Donaldo es un padre de familia que camina 14 horas al día en busca de desechos acompañado de su carreta: Rosita. Asegura que gracias a su medio de transporte su familia puede comer. En Maracaibo existen 90 botaderos improvisados de basura, de los cuales Donaldo saca provecho con la recolección de plástico, tela y chatarra. Pero, además, Rosita hace el trabajo de aseo urbano en los barrios, hace mudanzas y se enfrenta al peligro todos los días.
Maracaibo. Hace dos años Donaldo Enrique Zamora de 52 años de edad, dejó su casa en el barrio La Musical, al oeste de Maracaibo, para buscar mejores ingresos para su esposa y sus cinco hijos. Comenzó a pie recolectando plástico para venderlo en las recicladoras, hasta que un amigo le financió una carreta a cambio de 1000 kilos de plástico. “Ahí está Rosita, ella es la que alimenta a la familia”, dijo Donaldo en medio de su jornada de trabajo.
Camina a diario durante 14 horas sin descanso, empuja su carreta por toda la ciudad para llegar a los vertederos improvisados más grandes que se han formado en varios puntos de la ciudad, como en el 18 de Octubre, avenida Universidad, Circunvalación Dos y el casco central. Dice que “esos son los más buenos” en cuanto a la cantidad de plástico, lata, vidrio, tela y cartón que recoge.
Se calcula que en Maracaibo hay 90 basureros improvisados a cielo abierto, que afectan a comunidades enteras.
Salgo a las cuatro de la mañana y regreso a las seis de la tarde a la casa. Voy tres veces al centro, hago mudanzas y saco la basura en las urbanización, edificios, barrios y villas. Generalmente la gente me regala comida, eso es para mis hijos. Paso todo el día en la calle. Los domingos no, ese día se lo dedico a Dios y a la familia, porque vamos a la iglesia, y si hay, les brindo un heladito”.
A cada desecho le tiene una función destinada. Hace un mes pagó por completo la carreta y volvió a vender plástico por su cuenta, lo mismo hace con las latas, chatarra y la tela mientras que la madera la usa para cocinar.
Donaldo y su familia viven en una construcción frente a uno de los basureros más grandes del oeste de Maracaibo, conocido como El Hueco, en el corredor vial Amparo.
“Yo viví un año en El Hueco, hasta que me prestaron ese espacio. No tiene ventanas y cuando llueve se moja, pero agradezco a Dios tener un techo donde estar”.
Convertir la basura en ganancia
Cada sector de la economía en la ciudad tiene su punto de vista sobre la acumulación de desechos que históricamente afecta la metrópolis. María Benítez es comerciante en el mercado Los Plataneros, para ella los recolectores informales son un problema.
“Lo que hacen es regar toda la basura que la gente deja en las esquinas, eso pone peor la situación”.
Rolando Ortiz, habitante del sector Cuatricentenario lo ve diferente. “Si no fuera por los carretilleros, nosotros nos tendríamos que comer la basura, porque por aquí hace años que no pasa el camión, ellos al menos nos sacan el problema de aquí”, dijo.
Javier Andrade, transportista dijo: “La culpa la tenemos todos. Los comerciantes echan la basura en la esquina todas las tardes, por supuesto que en la mañana esto parece el relleno sanitario, pero los de la carretilla no tienen la culpa porque ellos no echan la basura ahí, además que la mayor parte la aprovechan. Ellos limpian más que el aseo”.
El recién electo alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez, reconoce que uno de los mayores problemas que tiene el municipio es la mala disposición de la basura, por lo que ha adelantado que su gestión tiene un plan para hacer de la basura un negocio lucrativo con el objetivo de ganar-ganar.
“Queremos que la basura de Maracaibo se vuelva una inversión, un proyecto de reciclaje, a largo plazo que permita no solo que la ciudad consiga ingresos, sino que cada uno de los individuos de esta ciudad también los tenga”, afirmó Ramírez el pasado 7 de diciembre cuando inició el plan de recolección de desechos Maracaibo Sin Moscas.
Maracaibo genera 3865 toneladas de basura al día, lo que corresponde a 10% de lo que produce el país que se calcula en 30.000 toneladas diarias, de acuerdo con ambientalistas zulianos.
Sin embargo, para Donaldo, la basura es sinónimo de tener un plato de comida diario en su casa. “Esto tiene su trabajo, pero me da para vivir. Yo tengo a todos mis hijos estudiando porque quiero que ellos sean grandes personas, preparados y que no tengan que ensuciarse más”, dijo conmovido.
Las ganancias varían de 5 a 10 dólares a la semana por la venta de objetos, desechos y hasta prendas como reloj y pulseras en buen estado, según confesó Donaldo.
Tres cauchos, una plancha de carga y un volante mantienen activa a Rosita y dispuesta con la responsabilidad de la alimentación familiar. Por eso, “es un miembro más de la familia”, dijo Donaldo entre risas.
El recolector manifestó: “Todos sabemos que Maracaibo tiene un serio problema con la basura, sobre todo ahora que mucha gente se está yendo del país y cuando vacían las casas y los negocios botan muchas cosas. Pero para mí todo es aprovechable, y ahí está el negocio y lo lucrativo de la basura”.
Movilidad insegura
La movilidad urbana en Maracaibo se ha convertido en un arma de doble filo y Donaldo lo sabe. “Aquí no solo roban a los que andan en bicicleta, a uno también. Hay zonas donde yo no puedo entrar con Rosita, porque si les gusta me la quitan, así de simple”, dijo el padre de familia.
Andar a pie también es un problema, según explica: “Hay que estar pendiente con los carros, porque si no estás pila te atropellan, por eso siempre voy por mi derecha, le puse triángulos de seguridad a la carreta y uso chaleco reflector, para evitar problemas.
Para el recolector de desechos, moverse en Maracaibo no es fácil. “Tengo muchos amigos que han parado dos y tres carros porque no hay gasolina y les ha tocado caminar, los que tienen hijos fuera del país salen mejor porque se pueden comprar motos eléctricas o bicicletas, pero vivir aquí es difícil, la gente hace lo que puede para sobrevivir”, dijo Donaldo resignado.
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