En la comunidad de Trapichito al sur de Valencia  hay un problema muy grande y repetido en el tiempo. Cada vez que llega la temporada de lluvias la quebrada del Caño de La Yuca se desborda, afecta al menos a 2500 familias. Muchos políticos han visitado la zona ofreciendo soluciones, pero ninguna se ha concretado, ahora les toca revivir nuevamente el miedo de terminar sin nada.

Valencia – Desde hace unos 10 años la lluvia no es bien vista en Trapichito, al sur de Valencia, la razón es que cada vez que hay precipitaciones en esta comunidad la quebrada conocida como el Caño de La Yuca se desborda, y deja sin nada a al menos 2500 familias. Una historia que se ha repetido demasiadas veces para estos carabobeños a lo largo del tiempo. 

 José González llegó hace 15 años a la comunidad, hoy tiene 27 años de edad y considera que lo que ocurre en Trapichito es “caótico” puesto que: “Por más que hagan todos los años nos inundamos”. 

Fotografía: Armando Díaz.

 González tilda las lluvias recientes como “tranquilas”, porque en los años anteriores el agua ha llegado hasta la ventana, es decir al menos medio metro de altura, comenta González a la entrada de su casa y señala justamente el punto hasta donde llegó el agua.

 Desde las 6:00 a.m José González está limpiando su casa, se inundó el 28 de marzo. Tiene un cuñete de pintura en las manos con el que echa agua a la calle para tratar de eliminar los sedimentos de tierra fangosa. Lo hace con ayuda de una bomba de achique que drena el agua a un recipiente más grande. 

Fotografía: Armando Díaz

Aunque su casa es la primera junto al río admite que hacia zonas más bajas donde el agua puede llegar hasta el cuello. 

Cada vez que llueve se le mojan los colchones y las filtraciones quedan en evidencia. Lo que también deja en evidencia este hombres es que se quedó solo.

Mi pareja me dejó cuando el río comenzó a crecer y se llevó a los muchachos”.

 

 A diferencia de años previos en esta oportunidad José González no perdió nada. “Lo que pasa es que el año anterior lo perdí todo. Ya no me queda nada”.

 Tal fue el caso de su nevera y un televisor que cayó de una mesa debido a  la fuerza del agua, también perdió ropa. “Eso fue una vaina fea”.

Fotografía: Armando Díaz.

Un año después González no ha podido recuperar nada de lo que perdió en otras inundaciones. Su sueldo no le alcanza, trabaja como conductor en una empresa, por lo que percibe mensualmente $120, pero asegura nunca llegar a fin de mes. Esa cantidad le sirve para mantener a sus hijos y comprar algo de comida y medicamentos. “Ahorita todo es gasto. Prácticamente salir a caminar es un gasto. No llego a final de mes”.

El mayor cansancio para González luego de la lluvia son las promesas.

Nos han dicho que no se puede embaular por el nivel de presión que tiene el agua, pero tampoco buscan solución. No se, un drenaje más, una ampliación de la canal. Si les interesara resolvieran. Ellos vinieron ayer. Ya ellos limpiaron, pero a mi me toca limpiar la calle, con todo y que hay cisternas por ahí, pero ya se fueron. Ellos pasan por donde pasa la novia o mejor dicho por donde pasó el alcalde que vino anoche a ver. Se toman fotos y luego se van”.

Desde 2016 la crisis de Trapichito se ha intensificado y no solo eso, sino que ha sido ininterrumpida. Para este año se espera el mismo escenario, aun cuando en febrero se hizo limpieza y mantenimiento del local. No obstante, ya han habido los primeros estragos.

Fotografía: Armando Díaz

Las promesas de darle calidad de vida a los habitantes de Trapichito son una vieja confiable. Ellos lo saben bien puesto que ya han pasado 3 gobernadores y 4 alcaldes, todos afirmaron que darían una solución, pero ninguno realmente lo hizo. Esto no es un tema de ineficiencia chavista, es una ineficiencia de ambos lados, debido a que los dos polos han gobernado Carabobo en este tiempo. Sin dar resultados tangibles. 

