Ni los muertos escapan de las fallas de electricidad, combustible y gas

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A la buena de Dios quedan los cuerpos en las funerarias, pues si hubiera un corte de luz o un apagón, pese a una buena preparación, aumenta la temperatura y el proceso de descomposición se acelera. Aunque cuenten con planta, las funerarias no tienen fácil acceso al combustible para ponerlas a funcionar.

San Cristóbal. Las fallas de electricidad, combustible y gas en Venezuela no perdonan ni a los muertos. Las funerarias en el país, y específicamente en San Cristóbal, estado Táchira, adolecen de buen servicio por esta circunstancia, y hacen su mejor esfuerzo al momento de preparar un cadáver.

En Venezuela, preparar un cadáver es responsabilidad de los tanatólogos, que conocen el proceso de descomposición de los seres humanos, por lo que ellos, con sus herramientas y químicos, embalsaman el cuerpo para evitar la descomposición.

A esto se le suma que los cadáveres deben estar en ambientes fríos, con temperaturas inferiores a los 16 grados centígrados durante el mayor tiempo posible, precisamente para evitar que el cuerpo se descomponga.

En las funerarias del Táchira, no se cuenta con cuartos fríos o cavas para la refrigeración de estos cuerpos. En su lugar, en las salas de preparación tienen aires acondicionados que ayudan a mantener un ambiente adecuado para evitar que el proceso de descomposición continúe.

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Las funerarias en Táchira no cuentan con cuartos fríos o cavas. Foto: Ana Barrera

Sin embargo, los cortes de luz y la falta de combustible complican el mantenimiento de la temperatura adecuada en las salas de velación o cuando el cuerpo queda en custodia en las instalaciones de la funeraria.

Romer Cañas, presidente de la Cámara de Funerarias del estado Táchira, informó que en San Cristóbal, de  19 funerarias, no llegan a seis las que trabajan con tanatopraxia.

De resto, son preparaciones manuales y empíricas… El cuerpo queda en resguardo, preparado y con aire acondicionado. El problema es cuando quitan la luz”, dijo.

Añadió que, si bien hay empresas con plantas eléctricas, la dificultad para conseguir el combustible para su funcionamiento pone cuesta arriba la conservación de los cadáveres.

“Las plantas trabajan con gasoil, gas o gasolina, y esas tres cosas están muy difíciles de conseguir… se tienen para la velación o la preparación del cuerpo. Se nos complica mucho la cosa por la falta de combustible”, añadió.

Explicó que apenas reciben un cuerpo comienza la preparación. Con la tanatopraxia hecha por un profesional, el proceso de descomposición de un cadáver puede retrasarse hasta por 10 días. Los cuerpos preparados de manera tradicional, sin el proceso del técnico tanatólogo, con suerte duran 24 horas, indicó Cañas.

Un tanatólogo desinfecta el cadáver de bacterias que aceleran la putrefacción, y utiliza químicos biocidas que sirven para conservar y embalsamar el cuerpo. Una preparación artesanal consiste en inyectar formol en varias partes del cuerpo. Este último proceso incluso lo hacen en las viviendas, en caso de que la persona haya muerto en su hogar y sea un caso clínico, es decir, que murió por alguna enfermedad.

Cañas indicó que, desde el decreto de cuarentena por el COVID-19, los registros trabajan hasta el mediodía, por lo que, si alguien fallece después de ese horario, el cuerpo obligatoriamente entra en resguardo de la funeraria, y es justo en ese momento en el que se hace necesaria la preparación, pues desde el mismo instante en que la persona deja de respirar, la descomposición se inicia.

Si la funeraria no está en las condiciones, la descomposición sigue. Se puede preparar el cuerpo así sea manualmente, pero si no hay electricidad, no hay ni siquiera un aire acondicionado para tener en un cuarto a esa persona, el cuerpo se va a dañar. Ya ha pasado en funerarias pequeñas”, lamentó Cañas.

Descarta el uso del hielo, pues este si acaso podrá durar una o dos horas, y el hielo seco, que podría ser una alternativa para la preservación de los cuerpos, no se volvió a ver en el país. “Lo que nos salva es una buena preparación, y a la mano de Dios que no nos quiten la luz”, dijo.

Detalló que los cortes duran en el sector unas seis horas, lo que hace que un cuerpo pierda el frío acumulado y quede a temperatura ambiente, lo que complica la preservación.

Costos
Los servicios funerarios se han incrementado también durante la cuarentena. La falta de gasolina, el precio de las urnas y demás gastos encarecen a tal punto que son pocos los que pueden costear en estos momentos un funeral.

Esta situación ha generado que muchas familias opten por ingeniarse la forma de darle cristiana sepultura a sus parientes, pues, si bien es caro, no dejan a sus seres queridos en la morgue a la espera de que los lleven a una fosa común.

Esta semana, trabajadores de la morgue del Hospital Central de San Cristóbal informaron que un cuerpo fue retirado por los mismos familiares y transportado en un ataúd artesanal, pues no contaban con el dinero para pagar al menos una urna y el traslado al cementerio.

La gente no tenía plata para pagar, entonces desarmaron un escaparate y lo convirtieron en un cajón. Le pusieron una añadidura para hacerlo más largo para que cupiera el muerto y le pusieron lazo (mecate) como agarraderos”, relataron los trabajadores de una funeraria que estaba en el lugar en el momento de la llegada de los dolientes.

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Familiares de un difunto construyeron una urna con un escaparate. Foto: Ana Barrera

Los familiares del fallecido tampoco contaban con transporte, por lo que pidieron el apoyo de alguien que se encontraba en el lugar para trasladar el rudimentario féretro al cementerio.

Y es que los costos de los funerales son muy altos. El servicio más sencillo, que es el que se conoce como “directo”, sin velación, cuesta 300.000 pesos, lo que equivale a 11 millones de bolívares; mientras que la velación de dos horas más traslado al cementerio puede costar unos 500.000 pesos o 18 millones de bolívares.

La cremación está tomando auge entre los sancristobalenses, pues su costo estimado es de 400.000 pesos, e incluye el servicio de resguardo de cenizas en columbarios (en caso de que la familia no desee llevárselas), mientras que el solo “destape” de una fosa, es decir, que ya se tiene, pero que requiere retirarle la plancha de cemento y acondicionar para inhumar un cuerpo, cuesta unos 17 millones de bolívares, y la compra de una fosa está alrededor de los 70 millones de bolívares o 560 dólares, dependiendo del camposanto.

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La cremación se ha vuelto muy popular en Táchira. Foto: Ana Barrera

El problema radica en que no todas las salas crematorias cuentan con gas para hacer el servicio. Esta semana el cementerio Metropolitano de El Mirador no contaba con gas, pero los hornos del cementerio de Tucapé estaban activos.

Los trabajadores de las funerarias comentaron que el gas que se les suministra alcanza para unas 15 cremaciones semanales, y solo en un día pueden hacer unas seis. Aseguran que no es suficiente el combustible que la estatal Pdvsa Gas suministra, pues ya al día siguiente del despacho deben solicitar un nuevo despacho.


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