La reciente película protagonizada por Tom Cruise presenta un peligro orientado en el reto que supone para muchos la inteligencia artificial.

Caracas. Ethan Hunt suele tener el peso del mundo sobre sus hombros. Así ha sido el personaje desde sus comienzos. Una figura que no escatima acciones para hacer frente al desafío.

Ahí está uno de los secretos de su atractivo, alguien que cumple con esos requisitos del cine de acción en su esplendor, que exige a los protagonistas la endereza en situaciones apremiantes, el arrojo que tal vez se anhele del otro lado de la pantalla, y la suficiente nobleza en los momentos más cercanos.

Misión: imposible. Sentencia mortal. Parte uno es la más reciente película del agente interpretado por Tom Cruise desde hace casi 30 años. Dirigida por Christopher McQuarrie, la película es entretenimiento en la medida esperada, con la tensión en su trama suficiente para que las casi tres horas de duración no se perciban en la butaca.

El enemigo: la inteligencia artificial

En la reciente entrega, Ethan Hunt tiene el desafío de evitar la expansión de un enemigo con aspiraciones todopoderosas: una inteligencia artificial capaz de contrariar órdenes de aquellos confiados en su control.

Es el punto de partida para una trama repleta de intrigas entre distintas organizaciones, figuras del pasado que resuenan y la bien llevada incertidumbre ante lo desconocido.

Misión: imposible. Sentencia mortal
Misión imposible sabe cómo recompensar a su audiencia leal con escenas de adrenalina

Misión: imposible. Sentencia mortal. Parte uno presenta una historia en buena parte acertada en su configuración, con las propuestas y respuestas bien cerradas.

Claro, con la obvia puerta abierta a la segunda parte que vendrá, una vez se supere la huelga de guionistas y actores, que curiosamente se enfrentan en la vida real a los retos que plantea la inteligencia artificial en la industria cinematográfica.

Es un ejercicio también de pavoneo para el actor, conocido por filmar escenas de alta demanda y mayor peligro, una gesta casi artesanal en momentos de desfile digital. Viral fue el video de la moto y el paracaídas en el acantilado noruego. Una de las partes más excelsas del largometraje.

Como es costumbre en la saga que comenzó en 1996 con Brian De Palma, y que se ha revitalizado desde 2015 con Christopher McQuarrie, Ethan Hunt enlaza en justa medida con su equipo del FMI para llevar a cabo la misión, así como establece las reminiscencias del pasado para intensificar los motivos del presente.

Misión: imposible. Sentencia mortal
Los realizadores aprovecharon cada lugar para el desarrollo de las secuencias de acción
El villano

Ahora bien, en esta entrega la contraparte se bifurca. Por un lado, está la inteligencia artificial amenazante y misteriosa, capaz de amenazas sin necesidad de misiles o bombarderos. Luego está Gabriel (Esai Morales), personificación como villano y objeto a resolver por parte del protagonista, pues está vinculado con un hecho traumático para Ethan Hunt.

Esta repartición en la contraparte puede atentar contra la atención que siempre merece el elemento que se debe enfrentar en las historias. Si bien la inteligencia artificial como figura apocalíptica promete desde el principio, la obviedad de Gabriel merma la promesa del principio de un enemigo capaz de superar al protagonista por su capacidad todavía no revelada del todo. Porque al final, sabemos que Tom Cruise gana, y en esta película, no hay mayor amago temporal que afecte su fortaleza.

Buenas perspectivas

Misión: imposible. Sentencia mortal. Parte uno no se posiciona entre las mejores tres de la saga. Está lejos del podio, pero tampoco es una obra para sepultar. De hecho, seguramente estará entre las mejores películas de acción del año, pero tampoco a los niveles épicos que representó el anterior largometraje protagonizado por Tom Cruise: Top Gun: Maverick, en el que ese enemigo desconocido y sin rostro fue mucho más impetuoso. Además, los retos para el piloto eran otros.

Más allá de esas observaciones, la película es otro viaje para un personaje entrañable, un trayecto que tan solo presenta un escenario que seguramente tendrá su clímax en la siguiente entrega. 

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