de alimentos de las empresas públicas y privadas, por lo cual hay ausencia de carne, pollo, huevos, pan, pasta, entre otros rubros básicos.

La historia de las fallas del programa se repiten en la Tulio Febres Cordero de Los Frailes de Catia; en la escuela Alejandro Fuenmayor y en el colegio  Gustavo Oledo, de Propatria.

“No se cumple con el programa. Estas escuelas dependen del Gobierno Distrital y tenemos entendido que la empresa Fundeca que suministra los productos tiene deudas con los proveedores. Pero quienes salen perjudicados son los niños. Se están desmayando, no rinden en sus actividades académicas y se están ausentando. Da dolor ver cuando sacan las loncheras y tienen un pedazo de pan nada más”, añadió otra educadora.

Relató que hace poco a uno de los colegios cercanos, también en Propatria, mandaron 506 tequeños del tamaño de un dedo para una población de 520 alumnos.

“Eso está pasando frecuentemente y a nadie parece importarle. Si uno denuncia le abren un expediente administrativo”, dijo.

Lila Vega apuntó que al bajar la asistencia alimentaria se afecta el ritmo académico, pues el simple hecho de no tener el grupo completo en un aula significa reprogramar las actividades, “y si eso es frecuente incluso podemos hablar de un año perdido prácticamente. El Ministerio de Educación debe atender esta problema, porque los estudiantes crecerán enfermos y con déficit de nutrientes , vitaminas  y minerales”.

Foto referencial: Cristian Hernández


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