La serie está disponible en HBO Max. Trata de un joven periodista que se propone desentrañar a la mafia nipona

Caracas. Jake Adelstein (Ansel Elgort) es un joven e impetuoso periodista estadounidense. Vive en Japón, refugiado de exigencias y juicios de su familia, que reclama su presencia en casa. Él prefiere estar lejos, en distancia y cultura en una búsqueda personal, tal vez un escape, que comienza en lo profesional.

Son los primeros años del nuevo milenio. Logra entrar al periódico de mayor prestigio del país. Es el único extranjero, además, es joven. Sin embargo, se va ganando la confianza del equipo en Tokyo Vice, la serie disponible en HBO Max.

Es la primera temporada de una historia densa, inquietante y atractiva. Jake Adelstein se interesa en el mundo de la mafia nipona, la yakuza se convierte en su desvelo.

Tokyo Vice
Mafia, periodismo y policía se entremezclan en la trama de la serie de HBO

El protagonista se sumerge en un universo turbio, con unos tentáculos que alcanzan la política, la economía y demás dinámicas sociales, como toda mafia. Un poder tras bastidores que luce imbatible, solo que en Japón las maneras presumen ser otras.

Sus primeras andanzas no están exentas de torpezas. La serie retrata parte de la dinámica de una sala de redacción y del afán por la primicia, paradigma en el que el novel reportero se involucra con esmero, pero que también lo vuelve vulnerable a intereses externos que ven en él un agente para sus estrategias, sin que él sospeche.

Tokyo Vice muestra la capital nipona en esos lugares que se alejan de la postal, del servicio turístico para curiosos. Como buen thriller, busca ser una radiografía que explora lo ruin no solo de una sociedad, sino de sus individuos.

Tokyo Vice
La serie tiene un buen trabajo en sus diálogos, especialmente aquellos más íntimos

Sin ánimos de buscar culpables, ni hacer señalamientos a sistemas, la obra toma el camino de esas acciones individuales que se concatenan con otras y crean distintos resultados. Es en esa maraña, donde la amenaza y la muerte son constantes, en esas taras siempre presentes de un grupo humano, donde Tokyo Vice pone el acento.

Y Jake Adelstein se propone desentrañar todo eso, exponerlo, registrarlo, pero a la vez, debe luchar para no ser una pieza manipulable en todo ese juego de poder. Sus intenciones son buenas.

En el camino, se vincula con el detective Hiroto Katagiri (Ken Watanabe), quien desde la periferia trata de la manera más diáfana cumplir con su trabajo, en el cual cree fervientemente.

Se crea entonces en Tokyo Vice una dupla casi familiar, con los altibajos propios de este tipo de relaciones, en el que se comparte y reflexiona sobre cada hecho. Porque, además, Jake Adelstein enfrenta otra lucha, ese conflicto interno que evade en demasía con su labor periodística: la inestabilidad emocional que comienza con su evasión familiar.

Trata de encontrar algún ancla en Samantha (Rachel Keller), una estadounidense que también escapa y trabaja en un club nocturno de lujo. Ella también deambula, pero con menos precisión en otros aspectos en los que refugiarse, como sí ocurre con Jake.

Tokyo Vice trastabilla levemente en algunos episodios con el ritmo, que es traicionado por esa intención de evocar y contemplar contextos y personalidades. Esa irregularidad esporádica puede resultar molesta, y hacer que la densidad devenga en tedio si hay impaciencia en el espectador.

Tokyo Vice
En la historia, todos buscan salir del hoyo en el que se encuentra su vida

Pero, afortunadamente, el conflicto de sus personajes, y los asuntos a resolver son tan intrigantes, que sobrepasan cualquier bache en la historia. Conspiraciones, traiciones, violencia, pero también búsqueda de paz en la amistad y la lealtad, resultan oasis entre tanta cañería.

Tokyo Vice ha pasado inadvertida para muchos, pero es una buena opción para quienes celebran historias de búsquedas de la luz en medio de la caverna. Aquellos que ansían la salida del entuerto.

El protagonista es un detective desde las letras, las palabras son la conclusión de un viaje personal en todos los sentidos. Sus resultados pueden ser varios, y la integridad se ve amenazada, pero no por ello, el ímpetu y los principios.

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