Trabajar y jubilarse en una empresa básica: el sueño guayanés que mató la revolución

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Ni trabajar ni jubilarse en cualquiera de las empresas básicas de Guayana es el actual sueño. Trabajadores y jubilados mueren de hambre y por el deterioro de su salud. Sobreviven del trabajo informal.

Guayana. Nicolás Maduro en su Memoria y Cuenta 2019 dijo que el desempleo en Venezuela se mantuvo en 6 % y el trabajo formal en 60 %. Quizás sí, pero hay una realidad venezolana que contrasta con esa rendición, trabajadores en nómina, como la de las empresas básicas, pero que paralelamente tienen que dedicarse a oficios informales para subsistir.

Hablar de Guayana es hablar de sus empresas básicas, las que serían la alternativa no petrolera en Venezuela. La meta era laborar en cualquiera de esas industrias, pues hasta el trabajador de más mínimo rango tenía un nivel de vida que quedó en el olvido. No les faltaba nada. En la ciudad se sabía cuando las compañías iniciaban el pago de utilidades, las tiendas full, no cesaban las ventas de ropa, calzado, electrodomésticos, viajes y más.

Para sus hijos no faltaban los juguetes. Hubo unos años en que los regalos de Navidad parecían que eran para los padres: teléfonos celulares, televisores pantalla plana, tablets, al menos para los de mayor edad. Incluso, esos tiempos se vivieron durante el gobierno de Hugo Chávez, misma gestión en que fueron hundiendo al parque industrial de Guayana.

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14.786 jubilados y pensionados en Bolívar están expuestos a morir de mengua por la desidia de quienes dirigen la empresa por la que dieron sus vidas. Foto: Jhoalys Siverio.

Pago de colegios privados, uniformes y útiles escolares. El monto de utilidades y vacaciones no solo alcanzaba para viajar, hasta se remodelaba la casa o compraban carro nuevo.

Teníamos dos carros, uno mi esposa y otro, yo. Mis hijos estudiaban en buenos colegios, no les faltaba nada. Ahora trabajo reparando aires acondicionados, medio taxeando, porque con el problema de la gasolina me la paso en una cola. Mi esposa se fue del país para trabajar por allá y sacar a nuestros hijos porque aquí no hay futuro para ellos”, lamentó Oswaldo García, quien trabajó en CVG Ferrominera.

No saben cuánto ganan

¿Cuánto gana un trabajador de una empresa básica? Ni ellos mismos saben con exactitud el monto de sus salarios. Desde hace dos años no reciben listines de pago. Dependiendo del rango, en su mayoría no pasan los Bs. 600.000.

En la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), los trabajadores de nómina diaria devengan un salario de Bs. 150.000 semanales, en el Complejo Siderúrgico son Bs. 138.000 a la semana. El gasto se va en pagar pasaje de transporte público. Aunque no haya producción, son obligados a asistir bajo la amenaza de que no serán beneficiados con una caja de comida.

Venimos a cumplir horario y luego salimos a vender chupetas, nuestras herramientas de trabajo, lo que sea para comprarle el alimento a nuestros hijos. Se compra un arroz y sardina para el desayuno, almuerzo y cena”, fue el testimonio de Julio Jiménez, trabajador con 15 años de servicio en el área de Prevención y Riesgo de la CVG.

La salud, precisamente por una malnutrición se ha visto deteriorada, y se nota en el aspecto físico de muchos de ellos.

“Yo actualmente peso 60 kilos. Si ves mi foto de antes y ahora, soy otra persona. Así estamos muchos. No nos alimentamos bien, y hay compañeros que han muerto porque no los atienden en una clínica, ya que la empresa no paga el seguro médico y en los hospitales no hay nada. Hay compañeros enfermos porque pasaron años exponiéndose a condiciones extremas, altas temperaturas, trabajo con químicos, todo eso a la larga afecta”, dijo un jubilado de Bauxilum.

No quieren jubilarse

Con esos salarios, los trabajadores retrasan sus jubilaciones, que ya no son sinónimo de una vejez digna. Los jubilados y pensionados no cuentan con seguro médico ni con servicio funerario. Se muere uno de ellos y entre compañeros recolectan para ayudar a familiares con los gastos.

Luis Armando Dique recuerda que en octubre de 1966 comenzó a trabajar en la construcción de CVG Venalum, con una empresa contratista.

Allí comenzó mi vida en estos lares que se llamaba un proyecto de aluminio en Venezuela. Luego comenzaron las luchas sindicales, se fundaron los sindicatos para buscar nuestros beneficios, los conseguimos. Pasamos por todos los gobiernos habidos y por haber, y llegué a 41 años de servicio, con 61 años de edad me jubilaron”, recuerda Dique.

La empresa hizo todos los honores en aquella jubilación para los pioneros de de esta industria.

“Después de 2009 las cosas se pusieron críticas, en 2014 empeoró, desde entonces no tenemos esperanza de terminar nuestra vida con buena condición de vida, con buena salud”, dice Dique, quien hoy tiene 63 años de edad.

¿Qué hicieron con sus sueños?

Algunos pudieron cumplir los sueños que tenían para su vejez, otros no. Les tocó jubilarse en la peor época para lo que fue el emporio industrial de Guayana.

A Daría Sánchez la jubilaron en marzo de 2018. Para entonces pudo invertir lo recibido en comprar solo 300 dólares.

Su sueño era poder tener una pequeña posada en Caripe, administrada por ella y hasta se encargaría de las comidas. Siempre le gustó cocinar e hizo cursos.

Lo que le depositan mensualmente apenas le alcanzará para el cartón de huevos.  Sánchez ahora dedica su tiempo a hacer galletas y tortas para vender.

Un jubilado de Venalum, cuyo nombre se reserva, se le ve frecuentemente en el llamado ‘perolero’ en Puerto Ordaz, un estacionamiento usado para la venta de artículos usados los fines de semana.

Llega vendiendo dulces, besitos de coco y turrones. Sus ventas son muy buenas. Ya lo conocen y todos corren a comprarle. De esas ventas depende su subsistencia diaria.

María González es jubilada de CVG. Para la compra de medicamentos depende de sus hijos fuera del país. Otras veces recurre a tomar infusiones con plantas medicinales, entre ellas hojas de guanábana, moringa y citronela.

Cuando cobro, compro un pollo, lo esmecho para que me rinda y lo como con arepa o arroz. El queso también se raya para rendirlo. Es poca la proteína que se puede comer ahorita. Yo he vendido casi todo, hasta los botones que antes nos daban por años de servicio, los vendí, uno era de plata y otro de oro”, contó.

Son 14.786 jubilados de las diferentes empresas básicas los afectados, los que dieron su vida por unas industrias hoy totalmente paralizadas. Han acudido a Fiscalía General, Defensoría del Pueblo y los tribunales para reclamar por el respeto al derecho a la vida y la salud. Ningún ente les ha dado respuesta, menos en las empresas básicas.


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