El Estado venezolano no preparó a la población para el cambio climático

María Gabriela Hernández, diputada que encabezó la subcomisión de cambio climático, recuerda que desde la instancia parlamentaria advirtieron que era necesario reforestar el parque nacional Henry Pittier, en Aragua. No se hizo y allí están las consecuencias en Choroní.

Caracas. Desde la Asamblea Nacional, la diputada María Gabriela Hernández, quien encabezó la subcomisión de Cambio Climático, se siente satisfecha porque la comisión logró hacer un diagnóstico nacional sobre los daños ecológicos que había en el país, en su mayoría en manos del Gobierno. Sin embargo, lamenta que sus alertas no fueron suficientes para impedir que la semana pasada ocurriera el deslave de Romerito, en el estado Aragua, que ya cuenta con cuatro fallecidos.

La Comisión de Ambiente llegó a advertir que había que reforestar el Parque Nacional Henry Pittier luego de los incendios del año anterior, pero sus alertas nunca fueron acatadas.

¿Por qué el tema ambiental no es agenda para los políticos?

—Existe a nivel de parlamentarismo y por eso hay una comisión dedicada al Ambiente. La educación para el cuidado del ambiente sí es algo que ha ido fallando. Los países europeos tienen más conciencia sobre el cuidado de las aguas, bosques. Se crea conciencia sobre el cambio climático y el cuidado de reservas naturales.

El Convenio de París es un tratado importante que ya es ley en la República. Este Gobierno la hizo la ley y ratificó el tratado. Pero hay situaciones irregulares que tienen que ver con el cuidado al sur de Venezuela en distintos parques nacionales que están hoy afectados por explotación minera. Son sitios militarizados y no podemos hacer contraloría. Todo lo que hoy estamos viendo en el estado Bolívar, el Delta Amacuro y la parte del sur de Monagas con las inundaciones se debe a que ha habido muchas lluvias y un mal manejo del cuidado de las cuencas hidrográficas. Hay familias afectadas que están sufriendo las consecuencia del cambio climático. El Estado no preparó a la población para el cambio climático ni hace nada. En los estados andinos las inundaciones han hecho daño a los cultivos artesanales y esas personas difícilmente se recuperan de este golpe cuando el Estado está en ruinas.

¿Cuál es la deuda legislativa que se mantiene?

—La legislación ambiental en Venezuela es amplia e importante. No hay un problema de legislación sino de aplicación. Existe una ley para controlar a nivel municipal la disposición de desechos sólidos, pero hay un desastre.

El municipio Maturín, capital de estado, tiene montañas ricas para la agricultura y las dos últimas veces que he ido el paisaje está repleto con los vertederos de basura porque son zonas solitarias y la gente las ha convertido en vertederos sin control.

Necesitamos mucho orden, no más leyes. Necesitamos un Estado de Derecho que haga cumplir las normas vigentes y que nos preocupemos por el bienestar social.

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¿Por qué se planteó una ley sobre el Cambio Climático?

—Porque es un mandato del Tratado de París del que ya es parte Venezuela. El tratado impone a los estados hacer una ley de cambio climático para estimular políticasa fin de aminorar las emisiones de carbono y adecuar a la población para que esté preocupada [por el asunto].

En Venezuela con respecto a la disminución debemos hacer dos tareas: una en Pdvsa, porque no puede seguir quemando gas a la atmósfera como lo está haciendo. En el Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui la emisión de quema de gas es grotesca. Venezuela tendría unas políticas desde la industria petrolera para ir disminuyendo la quema de gas y haciendo efectiva la recolección del coque.

Nuestro parque automotor del transporte público necesita pasar a gas y modernizarse. Con esas simples medidas, que requieren voluntad del Gobierno, no solo cumplimos el Tratado de París, sino que hasta sobrepasa las obligaciones. Hemos sido hipócritas porque legalmente suscribimos el tratado, pero en la práctica permitimos minería ilegal que contamina aguas, tenemos plantas eléctricas contaminantes, no estamos costruyendo más plantas de electricidad aprovechando las aguas. Este es un gobierno criminal.

¿Qué se logró investigar sobre los daños que ha hecho Pdvsa al ecosistema venezolano?

—Es dificil determinarlo y cuantificarlo. Al haber perdido Pdvsa su naturaleza de empresa petrolera, porque ya no lo es, es un brazo político más de la dictadura. Dejó de ser una empresa para la producción petrolera y no se preocupa por el ambiente. Las empresas que explotan el petróleo son devastadoras y por eso tienen tantos controles encima y se cumplen.

La evaluación estimada de la emisión de gases y quema de gas en la zona del Furrial, Punta de Mata y el Tejero, que está en Monagas, constituye los focos de emisión de gases invernadero de toda América Latina y está en mi estado. Más los derrames continuos que ocultan.

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¿A la comisión llegaron denuncias sobre daños neurológicos en poblaciones cercanas a la refinería de Falcón. ¿Qué se conoce sobre estos casos?

—Con esa denuncia estuvimos en Pdvsa y nos atendieron. Allá recibieron los datos del médico que elaboró la investigación y acordaron una reunión para revisar la investigaciones y hacer correctivos. Nos dijeron que no tenían en sus trabajadores accidentes ni secuelas porque los trabajadores están protegidos, pero el problema no son los trabajadores sino que las piezas contaminantes las absorbe un padre y una madre. Esos metales pesados afectan a los niños en el vientre. La comisión hizo el enlace.

Venezuela no ha realizado un inventario de sus emisiones de gases de efecto invernadero desde 1999. ¿Desde la Comisión de Ambiente se pudo investigar algo?

—Efectivamente, no hay emisión que haga la industria petrolera, pero el gobierno británico está haciendo un trabajo con el ministerio para poder cumplir con el Tratado de París.

Venezuela es el país con más alta deforestación en la Amazonía. ¿Qué implicaciones tenemos en estos momentos?

—Observa las inundaciones de Bolívar, Delta Amacuro y Monagas que son producto en parte de la deforestación. Los problemas de electricidad vienen de la destrucción de la selva amazónica. Cuando tuvimos pocas lluvias, el Guri no producía suficiente eletricidad y eso lo sufrimos todos, menos los caraqueños. En el sur de Venezuela se recoge, no solo el origen de nuestros grandes ríos, sino que también está el germen de los grandes antibióticos. Las medicinas se encuentran en esa selva y estamos obligados a preservarlas. Necesitamos un Estado responsable con la vida y eso significa que sea responsable con nuestros recursos naturales. En la selva amazónica hay parques afectados por la minería ilegal e invasiones paramilitares y fuerzas armadas revolucionarias colombianas, y eso sí es una entrega de la soberanía.

Foto cortesía El periódico de Monagas


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