Pasajeros del Sitssa demoran hasta cinco días para viajar y sin seguridad de poder comprar el boleto

pasajeros del sitssa | autobuses

En el Terminal de Oriente y La Bandera el sistema de transporte del Gobierno mantuvo durante varios días a cientos de personas durmiendo en el piso y sin comer. Los usuarios esperaban adquirir un pasaje con destino a Carúpano, Maturín, San Cristóbal, Maracaibo, entre otros.

Caracas. Al entrar al Terminal Antonio José de Sucre, conocido como el Terminal de Oriente, no hay felicidad en los rostros de las personas que esperan pasar la Navidad con sus familiares. Intentar comprar un boleto para llegar a Carúpano, El Tigre, Cumaná o Maturín en la taquilla del Sistema Integral de Transporte Superficial –ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para el Transporte –es más bien alejarse de ese destino, pasar hambre, dormir entre desconocidos y confiar en ellos o hacerse “compañeros de lucha”.

En una lista, elaborada por los mismos usuarios, estos defienden a quienes tienen delante y detrás. Y es que estar hasta cinco días esperando por un boleto –nadie garantiza que saldrá de allí con uno– es suficiente para conocer cientos de historias que tienen un destino común: Carúpano.

“¿Quién tiene la lista?”, “cuida la cola”, “¿cuándo irán a vender los boletos?” son las frases que vienen de voces irritadas, que no son escuchadas, aunque frente a ellos esté toda una directiva del Sitssa.

Los usuarios esperan por la venta de boletos que debió iniciar a las 5:30 am. A las 10:30 a. m. los funcionarios del Sitssa no habían activado la ruta que viajaría a destinos como Carúpano y Maturín.

Ayer (jueves) los usuarios hicieron la lista con el nombre de las personas cuyo destino era Carúpano. Los llamados se repitieron a las 5:00pm, a las 7:00 pm, y así cada dos horas durante toda la noche. A las 5:30 a. m. se venderían los boletos, pero no fue así. “La respuesta que nos dan es que no hay suficientes unidades, no hay seguridad de que nos podamos ir”, dice Mariana Cohelo.

“Hay una desmayada”, gritan. Se trata de Amalia Acosta, de 62 años de edad. Ella llegó el martes al terminal. “Amanecí sin dormir el miércoles porque tenía que cuidar el equipaje. De miércoles para jueves dormí un poco más, porque otros cuidaron la cola. Pero hoy viernes nos dijeron que no había pasaje para Carúpano”, cuenta. “De anoche para acá me comí un pan. En la madrugada me tomé un café porque hacía mucho frío”, señala.

Acosta tenía que viajar porque su mamá es una mujer de 90 años de edad que no puede caminar y son los vecinos quienes la cuidan.

“Comenzamos a gritar Carúpano. Iban a anotar, por lo que para que me anotaran. Y yo no puedo. La semana pasada me lastimaron una fisura que tengo en el seno. Pero estaban llamando. Yo le decía a mi sobrina que me sentía como que me iba a partir por la cintura. Entonces me desmayé. Anoche un señor convulsionó y se tuvieron que ir porque aquí no había personal que lo asistiera”, manifiesta Acosta.

Recorrido, terminales, Terminal de Oriente
La cola se prolongaba hacia las escaleras del terminal.

 Del lado de la taquilla permanecen las personas que emiten los boletos. Allí frente a una computadora, pero sin papel qué imprimir.

“El vigilante y los guardias meten a la gente que les está pagando. Y nosotros no nos pudimos ir en la unidad que habilitaron”, asegura Isabel Díaz. Ella llegó el miércoles a las 9:00 am y hoy (viernes) espera un autobús. “Esas personas que están allí no se sabe de dónde salieron. Los guardias cobraron sus vacunas y los metieron”, agrega.

Ante el desmayo de Acosta, los gritos de los usuarios reclamando pasajes, bajó una directiva del Sitssa. “Estamos resolvieron el caso de todos. He sacado rutas interurbanas para insertarlas aquí”, dicen.

A usted le gustaría que sus familiares estuviesen aquí tres días y sin comer, le replica una mujer. Tiene que tener paciencia, responde el guardia a otra joven se queja no aguantar estar más horas de pie. De hecho, llevaba días.

Luego de días esperaban por un autobús, hoy a las 2:00pm funcionarios del Sitssa dispusieron de unidades para cubrir la ruta de oriente: “Nos mandaron en un yutong habilitado y el pasaje a 50.000 bolívares cuesta 20.000 bolívares. Lo aceptamos porque nos queremos ir”, informó Mariela Zurita.

Reventa de boletos en Sitssa dejó a usurarios varados

Fátima Hernández llegó el lunes a las 5:00 am al terminal de La Bandera, hoy todavía no ha podido irse a San Cristóbal. “Llega el autobús. Venden 15 boletos y los funcionarios policiales meten a sus amigos o familiares. Estamos sin dormir, sin comer, para que venga otro bien entalcadito a irse primero”, cuenta. Con el Sitssa el boleto cuesta 38.000 bolívares. En otras rutas puede pasar los 450.000 bolívares y deben cancelarlo en efectivo.

Usuarios hicieron listas para entregar a los funcionarios policiales y que en ese orden se vendieran los boletos.

Dicen que son 38.000 bolívares, pero cuando el Sitssa habilita una unidad hay que pagarlo en 50.000 bolívares. Aquí se han desmayado personas, robaron una maleta mientras la persona estaba cuidando la cola. No podemos ir ni a comer para estar pendiente aquí, asevera Hernández.

Los usuarios denuncian que funcionarios del Sitssa venden apenas 15 boletos y los demás son revendidos en hasta 600.000 bolívares. “La policía lo que hace es atropellar, allí tienen su guiso. Y la Sundde sin aparecer”, expresa Antonio Urbina de 62 años, quien espera llegar a Maracaibo.

A través de Twitter el organismo gubernamental escribió que estaban añadiendo unidades “para habilitar rutas interurbanas en busca de solucionar la crisis generada por los altos costos del transporte privado”.

Recorrido, terminales, Terminal de La Bandera.
Las filas eran resguardas por la Policía Nacional Bolivariana.

Marina Logoneli le dieron solo 20.000 bolívares de la pensión en el banco: “Cómo me voy en una camioneta pirata con esa cantidad que dispongo. No tengo para pagar 300.000 bolívares hasta San Crsitobal en efectivo. No he podido comer, aquí tengo una mortadela, pero el pan cuesta 50.000 bolívares”.

La intención de organizar la fila hizo que los usuarios ayer en la noche se marcaran los brazos para identificar el puesto que cada uno tenía en la cola. “Parecemos unos presos”, gritaban.

Recorrido, terminales, Terminal de La Bandera.
Las personas se colocaron con marcador el número y la hora de llegada en el brazo para identificar su lugar en la fila.

El número de control y la hora en la piel comienza a perder el color de la tinta, así se desaparece la esperanza de salir de Caracas en esta Navidad.

Aquí se acabó la libertad, estamos bajo mi dictadura, exclama un funcionario policial a un usuario que reclama la venta de boleto.

Fotos: Francisco Bruzco.


Participa en la conversación