Con los ojos llenos de lágrimas y voces entrecortadas, 13 representantes de los niños que reciben diálisis dijeron este martes: “Queremos vidas, no queremos muertes”.

Se quejaron porque las deficiencias de este puesto asistencial. A los pacientes no les están haciendo la hemodiálisis. Tampoco están activos los trasplantes de riñón. Dicen que sus hijos están empeorando y la directiva del hospital no da respuesta.

Caracas. Completamente en silencio salieron 13 representantes de pacientes recluidos en la sala de Nefrología del hospital J.M. de Los Ríos. En sus pechos tenían guindadas unas pancartas y sus manos las entrelazaron con cadena. La acción fue en protesta, por enésima vez, por las pésimas condiciones del servicio y porque cada día ven que sus hijos se desmejoran más al no tener las diálisis, así como los inmunosupresores para los que están trasplantados y por la no activación del sistema de procura de órganos, suspendida oficialmente desde julio de 2017.

A las 9:30 de la mañana salieron y se apostaron en la entrada principal. Los vigilantes no los dejaron. Se corrieron a un costado y ahí, pegados a la baranda, cada uno de los papás mostró una pancarta en la que pedían a gritos auxilio para sus hijos.

De 15 máquinas de hemodiálisis, solo están funcionando 6 para atender de forma interdiaria a 22 niños menores de 10 kilos; nuevamente hay bacterias en el departamento de Nefrología, pues persiste la contaminación en la planta de Osmosis, irregularidad que en 2017 causó la muerte de 7 pequeños por complicaciones asociadas a la bacteria nosocomial klebsiella y que fue denunciada en su momento, incluso con el aval del estudio hecho por la Unidad de Gestión de Tecnología en Salud de la Universidad Simón Bolívar (USB) que determinó que este centro tenía problemas con el manejo de desechos sólidos y no cumplía con la norma establecida por el Decreto N° 2.218 para la clasificación de insumos descartables, es decir, encontraron restos fecales en la planta de agua potable.

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Además, en el J. M. de Los Ríos hay escasez de personal —médicos, especialistas y enfermeras— y no hay reactivos para los exámenes.

Carlos Falcón, uno de los papás afectados, dijo que su hija, Carlisbeth —trasplantada de 11 años— desde el pasado domingo no se toma los medicamentos.

Ella lo acompañó en la protesta y con su tapabocas mostró una pancarta en la que pedía auxilio y se leía “Mi vida y mi riñón están en peligro”.

 

Falcón dijo que quería que se hiciera una mesa de trabajo con el hospital. De hecho, con sus cadenas se fueron hasta la Dirección y amenazaron con encadenarse ahí.

Los vigilantes del hospital no dejaban pasar a los abogados de la ONG Prepara Familia, que asiste a los representantes en estos casos y que tenía un documento con la denuncia que igual entregarán a la Defensoría del Pueblo.

Foto y videos: Mabel Sarmiento Garmendia


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