Roberto “Musulungo” Herrera se distinguió por su carisma dentro y fuera del diamante

El expelotero y figura icónica del arbitraje en Venezuela falleció en la madrugada del jueves en Florida. Tenía 82 años de edad.

Caracas. Tal fue la importancia y popularidad que adquirió el cubano Roberto “Musulungo” Herrera en el arbitraje venezolano que su apodo se convirtió en un sinónimo para referirse al umpire en choques organizados e incluso en caimaneras. “Eso fue bola Musulungo” o “Está bien Musulungo”, eran expresiones que solían bajar de las tribunas en cualquier torneo amateur de la década de los 90.

El antillano falleció en la madrugada de este jueves en Florida a la edad de 82 años y su impronta en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) la resume el historiador Javier González al apuntar en su cuenta Twitter que “Herrera es uno de los cinco nombres de árbitros que destacan en los 73 años del circuito junto con Roberto “Tarzán” Olivo, Armando Rodríguez, Gualberto Acosta y Henry “Moñoño” León”.

Al margen de sus innegables cualidades para impartir justicia y llevar los juegos bajo un clima de respeto y camaradería entre los protagonistas, la personalidad jocosa y el carisma de Herrera contribuyeron a que se convirtiera en una figura indispensable de la LVBP hasta la temporada 1998-1999, última en la que se le vio detrás del plato.

Bajo sospecha

Antes de incursionar en el arbitraje, Musulungo jugó beisbol como receptor y primera base y reforzó a los Leones del Caracas entre 1967 y 1971. Una vez que colgó los spikes en 1975 y empezó a cantar bolas y strikes, ese paso por la novena melenuda hacía que los aficionados de las demás divisas miraran sus múltiples designaciones con cierta desconfianza.

Paradójicamente, y quizá por ese empeño de mostrar imparcialidad en su trabajo, los peloteros de los capitalinos solían ser los que más le protestaban, como recuerda el otrora antesalista del Caracas, Russel Vásquez.

“Cuando un pelotero le decía que un pitcheo estaba afuera, él contestaba ‘Acere [expresión que equivale a chamo en el español de Cuba] esa bola la sacaba yo bien lejos entre right y center. Haz swing que este solazo está cabrón’, escribió Vásquez en redes sociales.

Con el tiempo, el profesionalismo de Herrera disipó las dudas sobre su desempeño, aunque nunca pudo quitarse de encima una suerte de maleficio que lo hizo ser sinónimo de juego largo y de entradas adicionales cada vez que aparecía su nombre en la planilla de anotación.

Cuando caía el out 27 o no tenía que ponerse la careta y el peto, al espigado umpire le gustaba cantar, bailar y tocar el bongó. De allí provenía ese swing tan particular que le imprimía a cada sentencia.


Participa en la conversación