Richard encontró en el oficio de la peluquería un espacio donde puede ser él mismo y expresarse libremente; Julio sigue los pasos de su padre, un barbero; y Azabache muestra en su negocio una forma de apoyar a quienes quieren aprender de él. Su vocación desmonta los prejuicios: como cualquier otro oficio, te tiene que gustar.

Caracas. A finales de los años 80, luego de trabajar en una reconocida cadena de comida rápida de la época, Richard Romero encontró en la peluquería su vocación y un espacio seguro en Petare, municipio Sucre del estado Miranda, para generar ingresos sin limitar su forma de ser o expresarse, en una época en la que todavía la palabra “gay” generaba rechazo y mayor discriminación.

A lo largo de los últimos 30 años, el oficio de la peluquería y el estilismo ha ido dejando atrás los prejuicios y el estigma con los que se les suele asociar en Venezuela a la población de personas gais, lesbianas, bisexuales, trans, intersex y queers (LGBTIQ+).

Descubrí que, siendo peluquero, podía ser más yo, desarrollar mis ímpetus como persona y garantizar mi integridad al darme a conocer sin tapujos. Puedo vestirme como me da la gana, usar pendientes, zarcillos, lo que me provoque”, dice Richard.

Fotografia: Tairy Gamboa

Desde hace 12 años, Richard está a cargo de su propio negocio de peluquería y barbería en el casco histórico de Petare, donde conviven en pocas cuadras varios comercios de ese tipo dirigidos por personas de la comunidad LGBTIQ+ que emplean a quienes lo requieren, tanto por vocación como por necesidad.

Yendri Velásquez, activista de derechos humanos y miembro del Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+, explica que en los años 80 y 90 la peluquería y el estilismo eran una de las pocas opciones, dentro de la informalidad, que permitían que personas de la comunidad pudieran trabajar. 

Esto, además, es profundizado por un estigma asociado a que los hombres gais tienen cierta sensibilidad a los temas estéticos, a la belleza, a la feminidad, etc, que también es como un estereotipo que se tiene de los hombres homosexuales”, asegura Velásquez.

Fotografia: Tairy Gamboa

Richard cuenta que las limitaciones que personas de la comunidad encontraban en el campo laboral, por su orientación sexual, su identidad o expresión de género eran la principal razón por la que parte de ellos decidían probar suerte en el estilismo, situación que, pese a pequeños avances, aún se mantiene.

“La peluquería tiene que gustarte”

Julio César Rivera es otro de los peluqueros más conocidos en Petare. Con más de 35 años de experiencia, cuenta que su interés por ese oficio se debe a que su papá era barbero. “Yo quería seguir los pasos de él con la barbería, pero después me interesó la peluquería y me fui por esa rama”, dice. 

En su caso, sostiene que asumir que es peluquero por ser parte de la comunidad LGBTIQ+ “es un estigma” que ha ido reduciéndose conforme esa población ha ganado, de a poco, espacios en el mercado laboral.

Como muchos peluqueros en Petare, Julio tuvo sus inicios en La Gitana, un salón de belleza conocido en la zona por ser pionero en emplear a personas de la comunidad LGBTIQ+, especialmente, hombres gais y mujeres trans, que veían obstáculos en sus aspiraciones académicas y laborales.

Fotografia: Tairy Gamboa
Apoyo a quienes lo necesiten

Conscientes de las dificultades que enfrentan las personas LGBTIQ+ en el país, en Petare las peluquerías queer se han convertido en espacios de aprendizaje y acompañamiento, especialmente para los más jóvenes.

La empatía hacia sus pares peluqueros en Petare, y quienes buscan un espacio para trabajar, es lo que marca a Oscar Carao, peluquero de 49 años mejor conocido entre los petareños como Azabache.

“Le he extendido la mano a otras personas que lo han necesitado, que han querido aprender y los he educado”, narra Azabache, quien en sus inicios trabajó vendiendo pescados, verduras y ropa, hasta que un amigo cercano le ofreció ser ayudante de peluquería y empezó a aprender del oficio.

peluqueros en Petare
Foto: Alberto Torres
Los avances no llegan iguales para toda la comunidad

El activista Yendri Velásquez asegura que “no hay cifras para determinar si ha disminuido o incrementado” la proporción de personas LGBTIQ+ que participan en el mercado laboral formal.

De hecho, considera que, específicamente, los hombres gais son quienes han “obtenido algunos espacios” producto “del mismo machismo” que los hace gozar de ciertos “privilegios” frente a, por ejemplo, las personas lesbianas, bisexuales o trans. 

peluqueros en Petare
Fotografia: Tairy Gamboa

Una encuesta hecha por la organización Equilibrium CenDE, publicada en marzo de este año, reveló que, mientras que 72 % de los encuestados declararon tener contacto con hombres gais en su entorno familiar, social y de trabajo, solo 13 % dijo tener personas trans cercanas en esos mismos espacios.

Al considerar únicamente a las personas trans, se evidencia una menor apertura respecto a la que reciben las personas homosexuales y bisexuales, así como una profundización de los estereotipos y estigmas en el tipo de actividades que deben realizar, concluyó Equilibrium.

Mayor apertura en Petare hacia la comunidad

Azabache cuenta que cuando él empezó a trabajar en peluquerías, aún las personas LGBTIQ+ se enfrentaban a los prejuicios de la sociedad, que los marginaba a espacios como los salones de belleza y locales privados de fiestas. 

Muchos amigos veía que los insultaban, los maltrataban al pasar por Petare, los corrían de sitios en los que no eran ‘permitidos’. Ahora todo ha evolucionado, siguen algunas limitaciones, pero hay otros puntos de vista”, dice.

peluqueros en Petare
Fotografia: Tairy Gamboa

Mientras que para Richard Romero, los 30 años en el oficio le han permitido ver los cambios en la actitud de la comunidad petareña hacia las personas LGBTIQ+. “En Petare han aprendido mucho, ha cambiado mucho la percepción sobre la comunidad”, asegura.

Aún así, opina que aún hay camino por recorrer para el reconocimiento total de los derechos de esa población. Tenemos derecho a vivir, trabajar, ser y estar de la mejor manera posible. Nunca debemos avergonzarnos de ser quienes somos.

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