Una cuestión de colores

Omaira Moreno lo sabe mucho mejor, puesto que lleva 27 años en Trapichito y ya perdió la cuenta de las veces que su casa se ha inundado. Lo llama “la calamidad del canal”, pero para ella es también una calamidad los pañitos de agua caliente, puesto que considera que simples limpiezas no sirven para nada, solo para vender en redes sociales que hay una gestión eficiente. “Es la fotico y listo”. 

Fotografía: Armando Díaz.

Moreno ve negligencias por doquier, pero las más crueles son las que vienen de los mismos políticos. Ella nunca ha negado que milita en la  oposición y mucho menos que pertenece a un partido, pero ser activa en su comunidad le ha traído consecuencias.

Hay mucha exclusión. Por ejemplo, si llega la caja del CLAP o algún tipo de ayuda para los afectados a mi no me dan. Esto pasó ahorita y también en oportunidades pasadas y van y te dicen. Ya tu sabes por qué no te toca nada. Así que no te quejes”.

Esta dirigente comunitaria se pregunta constantemente si a caso el agua de la quebrada se desborda entra por una casa e ignora la suya para entrar en la siguiente. “Este problema no afecta solo a un sector. Nos afecta a todos, pero aquí unos quieren tener el protagonismo de las ayudas. 

Fotografía: Armando Díaz

Entre las soluciones, Moreno piensa que tumbar uno de los puentes ayudaría a evitar los embotellamientos. “El agua choca ahí y se devuelve entonces. Sí, es verdad, el gobierno ha venido a limpiar, pero es insuficiente. Esa no es la solución”.

Antiguamente, uno de los principales problemas en el Caño de La Yuca era la basura que arrojaban los mismos vecinos. Hoy en día el problema es parte del pasado dice Moreno quien asegura que la comunidad ahora es más consciente y que la basura viene de otras zonas. Sin embargo, minutos antes de que Moreno declarara un hombre iba con una carreta llena de basura a lanzarla al río.

Moreno es una de las que más sufre con las crecidas. Vive en la manzana A, a al menos 5 cuadras del río y asegura que es de las zonas más afectadas en conjunto con la manzana C. 

Fotografía: Armando Díaz.

Estar alerta es casi una regla. “Si te agarra desprevenido de madrugada o en cualquier momento y no tienes ayuda de nadie, puede ser una pérdida total. Aquí hay un comedor de Alimenta La Solidaridad y se perdió toda la comida de los niños”.

Así como González, ella aún no ha logrado tener el poder adquisitivo para recuperar sus enseres perdidos, entre esos una nevera. Mientras camina por las calles en camino a su casa señala las paredes de las casa. “Fíjate en todas las marcas. hasta ahí llegó el agua”.

La vergüenza que causa la lluvia

Kelvin Figueroa está en uno de los puentes que mayor retención de escombros y desechos causa. Esta justo sobre la avenida principal de Trapichito. Observa con detención a los ingenieros que hacen sus mediciones, mientras la gente del Plan Buho corta árboles y limpia la zona.

Fotografía: Armando Díaz.

Figueroa califica lo ocurrido año tras año  como un “desastre que lo hace vivir en un estado de zozobra”. Es tan degradante su situación que desde hace un tiempo prescindió de tener buenos muebles. La madera está vetada de su hogar porque se pudre con el agua. “si acaso plástico”.

Con solo dos días de lluvia ya Trapichito ha sufrido dos inundaciones y agrega que estas dos últimas  no han sido fuertes. 

Le es complejo clasificar el desastre del 1 al 10, porque el desastre, es desastre. “Tu no deseas chispotearte con agua de mierda. Así sea mucho o poquito”

Fotografía: Armando Díaz.

En 2017 hubo episodios similares, solo que peores. Para aquel momento también vinieron ingenieros y expertos. “Seguimos en pañales luego de 5 años. Los políticos te arman planos. Es más, te arman un edificio pero la verdad nunca concretan nada”.

Para Kelvin Figueroa es sumamente vergonzoso invitar a alguien a su casa y saber que no tienen una silla decente en que sentarlos o que la pintura de la pared se daño porque hay una enorme mancha que marca hasta donde llegó el agua. 

Como barbero, Figueroa no ha podido recuperar todos sus enseres. Tampoco ha podido dormir. Está despierto desde las 2:00 a.m y no ha vuelto a conciliar el sueño. “El que se duerme se ahoga”.

Fotografía: Armando Díaz.

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