Los trabajadores manifiestan estar agobiados porque lo que hacen apenas les alcanza para sobrevivir. A pesar de que venden desde papel higiénico, café, hasta queso, nada de eso se ve reflejado en las ventas. Para ellos, todavía falta mucho para comenzar a hablar de una recuperación económica.

Caracas. Primero la crisis económica y la desaparición de revistas y periódicos amenazaron su permanencia en la ciudad, pero ahora el excesivo pago de impuestos los oprime, los apaga y les recuerda que pueden extinguirse. Los quioscos intentan vivir de su actividad, pero lo que hacen apenas les alcanza para sobrevivir. Cumplir con las exigencias tributarias es una cuenta que solo crece mes a mes.

Luego de siete años de contracción económica la gente ha tenido que mudar de piel muchas veces, cambiar la estrategia, adaptarse. Hacer lo que sea para que la crisis no se los lleve. En el pasado los quioscos vivían, principalmente, de la venta de golosinas, revistas y periódicos, pero después de este ciclo se han visto obligados a poner lo que sea en las vitrinas, desde papel higiénico hasta café o queso. 

José Contreras paga 400 bolívares al mes en impuestos, lo que equivale a unos 82 dólares a la tasa oficial. Su quiosco está ubicado en el municipio Sucre. Esta semana estuvo cinco días sin luz. Esto último impidió que pudiera vender queso o moler el café. Así que solo ofrecía dulces, cambures o cigarrillos.

Foto: Luis Morillo

El trabajador explica a Crónica.Uno que otros compañeros han cerrado a causa de los impuestos. “Esto ha empeorado un poco porque por la pandemia no habían venido a cobrar y cuando nos llegó la cuenta tocó ir a pagar y sacar plata de donde no tenía. Un quiosco de estos es para sobrevivir, uno no se hace millonario con esto”. 

Contreras tiene este quiosco desde hace cuatro años. Antes vendía golosinas y periódicos, pero desde hace unos dos años vende comida “porque lo que estaba vendiendo no le daba la base”. 

A pesar de que la economía experimentó un rebote en el último trimestre del año y este 2022 podría crecer un 9 %, para buena parte de la población las condiciones económicas siguen siendo asfixiantes.

Por ejemplo, Yaneth Morales, una mujer de 60 años quien tiene un quiosco en el municipio Chacao, dice que aún la gente consigue caro comprar un crucigrama en 12 bolívares ($2,4). “La gente lleva puro café y cigarro, eso es lo que más se lleva, lo de la chuchería muy lento porque está muy costosa, ya no es igual que antes”.

Foto: Luis Morillo

Los crucigramas que vende Yaneth son unos de los pocos artículos tradicionales que todavía se consiguen en los quioscos. En una de las puertas hay revistas antiguas, que confunden, pero no están a la venta, son ejemplares que los vecinos le regalan y luego ella las reparte entre estudiantes que se las piden para las tareas. 

“Ya prácticamente esas revistas no se venden, si tú las compras o viene un proveedor a ofrecértelas ya no vale la pena, porque en verdad no las piden. La gente se informa por Internet, otros medios, todo por las redes. Esas revistas todas son viejas, la gente me las pide y yo se las doy”, cuenta. 

La mujer es otra de las afectadas por los altísimos impuestos y cuenta que:

A nosotros también nos afecta, la luz, el aseo, todo eso es carísimo para un quiosco. Nos cobran prácticamente la basura como si fuera una quinta, como si fuera una casa. Fospuca nos cobra caro. Prácticamente, un quiosco no genera tanta basura, pero nos cobran igual como si esto fuera una mansión aquí en Los Palos Grandes, el problema es el sitio donde estamos.

Morales indica que las ventas no están buenas y que casi vende lo de diario, lo que gana solo le permite mantenerse a sí misma. Para ella no hay debate que dar sobre si Venezuela se arregló, para ella las cosas no marchan como antes y dice, lapidaria, “Todavía a esto le falta un poco más”. 

Si la situación continúa igual, Ana, una arrendataria de un quiosco en el municipio Sucre, dice que no podrán continuar. “La mayoría de los que están cerrados la gente los está abandonando por el pago de impuestos porque son fuertes. Nosotros ahorita estamos pagando 2020 porque cuando nos mandaron a registrarnos no nos explicaron que se iba a pagar un impuesto mensual, nosotros antes lo pagábamos anual”. La pareja actualmente paga la deuda de 2020 y luego de allí les tocará pagar al mes 3 % de las ventas.

Foto: Luis Morillo

En sus vitrinas hay desde mayonesa hasta papel higiénico y aún así las ventas son bajas. También sacan copias para aprovechar que al frente hay un registro y que la gente demanda ese servicio. Ana recuerda que en el pasado también vivían de la venta de tarjetas de recarga telefónicas, otra de las cosas que ha desaparecido con la transformación digital. 

Pero los trabajadores de este sector no son los únicos que manifiestan estar agobiados por las exigencias tributarias. El sector industrial y comercial ha dejado claro que el excesivo pago de impuestos afecta a las empresas. Con la reforma a la Ley de Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGFT) estas han tenido que hacer inversiones para adquirir máquinas fiscales o actualizar las que tienen. Además, advierten que este impuesto a los pagos en divisas tendrá impacto en el costo de los productos

Otros establecimientos son una rareza, pero también están disponibles las 24 horas. Como uno atendido por Yakelin en la parte sur de la Plaza Francia. El quiosco está rotulado con el anuncio de horario extendido. La trabajadora indica que la gente sí va de madrugada a comprar “hasta las 4:30 a. m. hay movimiento”. 

Foto: Luis Morillo

En Plaza Venezuela, municipio Libertador, los vendedores perciben que están más regulados que en otras zonas. Solo pueden vender chucherías, si cambian de rubro pueden recibir la visita de algún funcionario de la alcaldía que les pida retirarlo o también recibir una multa. 

Alba dice que esto tiene años y que se aplica incluso desde antes de la pandemia. Ella confía en que se den reuniones con las autoridades para aliviar un poco la situación y que los impuestos sean rebajados. “Ahorita y que están tratando de hacer una nueva ley a ver cómo nos acomodan, estamos esperando”. En la pandemia los exoneraron, pero sabe que ya le toca pagar y que debe ir a ver de cuánto es su deuda.


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