El mantenimiento en los astilleros es inviable por los altos costos y su actividad ha caído en más del 90 %. Hasta 50.000 dólares puede costar una reparación de barcos para faenar en aguas internacionales
Porlamar. Desde septiembre de 2022, los pescadores artesanales y de altura en las islas de Margarita y Coche padecen para surtir combustible. Las embarcaciones varadas empiezan a mostrar el deterioro de sus cascos y de las maderas en general.
Todo empezó cuando se modificó el sistema para la asignación del suministro.
Lisandro Vásquez, presidente de la Asociación de Pescadores de Altura de Nueva Esparta, refirió que primero se aplicó la asignación del diésel por huellas a personas ajenas a la pesca. Luego, hace casi tres meses, se les informó la disminución del suministro de combustible de 300 a 40 litros.
Ratificó que la pesca de altura en esta entidad, al igual que en todas las regiones costeras del país, está en emergencia.
La pesca se mantiene en agonía y si no se toman pronto las acciones para modificar e implementar un sistema de distribución de combustible para la flota de pesca de altura artesanal, definitivamente este oficio va a desaparecer y dejará sin sustento a miles de familias”, vaticinó.
En el caso de Nueva Esparta calculan que más de 22.000 personas dependen de la actividad que realizan las poco menos de 200 embarcaciones que están activas en puertos extranjeros. En la asociación están registradas 700 naves.
Deterioro inevitable
La paralización de las embarcaciones por falta de combustible genera deterioro no solamente en la madera, sino también en sus motores e instalaciones eléctricas.
José Sánchez Bogadi, dueño del astillero Guamachito, ubicado en la población del mismo nombre en el municipio Península de Macanao, especificó que además de construir nuevas embarcaciones, se ocupan de reparar otras. Muchas tienen problemas de tablas rotas y de carena, que son naves con daños en el casco.
“La caótica situación de los pescadores por falta de combustible nos afecta severamente, porque no pueden hacer reparaciones ni mantenimiento. No están produciendo nada, ¿con qué nos van a pagar?”, se preguntó Sánchez Bogadí.
Indicó que el costo de mantenimiento para esos navíos es elevado, especialmente cuando incluye pintura, masilla y hay que carenar.
Hay lanchas que se llevan hasta 50.000 dólares en costos de reparación”, expresó.
Debido al alto costo de mantenimiento, Sánchez Bogadí aseguró que el patrón de uno de esos barcos puede tardar hasta un año en reunir el dinero para repararlo.
Resaltó que los precios se disparan por las dificultades que tienen para traer la madera del estado Sucre, donde la compran más barata, pero tienen que pasar al menos 30 alcabalas antes de llegar a Margarita.
“Eso es matraca y matraca en las alcabalas”, indicó el dueño del astillero.
Un oficio que naufraga
Wilfredo Rojas es uno de los carpinteros de ribera en la isla de Margarita, oficio que aprendió de su padre.
Explicó que ese tipo de carpintería es un arte que se debe conocer muy bien para tratar y dar las curvas perfectas que exigen las cuadernas de las naves.
No cualquier carpintero puede fabricar este tipo de embarcaciones”, advirtió Rojas.
Confirmó que por la situación que viven los pescadores a la espera del combustible, los trabajos de construcción y mantenimiento han mermado en alrededor de 90 %. Por esta razón han tenido que despedir trabajadores de las áreas de carpintería, herrería y electricidad.
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