Trabajadores de empresas básicas sufren una condena sin contratos colectivos

Trabajar en alguna de las empresas básicas de Guayana significaba un privilegio, decenas de beneficios que desde hace un año fueron eliminados cuando el gobierno de Nicolás Maduro violó las contrataciones colectivas.

Ciudad Guayana. Rolando Muñoz es trabajador y dirigente sindical de CVG Bauxilum. Con 22 años de servicio en la empresa, hasta el 21 de agosto de 2019, sus prestaciones legales eran de Bs. 11.385,62, y las contractuales apenas llegaban a  Bs. 18.976,14. 

Las prestaciones eran un beneficio importante para adquisición o remodelación de vivienda, la educación de los hijos. Hoy mis prestaciones no me dan ni para comprar un pollo”, lamentó Muñoz.

Desde el 20 de agosto de 2018, con la reconversión monetaria, trabajadores de las diferentes empresas básicas de Guayana dejaron de percibir decenas de beneficios. Sus quincenas no se ajustaban a las tablas salariales, no hubo pago de vacaciones, en muchos casos fueron suspendidos los seguros HCM, servicios funerarios, pago de escuelas para los hijos. 

El salario se limitó al cálculo del tabulador de la administración pública. Los contratos colectivos que les significaron años de lucha, fue como que nunca existieron.

Ni para medicinas

Karen Garcés trabaja desde hace 18 años en la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Tiene un hijo de 11 años de edad, cuya inscripción en la escuela hizo con la ayuda de su familia. Es así como subsiste desde hace al menos 2 meses.

“No recibo ninguno de los beneficios, solo el sueldo una vez al mes y con eso no hago nada, si acaso me alcanza para comprar un cartón de huevos y un kilo de queso”, señaló Garcés.

En mayo cobró sus vacaciones. Estas no las invirtió en un viaje, como solía hacer años atrás, sino en sus medicinas para la diabetes y la hipertensión. Fue a la farmacia para comprar el tratamiento de un mes y el monto excedió lo que cobró de vacaciones. Solo se llevó la mitad de las medicinas.

Me han dado ataques de pánico. Hace unos días mi hijo estaba con gripe y me dijo que tenía un dolor cerca del vientre, me asusté porque pensé que si era apendicitis, ¿para dónde agarro yo con ese niño?”, comentó Garcés sobre la falta de un seguro HCM.

Ady Fernández trabaja en CVG desde hace 26 años. Recientemente, cobró su fideicomiso de apenas Bs. 7500. “Hay gente que ha cobrado 240 bolívares, eso lo que da es tristeza. Se siente una frustración, porque después de que te daban tus beneficios, ahora no dan nada”.

Hijos afectados

Ángel Brito, dirigente sindical de CVG Venalum, denunció que hay trabajadores sin comida en sus hogares. Además, el plan vacacional para los hijos no se ha cumplido este año en ninguna de las empresas. En diciembre del año pasado no recibieron los juguetes y dudan que este cumplan con esa entrega, ya que no hay producción.

“En marzo, con el apagón, cerraron las puertas en Venalum y solo entran entre 200 y 300 trabajadores y no se les da información sobre el arranque de la planta. Se ha aplicado una cacería de brujas. Despidieron a 300 trabajadores y  jubilaciones forzosas a 600”, agregó Brito.

Sin contratos colectivos ni beneficios: trabajadores de empresas básicas condenados
Trabajadores marcharon por la restitución de sus beneficios contractuales. Foto Jhoalys Siverio

Sobre el pago de las escuelas, dijo: “Tuvimos que hacer etcéteras para inscribir al niño, cuando hacen el reembolso la devaluación se ha comido esos ingresos. En la mayoría de los casos, la gente no ha podido inscribir a sus hijos, hay trabajadores que han tenido que sacarlos de colegios privados para ingresarlos a públicos”. 

Añadió: “Si un trabajador gana 200.000 bolívares quincenal y los colegios cobran 150.000 mensual, y si el padre o madre tiene 2 o 3 hijos, es imposible cancelar los estudios poniendo por encima la alimentación”, acotó.

Todo esto desde que quedaron sin efecto los contratos colectivos de las industrias básicas.

Para Rolando Muñoz, la aniquilación de los contratos colectivos significó un retroceso de 100 años. Cuando a falta de seguro HCM para acudir a una clínica y de no contar con ingresos suficientes para la compra de medicamentos, recurren a curas con plantas como “alternativa medicinal“.


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