Se lanzó del piso 6 para escapar de una pareja que lo tenía de rehén en su propia casa

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José Gregorio Álvarez, de 47 años, intentó llegar hasta el piso 4 del edificio 21 de Julio, en la Cota 905, pues era la única ventana que no tenía rejas y pensó que podría pedir ayuda y conseguir comida.

Caracas. “Yo no me quería matar, solo quería comida”, dijo José Gregorio Álvarez, de 47 años, cuando cayó del sexto piso del edificio 21 de Julio, en la Cota 905 el pasado martes a las 9:00 p. m.

Estaba sometido por una pareja que había irrumpido en su apartamento y lo torturó: le escondieron la comida, la nevera y hasta le cerraron la puerta del baño, obligándolo a hacer sus necesidades en su mismo cuarto.

José Gregorio no tenía qué comer. Trató de escapar por la ventana hasta el piso cuatro del edificio, porque era el único acceso que no tenía rejas y pensaba que por ahí podría escapar para pedir ayuda y comer.

El hombre y la mujer que entraron al apartamento supuestamente le habían alquilado a la pareja de la hermana de José Gregorio, Martha Álvarez, quien falleció de cáncer de mama el 1° de abril de este año. Los vecinos no los conocían, solo saben que ella se llama Mayerlin y que tienen un hijo de aproximadamente dos años.

La mala vida para esta familia comenzó cuando Martha, de 55 años, fue diagnosticada con cáncer. Su mamá, Mercedes  Pérez, de 86 años, se mudó de su apartamento en la Cota a su vivienda en Filas de Mariche, para ayudarla con el tratamiento de quimioterapia a pesar de que tiene severos problemas en los huesos y actualmente se encuentra en silla de ruedas.

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Para ese momento, Martha vivía con su pareja, Elías José Rivas, de 55 años, quien según el testimonio de Mercedes la maltrataba verbalmente. Tras su muerte, este sujeto tomó de rehén a su suegra y le mintió a su otro hijo, José Gregorio, diciéndole que su mamá también había muerto.

Mientras, la mantuvo encerrada bajo amenaza en la propiedad de Martha, y además metió a sus dos hijos varones, de 17 y 18 años, a vivir ahí. “La llevaban al banco a cobrar la pensión y le robaba todo el dinero, solamente le daban una paquita para que ella creyera y en la noche los adolescentes entraban a su cuarto a robárselo”, explicó Evelyn Velásco, una vecina de la Cota, quien al enterarse hizo todo lo posible por socorrer a su amiga.

La anciana trató de alertar a alguien de su situación y en una oportunidad escribió “ayuda” en unos papelitos y los lanzó en el banco para ver si alguien se daba cuenta, pero falló, pues Elías se percató de la acción y le dijo que si lo volvía a hacer, le cortaría los brazos con un machete.

“Yo me metí los papelitos en las rodilleras que tengo y los lanzaba en el banco a ver si alguien me ayudaba”, contó muy lúcida Mercedes, a pesar de su edad.

Este terror lo vivió durante meses, mientras su hijo José Gregorio también padecía en Caracas. En primera instancia, los supuestos inquilinos lo sacaron a dormir al pasillo, pero los residentes del edificio se quejaron y ellos, en venganza, le cerraron la puerta del baño y escondieron la nevera en uno de sus cuartos.

“Lo dopaban para que él no le contara nada a nadie, porque después de que nosotros subimos a reclamarles tomaron venganza. Lo último que comió fue una auyama que además estaba podrida. Él no se quiso matar, solamente trataba de escapar. Quedó vivo unas horas porque los tendederos hicieron peor el accidente”, soltó la vecina, quien agregó que falleció a las 10:00 p. m. del martes por múltiples fracturas.

Los supuestos inquilinos huyeron, de acuerdo con Evelyn, al igual que el cerebro de esta terrible historia: Elías, quien se fue de la vivienda de Mariche.

Añadió que el apartamento de la Cota 905 estaba en condiciones inhumanas: la habitación de José Gregorio se encontraba llena de heces, orines y cualquier cochinada. No se explican cómo esa pareja vivía ahí con un menor de edad.

Mercedes, en silla de ruedas, contó lo mal que la trataron Elías y sus dos hijos durante su confinamiento de casi seis meses: “Él se iba con el carro de mi hija por todos lados y a mí me dejaban sola, no me ayudaban y me amenazaban siempre”.

La anciana se encuentra tan traumatizada que le pide a su vecina Evelyn —quien se está haciendo cargo de ella tras la tragedia— que cierre las ventanas porque “va a llegar un helicóptero por arriba de la casa para llevársela”.

José Gregorio estudió en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y tocaba batería. Su último trabajo fue en tiendas Rex, porque luego se dedicó a cuidar a su mamá.

Vecinos de la Cota 905 exigen justicia a las autoridades. Al enterarse de la noticia incluso buscaron a la pareja que mantuvo de rehén a José Gregorio, pero ya habían huido.

Foto referencial: Angeliana Escalona


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