#RostrosDeLaCuarentena: “Se suspendió todo en el barrio, hasta la primera comunión”

Los Mangos

Jairo Pérez le dijo a sus empleados que a partir del lunes 11 de mayo va a abrir los negocios, con cambio de ramo. “Todos necesitan trabajar”. También trata de reinventar el trabajo comunitario de Los Mangos de La Vega que quedó en el limbo desde hace 55 días.

Caracas. “La situación del barrio era trágica, paso a grave y ahora está en nivel colapso. Con la cuarentena se suspendió todo, hasta la primera comunión, el trabajo comunitario, todo quedó paralizado”.

Jairo Pérez, comerciante con vocación de líder social, cuenta que, en estos 55 días de cuarentena en Los Mangos de La Vega, la miseria y la desesperanza han invadido los rostros de quienes rompen el aislamiento, y desde las 4:00 a. m. salen a la calle en busca de comida.

Y hay quienes dicen: ‘Mira la cosa como que está buena’, porque ven el gentío en el mercado de La Vega. Pero no es así, nadie anda con bolsas, solo salen a buscar lo del día. Y esa es la realidad.

En Los Mangos, calcula usando su técnica de contacto permanente con los vecinos, hay 90 % de desempleados. “Y no hay 100 %, porque hubo gente que decidió sobrevivir, vendiendo tetas de arroz, de café, de azúcar, helados y cigarrillos en las puertas de sus casas. Pero el resto está en condiciones muy deplorables”.

Es como si hubiera una anemia colectiva causada por la cuarentena. Y no es flojera, sino cansancio por lo que les toca vivir: cargar los pipotes de agua, el gas, la caja Clap y ahora con la pesadilla de no tener ingresos.

Primera Comunión

Romper el aislamiento

La cuarentena está en más de 170 países, producto de la expansión del COVID-19. Nadie, en todo el planeta, estaba preparado para afrontar un aislamiento severo y radical. En Venezuela, probablemente menos. Lo que se escucha en el barrio, e incluso en las urbanizaciones, es que el trabajador, el ciudadano de a pie, no tiene capacidad para tener un inventario de comida para más de ocho días.

Eso lo obliga a salir, a romper la cuarentena, a buscar las formas de sobrevivir. El virus es el menor de sus problemas. No llevar la comida a sus muchachos, ver la nevera y las ollas vacías, lo mantiene en posición de alerta. 

Y si focalizamos todo ese panorama, en el minúsculo sector de Los Mangos, al suroeste del municipio Libertador, comprendemos aún más esa realidad, marcada no por el enemigo del coronavirus, sino por la falta de asistencia gubernamental.

Por eso Jairo piensa cambiar la estrategia. “Le dije a mis empleados que a partir del lunes 11 de mayo vamos a abrir los negocios, cambiaremos de ramo. Todos necesitan trabajar”.

Es dueño de varios locales en Los Mangos, de papelería, librería y lotería, nada que genere demanda en estos momentos. Por eso está tratando de reinventarse, mientras todo esté suspendido.

Por ese lado se mueve y busca solución. Pero hay otras cosas que también quedaron suspendidas y que son los efectos colaterales de la cuarentena: el trabajo comunitario en el barrio.

Del lado de la gente

Jairo, desde 1999, inició carrera en este campo. Con la tragedia de Vargas agarró sus dos camionetas de pasajeros y se fue a La Guaira. En una llevó insumos y comida para ayudar a los damnificados y con la otra durante tres días se dedicó a rescatar a los que quedaban con vida.

Luego de esa experiencia, se quedó enganchado y cuando regresó a Los Mangos vio que había mucho por hacer. Comenzó a construir espacios para recrear a la población infantil, organizaba sus fiestas tradicionales, los paseos en vacaciones.

Era otra cosa esa época, se trataba de trabajar por el rescate de los valores, la solidaridad, el compromiso por la comunidad. Posteriormente, llegó la crisis y –aunque sigo haciendo esa labor– se sumó la prioridad de ayudar a la gente. Hay muchas familias pasando trabajo, es una crisis tras otra.

Entonces se unió al voluntariado de Cáritas y todos los miércoles, en uno de sus salones, se habilita un espacio para jornadas asistenciales de alimentación y apoyo educativo. 

Eso por los momentos está suspendido, en medio de una temporada crucial, cuando hay necesidades que atender, como el aspecto nutricional de la población infantil. 

Otra actividad que quedó en veremos fue la primera comunión, que estaba programada para la segunda y tercera semana de junio.

Cuarenta niños se han preparado con clases de catecismo, desde noviembre, para recibir este sacramento, con el apoyo de Jairo. “Y ahora no hay fecha para ese evento, eso retrasa todo el avance que se hizo con los muchachos y nos preocupa que se vea afectado el interés en ello. Por lo menos creo que hemos fortalecido lazos de unión y amistad, pero ese es un trabajo que debe ser permanente, por las situaciones que los rodean”.

Afortunadamente, antes de la cuarentena, hicieron un bautizo colectivo, con aproximadamente 100 niños.

En el limbo

Sin embargo, muchas cosas quedaron en el camino, cosas que ya eran rutina en el barrio, que eran parte de la vida de Jairo, algunas como el cine que todos los lunes organizaba para la muchachada, a veces 70, otras 80 chicos, un espacio de recreación que los mantenía cautivos.

Evidentemente este aislamiento, que el gobierno de Nicolás Maduro llama voluntario, trastocó la rutina propia de un barrio.

Posiblemente hasta salir a los trabajos formales cueste un mundo, debido a que para bajar de Los Mangos a la redoma de La India cobran 20.000 bolívares, cuando un día de salario con este nuevo aumento es de 13.000 bolívares. Obviamente no sería el único pasaje en un día. 

Eso nos hace reflexionar que lo que viene no será fácil, la gente no irá a trabajar, aumentará el desempleo en Los Mangos, una zona donde hay muchos maestros y trabajadores de la salud.

Ya en noviembre de 2019 el Fondo Monetario Internacional, calculaba para 2020 una tasa de desempleo de 47,9 %. 

A la fecha, las cifras parecen inciertas. 

Lo más cercano a la realidad es que, en la acera donde está parado Jairo Pérez, ya se ven los estragos de una cuarentena que está planteada hasta el 11 de mayo. Y por como se han dan los acontecimientos en el país, se especula una nueva extensión de la medida, por eso ya no esperará y saldrá a probar suerte con otros rubros, lo hará más que todo para ayudar a sus empleados que ya no pueden cargar la crisis sobre sus hombros.


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