Recuperación de capa forestal del parque Juan Pablo Peñaloza es incierta por la falta de planes de reforestación

parque juan pablo peñaloza

Cientos de hectáreas quedaron destruidas por el incendio que duró más de cinco días en el Parque Nacional General Juan Pablo Peñaloza. Aunado a esto, la actividad humana causa un impacto en los suelos fértiles de esta área protegida.

San Cristóbal. Con poco más de 30 años de fundado, el Parque Nacional General Juan Pablo Peñaloza atravesó por el peor incendio del que se tenga registro, desde enero de 2001. Creado en 1989, sus 752 kilómetros cuadrados son compartidos con el estado Mérida y representa una de las fuentes hídricas más importantes para la región andina.

Y es que la fuerte sequía que azota la región, más los constantes incendios provocados por campesinos, hicieron que esta situación se saliera de control y arrasara una gran parte del páramo andino. Sin embargo, las causas aún no están definidas, pues se habla además de la caída de una línea de alta tensión como la causante del fuego.

Cientos de hectáreas quedaron reducidas a cenizas durante los casi cinco días que duró el incendio, en el que actuaron más de un centenar de funcionarios de diferentes cuerpos de bomberos municipales, de los estados Táchira, Mérida y Trujillo, así como voluntarios y de rescate de Protección Civil.

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Foto: Cortesía

A juicio de un funcionario conocedor de incendios forestales que prefirió declarar con la condición del anonimato, el tiempo de recuperación de la capa forestal es incierto. Señala que de la única forma en la que se pueda ayudar a recuperar el suelo es mediante el abono, pues con el incendio, el terreno se degradó mucho.

Lamenta que no hubiese políticas de prevención por parte de los órganos competentes. “Si no se preocuparon por realizar cortafuegos en los parques, menos se van a preocupar en reforestar”.

Relató que, en anteriores ocasiones, se lanzaban semillas abonadas mediante el uso de aeronaves en las zonas afectadas. Incluso se llevaban rumiantes, pues la bosta de animales es rica en minerales, ideales para nutrir la tierra. Sin embargo, se muestra escéptico en materia de recuperación de los suelos por parte de los organismos ambientales.

Con este incendio, al parecer, no hubo afectación de la fauna. La fuente expresó que durante las labores de extinción no encontraron rastros de animales que hubieran muerto debido al fuego. “Posiblemente pudieron salir apenas sintieron el calor”.

El oso frontino, danta, ardillas, pacaranas, venados parameros, entre otros, forman parte de la vida animal de esta zona, los cuales se habrían movido hacia zonas más bajas hasta llegar, incluso, a lugares pobladas, para escapar de las llamas.

Ante esta posibilidad, grupos conservacionistas hicieron una campaña de concienciación para evitar la caza de estas especies por parte de moradores de la zona, con el lema: “Ayúdalos, que cuando esto pase vuelvan a su hábitat”.

Flora

Parte de la flora sí fue destruida. El terreno consumido por las llamas posee un alto contenido de materia orgánica, ideal para el desarrollo de plantas y retención de agua. Especies como el frailejón, incienso, tampado, frailejón de palito, geranio paramero, entre otras, crecen en estas laderas.

Vale acotar que el frailejón es una de las plantas típicas de climas andinos, a las que el frío, la radiación solar, la estacionalidad y la ausencia de agua líquida no afectan, pues ellas absorben la humedad de la neblina, convirtiéndola en una de las principales fuentes del líquido en los páramos, de ahí su importancia.

Agricultura

Cristopher Camargo, docente de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes, indica que el uso de estos terrenos para la agricultura, dada su condición favorable, afecta las condiciones del suelo.

Las tareas de producción agrícolas representan un peligro inminente para la translocación a zonas más altas, como la transicional hacia el páramo o el páramo mismo”, expresó.

Es decir, que en la medida en que se desarrollen actividades agrícolas en la zona, hay más probabilidades de uso de áreas vírgenes que se ubican a mayor altitud, cuando los recursos se agoten.

El pastoreo de ganado vacuno y equino se mantiene en vigencia. El experto explica que las actividades de los habitantes del páramo  también ejercen cambios en los ecosistemas de la zona andina.

“Al acercarse o entrar en el parque nacional se logra observar la serie de impactos antrópicos acaecidos en estas zonas, donde los individuos generalmente pertenecientes al lugar intervienen y han intervenido con diversas prácticas como la cacería, la siembra, el pastoreo. Los vecinos del lugar generan su impacto al crear tomas de aguas manejadas por especies de acueductos. 50 % de los pobladores cercanos al páramo no tienen acceso al gas, lo que los obliga a subir a las montañas para obtener leña”. Todo esto genera un preocupante proceso de deforestación de páramo y selva, refirió Camargo.


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